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El pueblo fracasado Deuteronomio 1:1–46

El pueblo fracasado Deuteronomio 1:1–46

Viajar de Panamá hasta los Estados Unidos de Norteamérica es una excursión fascinante. Los países de Centroamérica son muy pequeños, por lo que a intervalos cortos se deben cruzar distintas fronteras. Esta experiencia es siempre una aventura. El viajero nunca sabe qué va a suceder al encontrarse con los oficiales de aduana. Aunque todos sus papeles estén en regla, con cada paso fronterizo surge algo de preocupación. Cuando todo el procedimiento ha terminado, y el carro se desliza por carretera abierta, se siente un alivio extraordinario, porque ha terminado otra etapa de la aventura.

Los israelitas iban viajando de Egipto a la tierra prometida. El registro de Deuteronomio comprende los acontecimientos que sucedieron cuando el pueblo se encontraba en la frontera entre Transjordania y Canaán, al este de la tierra prometida. En aquel entonces no había puestos de migración ni aduana, pero tal vez la nación sentía preocupación al enfrentar la aventura de cruzar la frontera y después el río Jordán, para tomar posesión de la tierra que el Señor les había ofrecido.

INTRODUCCIÓN GENERAL AL LIBRO DE DEUTERONOMIO

Situación histórica

En Deuteronomio, Moisés recuerda al pueblo una y otra vez que Jehová los había sacado de Egipto y liberado de la opresión. El Exodo ya era historia pasada (5:6; 1:6). Los israelitas ya habían pasado cuarenta años peregrinando en el desierto (1:3; 2:7; 8:2, 4; 29:5). Al final de ese período, se encontraban listos para cruzar el Jordán y ocupar la tierra (1:8). Se encontraban en la frontera oriental, y seguramente que sufrían las mismas inquietudes que nosotros cuando cruzamos una frontera para penetrar en país extraño.

Autor y fecha

Los eruditos bíblicos discuten mucho estos aspectos, pero no hay razones de peso que nos convenzan de que el autor y fecha sean diferentes a los que encontramos en el mismo libro. Deuteronomio siempre pone a Moisés como el autor (1:1, 5, 9) y la fecha aproximada es a finales de la peregrinación (1:1–5).

Además de esta evidencia interna, tenemos que tomar en cuenta el testimonio de Cristo y los apóstoles, quienes al citar el libro de Deuteronomio lo atribuyeron a Moisés.

Testigo Nuevo Testamento Deuteronomio
CRISTO Mat. 19:7–8 24:1–4
Mat. 22:24 25:5
Juan 8:5 22:22–23
PEDRO Hechos 3:22 18:15, 18
ESTEBAN Hechos 7:37 18:15, 18
PABLO Romanos 10:19 1 Cor. 9:9 32:21 25:4
Autor de Hebreos Hebreos 10:28 12:21 17:2–6; 19:15 9:19

Es interesante notar que el contenido de los textos de Deuteronomio no se encuentra en ninguna otra parte del Pentateuco. Pero los personajes citados arriba afirmaron claramente que Moisés era el autor de esas citas.

La fecha aproximada en que Moisés se dirigió al pueblo fue 1400 a. C. al final de los cuarenta años de vagar por el desierto.

Esencia

¿Cuál es la esencia de este libro y de qué se trata? ¿Qué tipo de literatura es? En los primeros versículos tenemos por lo menos dos indicios que nos ayudan a contestar estas preguntas. El primero tiene que ver con el nombre del libro. Los hebreos tenían la costumbre de denominar un libro usando la primera palabra o frase del mismo. Entre ellos, el nombre más popular para este quinto libro del Pentateuco es “Estas son las palabras” (1:1). La frase agrega que Moisés es quien las comunica.

La Biblia castellana adoptó el mismo nombre que el que aparece en la Septuaginta y la Vulgata Latina. Estas versiones interpretaron mal una palabra que se encuentra en 17:18. En vez de “una copia de esta ley” tradujeron “esta segunda ley” (Deutero=segunda, nomos=ley). Así que del versículo primero aprendemos que Deuteronomio contiene las palabras o discursos de Moisés. Conviene notar que casi todo el libro incluye los sermones que Moisés dirigió al pueblo.

El versículo cinco nos proporciona la segunda pista. La frase clave es “resolvió Moisés declarar esta ley”. El verbo “declarar” significa literalmente grabar en piedra y se usa en 27:8 en la frase “escribirás muy claramente en las piedras”. La idea es de exponer y hacer claro el significado. Moisés no estaba dictando una segunda ley, sino sólo exponiendo la ya existente, la mosaica. El libro en su totalidad es una exposición de la ley de Moisés y no solamente una repetición de ella.

