por Ministerios Alfa y Omega, Inc.
Sermón basado en Hebreos 2:5-13
Punto 3 (2.913) Dios, Jesucristo e historia: El plan de Dios para Cristo es el evento más maravilloso en todo el mundo. Ofrece la única esperanza que el hombre haya tenido jamás para alcanzar su propósito aquí en la tierra. El hombre ha caído, se ha convertido en esclavo de la maldad, y vive en un mundo corruptible y moribundo lleno de sufrimientos. Pero en medio de todo este dolor y muerte, el hombre ve a Jesús. Y al hacerlo, ve la esperanza de que todo pecado y maldad, muerte y sufrimiento de este mundo puede ser conquistado y vencido. ¿Cómo? Con lo que Dios ha planeado en Cristo; con lo que Dios ha hecho en Cristo.
A. Dios hizo a Cristo un poco menor que los ángeles para que sufriera y probara la muerte por cada ser humano. El verbo «probar» significa experimentar o tomar parte de algo. Dios envió a Cristo a este mundo para que experimentara la muerte por cada hombre.
Fíjese en las palabras «coronaste con gloria y honor». Incluso cuando Jesús estaba en la tierra, poseía la gloria y honor de Dios. Tenía la medida total del Espíritu Santo. Obedeció perfectamente a Dios porque nunca pecó, por lo tanto, aseguró la justicia perfecta; se mantuvo como el Hombre Perfecto e Ideal ante Dios.
Esto significa algo maravilloso: como el Hombre Perfecto e Ideal, cualquier cosa que Cristo hiciera se mantendría para los hombres. Fue el Hombre Perfecto e Ideal cuando
- murió, su muerte cubre al hombre y lo libera de la sentencia de morir.
- se levantó, su resurrección cubre al hombre y le asegura que él, también, se levantará y vivirá por siempre.
- fue exaltado a los cielos, su exaltación cubre al hombre y hace posible que el hombre sea exaltado en los cielos y reine sobre el universo para Dios.
Jesucristo sufrió y probó la muerte por cada hombre, por eso, Dios le ha coronado con gloria y honor celestial. Dios lo exaltó a lo más alto, a su propia diestra de autoridad y poder. Cristo hizo posible que el hombre pueda restaurar la gloria y dominio que se le prometió. Cristo hizo posible que el hombre pueda vivir eternamente con Dios y alcanzar el propósito que Dios quiere para él. Cristo hizo posible que el hombre pueda recuperar su dominio, reino y autoridad en el mundo venidero. Este fue parte del plan eterno de Dios para Cristo.
B. Dios envió a Cristo a este mundo para mostrarle al hombre la naturaleza de Dios (He 2.10). La Escritura dice: «Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten». Esta es una enorme declaración, una verdad gloriosa. Nos dice por qué Dios creó el mundo y a los seres humanos. Nos creó por él
– para que conociéramos, creyéramos y lo entendiéramos (Is 43.10).
– para que conociéramos las riquezas de la gloria de su gracia y bondad para con nosotros (Ef 2.7).
Dios desea que lo conozcamos a él y a su gloria, majestad, dominio, amor, gracia y bondad. Esta es la razón por la cual nos creó y nos prometió que vamos a reinar y gobernar al universo juntamente con Él. Sin embargo, después de que Adán cayó y perdió su comunión con Dios y su dominio sobre la tierra, ¿cómo iba Dios a revelar quién él es?, ¿cómo iba Dios a revelar su naturaleza de amor, gracia, bondad? Existe solamente una forma: a través de Cristo. Dios tuvo que enviar a su único Hijo a la tierra para revelar su Ser, para mostrarle al hombre que él es amoroso, misericordioso y bondadoso, que él quiere llenarnos de su gracia y bondad. Esto lo hizo de dos formas:
1. Dios revela quien él es, su amor y bondad, al traer muchos personas hasta su gloria. Cuando alguien cree que Jesucristo murió y resucitó, la muerte y resurrección de Cristo cubre a esa persona. Dios toma la creencia de ese individuo y la toma como la muerte y resurrección de Cristo; él realmente considera que esa persona murió y resucitó con Cristo. Por tanto, se presenta como justo ante Dios gracias a la justicia de Cristo. Consiguientemente, cuando Dios decide que es tiempo para que esa persona deje el mundo, ella se presenta justa y agradable ante Dios, y Él es capaz de transferirla a su gloria. Más rápido que un pestañear, Dios lleva al creyente hasta el cielo, justo ante su presencia. A través de Jesucristo (de su muerte y resurrección) Dios es capaz de traer muchos hijos hasta su gloria. De esta forma, se puede alcanzar el propósito eterno de Dios para con los hombres.
