Biblia

El poder de Jesús sobre los espíritus, Parte II

El poder de Jesús sobre los espíritus, Parte II

por Ministerios Alfa y Omega, Inc.

Sermón basado en Marcos 1.23–28

Texto bíblico: Marcos 1.23–-28

Punto 2 (1.25–-26) Jesucristo: poder y salvación: La segunda imagen es acerca del poder de Jesús.

  • Jesús reprendió al espíritu inmundo. Fíjese en la palabra que utilizó: «¡Cállate…!» Jesús no aceptó el testimonio demoníaco acerca de su calidad de Mesías ¿Por qué? Porque tal conocimiento era involuntario, o sea, de la mente. Era sólo el conocimiento mental de que Jesús era el Hijo de Dios, no provenía del corazón ni de la voluntad de seguir a Jesús. No significaba que quería nacer de nuevo. El testimonio que Jesús quiere es del hombre que ha tomado la decisión de reconocerlo como Señor; el testimonio de un corazón realmente cambiado; movido por el Espíritu de Dios para confesar: «Tu eres el Santo de Dios». Marcos 8.29 Fíjese también en el poder de Jesús. Echó al espíritu inmundo, ¿cómo?, con su palabra, simplemente al decir: «Sal de él». Medite por un momento acerca del poder de la Palabra de Dios. Sencillamente dijo lo que quería, echar el espíritu inmundo fuera del hombre, y así ocurrió. ¡Necesitamos aprender a depender de su palabra para confrontar los espíritus malignos de este mundo! Hebreos 4.12; Jeremías 23.29 Debemos hacer una confesión verdadera acerca de Jesús, y esta debe provenir de un corazón limpio y lleno de fe. Romanos 12.1–2; 1 Corintios 6.17–18
  • El espíritu maligno obedeció. Fíjese en la palabra «sacudiéndole» [sparasso]. Esto significa que hubo convulsiones. Aparentemente, el hombre tuvo convulsiones y sacudidas y clamaba a gran voz. La pregunta que a veces se hace es: ¿Por qué todo esto? ¿Por qué una escena de esta magnitud? ¿Por qué Jesús no sano al hombre de una forma serena? Probablemente por dos razones:
  • Los espíritus malignos e impuros son fuerzas poderosas que tienen un mando enorme para esclavizar y poseer a los hombres. Su poder puede percibirse claramente en una escena convulsiva y ruidosa. La gente necesitaba saber que Satanás y las fuerzas malignas del mundo son los verdaderos enemigos que esclavizan a la humanidad con su hábitos sucios,embriagantes e inmorales.
  • El hombre estaba poseído por un espíritu inmundo. La convulsión y el clamor eran evidencias de que el espíritu realmente estaba en el hombre.
    • La convulsión y el clamor demostraron que Jesús tenía toda la autoridad y calidad de Mesías. Él realmente estaba conquistando la fuerza maligna dentro del hombre, y sólo Dios tiene tal poder. Cuando el espíritu inmundo de una persona es echado, cuando una persona realmente cambia y es limpiada, el o ella sufre una experiencia convulsiva. La conversión siempre es una vivencia y un cambio convulsivo. Hechos 3.19; Romanos 6.16–23, 7.23–25; 2 Corintios 5.17; 1 Pedro 1.23; Salmos 19.7

    Punto 3 (1.27–28) La decisión y la reacciones acerca de Jesucristo: La tercera imagen es sobre el impacto y las tres reacciones de las personas:

  • Se asombraron [ethambethesan], se sorprendieron. Lo que habían presenciado era algo increíble. Sin hechizos ni invocaciones o formas de exorcismo, Jesús sencillamente dijo, «sal de él»; y el espíritu inmundo fue echado dramáticamente fuera del hombre. La gente estaba conmocionada e impactada.
  • Se preguntaban y murmuraban entre ellos, «¿qué es esto? ¿qué nueva doctrina (poder o revelación) es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen?» La gente estaba haciendo justamente lo que Jesús había querido. Se estaban preguntando si él era el Mesías.
  • Difundieron su fama por todos lados. Imagine las conversaciones en las tiendas, negocios, casas, y en las calles mientras las personas viajaban alrededor de la provincia y del mundo.
  • El impacto sobre nosotros debería ser el mismo. Las tres reacciones deberían caracterizarnos como testigos del poder de Dios para cambiar y sanar vidas. Pero a pesar de esto, ¡muchos de nosotros nos hemos endurecido al evangelio! 2 Timoteo 2.2; 1 Pedro 3.15; 1 Juan 1.3

    Usado con permiso.

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