Importancia

El libro que estudiamos ejerció mucha influencia en Israel a través de toda su historia. Durante el reinado de Josías (2 Reyes 22) se descubrió un “libro de la ley” mientras limpiaban el templo. Algunos creen que este pasaje se refiere a Deuteronomio y otros afirman que fue todo el Pentateuco. En cualquier caso, Deuteronomio influyó en el avivamiento que comenzó después de su lectura. En la época de Nehemías hubo otro avivamiento que también se basó en la lectura de, cuando menos, el libro que estamos estudiando (Nehemías 8–9). Por lo que sabemos, en esas dos ocasiones, los sermones de Moisés provocaron una renovación espiritual en el pueblo de Israel.

¡PENSEMOS!
Tome el tiempo necesario para leer y meditar en 2 Reyes 22:3–23:3 y en Nehemías capítulos ocho y nueve. ¿Cómo se produjo el avivamiento por la lectura de la ley? ¿Piensa que hoy en día se puede hacer la misma obra? Analice sus hábitos de estudio bíblico. Si busca renovar su vigor espiritual, debe descubrir de nuevo su Biblia.

Otra indicación de la importancia de Deuteronomio en Israel se encuentra por el uso que se hace de él en el Nuevo Testamento. Cristo repelió la tentación de Satanás citándolo tres veces (Mateo 4:4, 7, 10). Los escritores sagrados se refirieron a él por lo menos 80 veces, convirtiéndolo así en uno de los más citados de todo el Antiguo Testamento.

Propósito

Recuerde que el pueblo se encontraba en la frontera oriental de la tierra prometida después de haber pasado 40 años vagando por el desierto. La forma más sencilla de expresar el objetivo de Deuteronomio es decir que los discursos de Moisés eran para preparar a la nación para entrar y posesionarse de Canaán.

La preparación se plasmó en exposiciones de la ley que Israel había recibido hacía cuarenta años. Moisés recalcó que si querían disfrutar de todas las bendiciones divinas, tendrían que vivir de acuerdo con las estipulaciones de la ley. Esta se dio no como una dura carga que debían soportar, sino como un manual de instrucciones que debían seguir si deseaban disfrutar del bienestar total (shalom). A su vez, Moisés les instruyó sobre qué hacer para asegurar que la ley ocupara el lugar debido en su vida.

Tema central

La enseñanza principal del libro puede expresarse por medio del título divino que más se ocupa en él: “Jehová [pronombre] Dios”. El primer elemento (Jehová) se usaba para referirse al Dios del pacto, quien se relacionaba directamente con Israel. El segundo (Elohim) enfoca su inmenso poder y majestad. Combinando los dos, aprendemos que Moisés quería enseñar que el Señor era Soberano de Israel. Toda la vida tenía que relacionarse con ese Dios omnipotente. La soberanía divina sobre su pueblo es el tema central.

El pronombre en el título cambia según el cuadro:

JEHOVÁ SU DIOS     2 VECES

JEHOVÁ MI DIOS     3 VECES

JEHOVÁ NUESTRODIOS     23 VECES

JEHOVÁ VUESTRODIOS     48 VECES

JEHOVÁ TU DIOS     228 VECES

Es obvio que Moisés quería personalizar su mensaje. Hay tres textos en que el último título se repite tres veces en el mismo versículo (10:12; 12:18; 23:5). La enseñanza llega a su clímax cuando en 28:58 el predicador dice: “temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS”. Jehová tenía que ser el Soberano y Señor de la vida de cada israelita como individuo.

Texto clave

Todas las verdades básicas de Deuteronomio se encuentran en el texto clave: 7:6–11. Jehová es tu Dios: porque te amó (vv. 7–8), te escogió (vv. 6–7), te redimió (v. 8b) y entró en pacto contigo (vv. 8–9). Tomando esto en cuenta, debes amarlo (v. 9) y obedecerlo (vv. 9, 11). Si haces su voluntad, habrá bendición (v. 9) y si no la haces, habrá maldición (v. 10). Estos temas se repiten vez tras vez por todo el libro.

El mensaje era clarísimo. Si querían vivir en la tierra prometida, disfrutando de todas las bendiciones divinas, tenían que reconocer la soberanía divina en todos los aspectos de su vida. El Señor es Señor de todo.

Estructura literaria

Todos los eruditos bíblicos reconocen que Moisés arregló su material para seguir el mismo patrón de los pactos que se hacían entre soberanos y vasallos en el tiempo del segundo milenio antes de Cristo. Cada sección de Deuteronomio representa un elemento de tal tratado.

Preámbulo:

El mediador del pacto     1:1–5

Prólogo histórico:

La historia del pacto     1:6–4:49

Estipulaciones del pacto: La vida bajo el pacto.