– Cuando el creyente vea cara a cara a Dios, conocerá las riquezas gloriosas de la gracia y bondad del Padre. Mateo 13.43; Juan 14.23, 17.24; 2 Corintios 4.17; 2 Corintios 5.8; Filipenses 3.2021; Colosenses 3.4; 1 Tesalonicenses 4.17; 2 Timoteo 2.10
– El creyente estará ante Dios en gloria, adoración y servicio. Servirá al Señor Jesucristo al gobernar y reinar con Él por la eternidad en los cielos y tierra nueva. Isaías 32.1; Jeremías 23.5; Daniel 7.14; Mateo 16.27, 25.23, 25.34; Lucas 1.33, 12.4244; Romanos 8.1617; 2 Timoteo 4.1; Tito 3.7; Apocalipsis 5.10, 20.4, 21.17
2. Dios revela quien él es, su amor y bondad, al perfeccionar el capitán de nuestra salvación (Jesucristo) a través del sufrimiento. La palabra «capitán» [archegos] significa el descubridor, el pionero, el autor, el fundador, el origen. Significa aquel que resplandece y atraviesa lo que sea para que sus seguidores puedan acompañarlo. Jesucristo marcó el camino para llegar a Dios. Hizo esto posible al sufrir todas las experiencias humanas. Se mantuvo perfecto a través de todos sus sufrimientos. Nunca pecó; nunca falló, ni siquiera una vez. Aprendió perfectamente la obediencia por todas las experiencias que soportó. Y al hacerlo, aseguró una justicia perfecta y eterna para los hombres. Él es el pionero perfecto que trazó el camino para llegar a Dios. Él es el Hombre Perfecto e ideal que cubre a todas las personas…
que creen y confían que él las cubre.
que creen y confían que él los hace agradables ante Dios.
Dios revela quien él es a través de Cristo. Sabemos que Dios es amoroso, misericordioso y bondadoso porque envió a su Hijo a sufrir por nosotros. Sus padecimientos (todo lo que soportó para pagar por nuestra salvación) muestran como Dios es. Dios es amor.
– Al enviar a Cristo a cargar nuestra culpa y castigo por nuestros pecados demuestra que él es amor.
– Al prometer que nos exaltará hasta la gloria demuestra que él es amor.
No obstante, recuerde que todo esto es a través de Cristo. Esto forma parte del plan eterno de Dios para su Hijo. Dios planeó que Cristo viniera a salvarnos para que así pudiéramos ver y conocer que él es amoroso, misericordioso y bondadoso. Romanos 5.8; Juan 3.16; Efesios 2.47; 1 Juan 3.1
C. Dios envió a Cristo para compartir equitativamente con los santos quienes son los creyentes. La persona que santifica y afirma a los creyentes es Cristo. La palabra «santificar» significa apartar y separar para Dios. Significa que una persona decide alejarse del mundo y apartar su ser los pecados para vivir por Cristo. Fíjese en estos hechos gloriosos:
1. Cristo y los creyentes pertenecen a uno, es decir, a Dios. Ambos tienen el mismo Padre (He 2.11). Por medio de Cristo, los creyentes nacen de nuevo, un nacimiento espiritual que proviene de Dios. Empiezan a formar parte de la familia de Dios. Dios se convierte en su Padre así como él lo es con Jesucristo. A través de Cristo, los creyentes tienen el mismo Padre que Jesucristo tiene. Romanos 8.15; Gálatas 4.46
2. Cristo y los creyentes comparten la misma posición, la de ser hermanos (He 2.11). Cristo no se avergüenza de llamar a un creyente hermano. Pero recuerde el por qué: los creyentes confían en Él como su Salvador y han apartado su vida para vivirla para Él. Mateo 12.50; Romanos 8.1617; Efesios 2.19, 3.15
3. Cristo y los creyentes comparten la misma adoración (He 2.12). Esta es una imagen de adoración, Cristo declarando el nombre de Dios a sus hermanos en medio de la iglesia o congregación (citando Sal 22.22). Cristo vive dentro de los corazones y vidas de los creyentes, incitándolos a aprender y adorar más a Dios. Salmos 67.3; Romanos 15.6; 1 Corintios 6.20; Hebreos 13.15; 1 Pedro 2.9
4. Cristo y los creyentes comparten la misma verdad (He 2.13; citando Sal 18.2; Is 8.17) Cuando Cristo estaba en la tierra, confió perfectamente en Dios, nunca pecó ni le desobedeció. Por eso, Cristo es capaz de presentar a los creyentes ante Dios. Cristo guía a los creyentes para que confíen en Dios y aprendan a confiar más en Él. Juan 6.2829; Romanos 5.1; Efesios 6.16; Hebreos 11.6; 1 Juan 3.23
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