El que tiene oidos
por Christopher Shaw
Hemos sido llamados a poner toda nuestra atención en lo que DIos nos dice
Versículo: Hebreos 2:1
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2:1 Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo.
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Una de las características de Hebreos que desconcierta al lector es que pareciera que ocasionalmente el autor se fuera por «las ramas». En el capítulo 1 vemos un ejemplo de esto, al enfocarse en un extenso argumento acerca de la superioridad de Jesús sobre los ángeles. El camino recorrido, sin embargo, resulta lógico y conveniente para los lectores de origen hebreo, pues la autoridad de Jesús era un tema álgido entre los judíos. El autor de Hebreos nos regresa ahora a la esencia del mensaje que quiere compartir con nosotros. Ya señaló que Dios habló, en el pasado, de muchas maneras y por muchos caminos. En este tiempo ha escogido hablar por medio de su Hijo. El conectivo «por eso» con que inicia el primer versículo del capítulo 2 vincula el próximo argumento con lo que expresó en los primeros dos versículos del primer capítulo. Es una frase que nos alerta a la respuesta que se espera de nosotros frente a semejante acontecimiento. Y, ¿qué es lo que espera el autor de Hebreos de sus lectores? «debemos prestar mucha atención a las verdades que hemos oído». – NTV Entiendo que no existe una palabra con mayor importancia que otra. Dios no pronuncia palabras insignificantes. Ninguna de ellas contiene menor grado de verdad que la otra. Toda Palabra que procede de la boca de Dios es verdad y merece nuestra más cuidadosa atención. El argumento que persigue el autor de Hebreos, sin embargo, no radica en el peso de la Palabra hablada sino en el peso de la persona que la ha traído. Frente a la demostración de la autoridad suprema de Jesús sobre los hombres y, también, sobre los ángeles, nos insta a que prestemos especial atención al mensaje que nos ha traído. Toda Palabra que procede de la boca de Dios es verdad y merece nuestra más cuidadosa atención. El término «prestar atención» podría traducirse: estar alertas, examinar con cuidado, considerar con detenimiento. La imagen torna inconcebible un bostezo, una distracción, una momentáneo descanso. Más bien nos imaginamos a una persona sentada en el borde de la silla, inclinándose hacia al que habla, mirándolo fijamente, intentando compenetrarse con cada sílaba que pronuncia. No podemos, como los discípulos en Getsemaní, darnos el lujo de quedarnos dormidos en el instante preciso, alrededor del cual gira el destino eterno de los hombres. Entendemos por esto que el significado pleno de todo lo que Dios nos ha hablado por medio de Jesús no se les revelará a los que padecen pereza espiritual. Quizás, por esta razón, el Mesías solía terminar algunas enseñanzas con la frase: «el que tiene oídos, que oiga». Con ella indicaba que algunas verdades solamente serían reveladas a los que atienden, con el más especial interés, a lo que él ha hablado. Nosotros queremos ser contados entre los que prestan acuciosa atención. Esta clase de solicitud tiene que ver con una actitud espiritual, nacida en lo más profundo de nuestro ser, a la que la Palabra a veces llama «hambre y sed» de Dios.
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