  1. El gran mandamiento5:1–11:32
  2. Los mandamientos complementarios12:1–26:19

Sanciones del pacto:

Ratificación del pacto, bendiciones y maldiciones, juramento del pacto     27:1–30:20.

Disposición dinástica:

La continuidad del pacto     31:1–34:12.

El bosquejo que usaremos en este comentario es el siguiente:

INTRODUCCIÓN GENERAL     1:1–4

  1. PRIMER DISCURSO DE MOISÉS PRÓLOGO HISTÓRICO1:5–4:43
  2. SEGUNDO DISCURSO DE MOISÉS PACTO MOSAICO4:44–26:19

III. TERCER DISCURSO DE MOISÉS PACTO PALESTINO     27:1–30:20

  1. DE MOISÉS A JOSUÉ31:1–34:12

La introducción general (1:1–4) contiene toda la información que necesitamos para ubicarnos. Por lo menos tres preguntas se contestan. ¿Quién? Moisés es el autor de los sermones que tenemos en el libro (vv. 1, 3). ¿Dónde? Se encontraban en Transjordania al oriente del río Jordán (vv. 1,5). ¿Cuándo? Después de pasar cuarenta años vagando por el yermo (v. 3).

La primera división principal abarca desde 1:5 hasta 4:43. En estos capítulos encontramos el primer discurso de Moisés. El enfoque principal de este sermón es el pasado. En preparación para cruzar la frontera a la tierra prometida, Moisés recuerda a los israelitas lo que Dios ya había hecho por su pueblo. Su mensaje central es que puesto que el Señor había hecho tanto en el pasado, el pueblo podría esperar que hiciera cosas semejantes en el futuro, cuando entraran en Canaán.

INTRODUCCIÓN AL PRIMER DISCURSO 1:5–8

Moisés expresa que su propósito es declarar (exponer, elucidar) la ley que Dios había dado a su pueblo en Horeb (Sinaí) hacía cuarenta años (vv. 5–6a). En su introducción, expone dos mandatos y una promesa. En el primer mandato (vv. 6–7), Jehová dio la orden de que la nación se movilizara.

Debían salir del monte Sinaí y comenzar el viaje que les llevaría hasta el río Eufrates. Antes de salir de Horeb, el Omnipotente les dio una promesa inquebrantable: “Yo os he entregado la tierra” (v. 8a). Esta promesa divina es la base de otro mandato que sólo los humanos podían cumplir: “Entrad y poseed la tierra que Jehová juró a vuestros padres”. La victoria estaba asegurada, pero no podrían verla si no obedecían la orden de entrar y tomarla en posesión. Este recordatorio era muy propicio en las circunstancias históricas en que se encontraba el pueblo.

SUCESOS AL PRINCIPIO DE LA PEREGRINACIÓN 1:9–46

El predicador divide su mensaje entre los acontecimientos al comienzo y al final de la peregrinación por el desierto. Los primeros se encuentran en el capítulo uno y los segundos en los capítulos 2–4. De los tantos sucesos acaecidos, seleccionó los más relevantes para el pueblo que se encontraba próximo a entrar en la tierra.

La organización del pueblo 1:9–18

Recién salidos de Egipto y antes de recibir la ley en Sinaí, Moisés se dio cuenta de que el pueblo tenía que ser organizado (Exodo 18:13–27). Cuarenta años después, expuso este suceso para recordar a la nación que al entrar en la tierra prometida, tendrían que conservar la misma organización justa y no caer en la anarquía ni la administración injusta.

El problema vv. 9–12. El primer aspecto del problema era la incapacidad de Moisés de gobernar al pueblo. El confesó: “Yo solo no puedo llevaros” (v. 9). No podía ni debía él llevar toda la responsabilidad. El tamaño de la multitud lo hacía imposible (vv. 10–11). Según Números 1:45–46, había 603, 550 varones que podían salir a pelear. Los demógrafos dicen que con mujeres, niños y ancianos, el total de israelitas en el desierto sería cerca de dos millones. ¿Qué individuo podría atenderles solo? Además de esto, el pueblo era bastante problemático (v. 12). Padecía de molestias (término general que se refiere a toda carga o dificultad), cargas (tributos injustos impuestos a la fuerza o juicios pronunciados contra otros), y pleitos (demandas legales).

