El manifiesto de Manila
por Manifiesto de Manila
En julio de 1989, más de 3.000 pastores y líderes de unos 170 países se reunieron en Filipinas y proclamaron el Manifiesto de Manila. Les ofrecemos las 21 primeras afirmaciones de dicho manifiesto, como un desafío a toda la iglesia cristiana mundial.
1. Afirmamos nuestro compromiso con el Pacto de Lausana, como base para nuestra cooperación con el movimiento de Lausana.
2. Afirmamos que en las Escrituras de los dos Testamentos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo, Dios nos ha lado una revelación autoritativa de su carácter y voluntad, sus obras redentoras y su significado, y su mandato para la misión.
3. Afirmamos que el evangelio bíblico es el mensaje pleno de Dios para nuestro mundo, comprometiéndonos a defenderlo, proclamarlo y encarnarlo.
4. Afirmamos que los seres humanos, aun cuando creados a la imagen de Dios, son pecaminosos y culpables, y perdidos sin Cristo, y que esta verdad es el antecedente necesario para entender el evangelio.
5. Afirmamos que el Jesús de la Historia y el Cristo de la gloria son una misma persona, y que este Jesucristo es totalmente único, puesto que sólo él es Dios encarnado, el que cargó con nuestros pecados, conquistó la muerte y vendrá de nuevo como nuestro Juez.
6. Afirmamos que, en la cruz, Jesucristo tomó nuestro lugar, llevó nuestros pecados y murió la muerte que nos correspondía a nosotros morir; y que únicamente por esta razón Dios perdona gratuitamente a los que se arrepienten y creen.
7. Afirmamos que las demás religiones e ideologías no son caminos alternativos para llegar a Dios, y que la espiritualidad humana, si no está redimida por Cristo, no conduce a Dios sino al juicio, ya que Cristo es el único camino.
8. Afirmamos que debemos demostrar de manera visible el amor de Dios, atendiendo a los que están privados es justicia, dignidad, alimento y techo.
9. Afirmamos que la proclamación del Reino de Dios, de justicia y paz, exige la denuncia de toda injusticia y opresión, tanto de las personas como de las estructuras; no rehuiremos este testimonio profético.
10. Afirmamos que el testimonio que da el Espíritu Santo acerca de Cristo es indispensable para la evangelización y que, aparte de su obra sobrenatural, ni el nuevo nacimiento ni la vida nueva son posibles.
11. Afirmamos que la lucha espiritual requiere armas espirituales, y que debemos, a la vez, predicar la palabra en el poder del Espíritu, orando sin cesar para que podamos participar en la victoria de Cristo sobre los principados y potestades de maldad
12. Afirmamos que Dios ha encomendado a toda la Iglesia y a cada uno de sus miembros la tarea de dar a conocer a Cristo por todo el mundo. Nuestro anhelo es que todas las personas, sean laicas u ordenadas, sean movilizadas y capacitadas para esta tarea.
13. Afirmamos que los que decimos ser miembros del Cuerpo de Cristo debemos superar las barreras de raza, sexo y clase social dentro de nuestra comunidad.
14. Afirmamos que los dones del Espíritu son repartidos a todo el pueblo de Dios, tanto a las mujeres como a los hombres, y que se debe promover la participación de todos en la evangelización para el bien común.
15. Afirmamos que quienes proclamamos el Evangelio debemos ejemplificarlo con una vida de santidad y amor. De no ser así, nuestro testimonio pierde su credibilidad.
16. Afirmamos que toda congregación cristiana debe volcarse hacia la comunidad en la que se encuentra inserta, a través del testimonio evangelizador y el servicio compasivo.
17. Afirmamos la necesidad urgente de que las iglesias, agencias misioneras y otras instituciones cristianas colaboren mutuamente en la evangelización y la acción social, y que repudien la competencia y eviten duplicar esfuerzos.
18. Afirmamos que es nuestro deber estudiar la sociedad en la cual vivimos, a fin de entender sus estructuras, sus valores y sus necesidades, y de esta manera desarrollar una estrategia apropiada para la misión.
19. Afirmamos que la evangelización del mundo es urgente y que es posible alcanzar a los pueblos no alcanzados. Tomamos la decisión de damos a esta tarea con renovado vigor durante la última década del siglo XX.
20. Afirmamos nuestra solidaridad con los que sufren por el Evangelio, y procuraremos prepararnos para sufrir de la misma manera. Trabajaremos a favor de la libertad religiosa y política en todas partes.
21. Afirmamos que Dios está llamando a toda la iglesia a llevar todo el evangelio a todo el mundo. Nos comprometemos a proclamarlo con fidelidad, urgencia y sacrificio hasta que El regrese.
Apuntes Pastorales, Volumen VII número 5