La solución vv. 13–18. ¿Cómo podría Moisés salir de este problema? Organizando al pueblo y delegando las responsabilidades. Esa fue la sugerencia de su suegro Jetro. El gran caudillo primeramente nombró líderes (vv. 13–15). El texto usa cuatro títulos para ellos: jefes es término general que significa literalmente cabezas (vv. 13b, 15a), capitanes (jefes de millares, etc.) enfoca sus deberes militares (v. 15b), gobernadores (escribas o sobreveedores) que implica su papel político (v. 15c), y jueces, indicando su responsabilidad judicial (v. 16). Habiendo nombrado a los líderes, procedió a darles las instrucciones básicas. Su ministerio debía caracterizarse por la justicia (v. 16), la imparcialidad (v. 17a) y la temeridad (v. 17b). En casos difíciles, todos contarían con Moisés como último recurso (17c). Note que los requisitos que necesitaban llenar se encuentran en el versículo 13: sabiduría, discernimiento y buena reputación.

¡PENSEMOS!
¿Cuál es su actitud hacia el liderazgo? ¿Cree que usted mismo o algún otro es capaz de hacerlo todo solo? Reconozca que esto es imposible y que el plan de Dios es tener múltiples individuos participando activamente en la ejecución de su obra.

Cuando cruzaran la frontera y entraran a ocupar la tierra, tendrían que mantener esta misma organización equitativa y justa para que el pueblo prosperara.

El fracaso en Cades-barnea 1:19–46

El segundo incidente que expuso Moisés era para exhortar al pueblo acerca de las actitudes que debían tener al cruzar el límite de Canaán. Cades-barnea era el último pueblo antes de entrar en la tierra desde el sur. Lógicamente, habiendo llegado hasta allí, la nación seguiría de frente y ocuparía la buena tierra, pero eso no sucedió. El siervo de Dios les recordó lo sucedido para que no pasara lo mismo en la segunda vez que los israelitas llegarían a la frontera.

Obediencia v. 19. El pueblo obedeció el mandato de 1:6–7a. Salieron de Horeb y en aproximadamente once días llegaron a Cades-barnea. Habían comenzado bien, pero veremos que siguieron mal.

Misión de los doce espías vv. 20–25. En vez de subir y tomar posesión de la tierra, decidieron enviar una comisión para reconocerla y, basándose en el informe, decidir si seguirían obedeciendo o no. Los espías reportaron que, por un lado, la tierra era en verdad buena (v. 25b), pero, por otro lado, había obstáculos que impedirían su conquista (v. 28b).

Rebelión del pueblo. Primera fase vv. 26–40. Casi todo el pueblo siguió la recomendación de la mayoría de los espías y optaron por no seguir adelante. Dijeron: no entraremos. El texto menciona cuatro acciones rebeldes: no quisieron (v. 26a), fueron rebeldes (v. 26b), murmuraron (vv. 27–28) y no creyeron (v. 32).

Hebreos 3:18–19 dice que no entraron en la tierra por desobediencia e incredulidad. Deuteronomio indica que el problema principal fue la cobardía del pueblo. Tenían miedo (vv. 21, 28–29). En vez de estar temerosos debían confiar en Jehová. Moisés les dio tres razones (vv. 29–33). Debían creer en el Señor porque él:

PELEABA POR ELLOS COMO GUERRERO V. 30

LOS PROTEGÍA COMO PADRE V. 31

LOS GUIABA COMO PASTOR V. 33

La reacción del Señor a la rebelión de Israel se relata en los versículos 34–40. Prohibió la entrada de la mayoría rebelde (vv. 34–35, 37). Prometió la entrada a algunos (vv. 36, 38–39). Emitió un nuevo mandato (v. 40). En vez de seguir adelante, debían regresar al desierto hasta que murieran todos los que no podían entrar.

Rebelión del pueblo. Fase dos vv. 41–46. La voluntad de Dios era muy clara. Debían volverse al yermo y no entrar en la tierra prometida. Frente a este mandato inconfundible, el pueblo dijo: subiremos y pelearemos (v. 41). Esta actitud fue condenada por Jehová en el versículo 42: “No subáis, ni peleéis”. Desobedecieron, y el resultado fue una derrota rotunda (v. 44). El problema en esta ocasión fue la altivez (v. 43). Depositaban toda su confianza en sí mismos y sufrieron las consecuencias.

Cuarenta años después, Israel se encontraba en la frontera y su caudillo les enseñó que no debían enfrentar la conquista de la tierra ni con temor ni altivez, sino confiando en y obedeciendo a Jehová su Dios, el Soberano del universo.

¡PENSEMOS!
¿Qué actitud tiene cuando se enfrenta con el reto de hacer suyas las promesas del Señor? Puede responder como lo hizo Israel: con miedo o con altivez. Ambos sentimientos están equivocados. Las actitudes correctas son la confianza y la obediencia. Pídale al Padre que le dé el valor necesario para ser confiado y obediente.

Lloyd, R. (1994). Estudios Bı́blicos ELA: Al este de la frontera (Deuteronomio) (5). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.