El rico y Lázaro

por Ministerios Alfa y Omega, Inc.

Sermón basado en Lucas 16.19–31

Introducción:

Antes de iniciar, analicemos dos aspectos. Jesús empezó a contar una historia sobre un hombre llamado Lázaro. Cuando Jesús compartía una parábola, nunca le ponía nombres a sus personajes. Él tampoco dijo que la historia era una parábola. Estos dos aspectos, más el lenguaje que utilizó en la narración, señala que era una experiencia real. Por supuesto hay que recordar que las verdades eternas y espirituales deben ser descritas con un lenguaje humano y terrenal. Esto de ninguna manera disminuye las bendiciones y el terror de la verdad; al contrario, la verdad eterna es mucho más bendita y mucho más aterradora que cualquier otra descripción humana.



Bosquejo de la enseñanza:


1. Diferencias en la vida (v. 19–21).


2. Diferencias en la muerte: Lázaro murió y fue llevado al paraíso; el rico murió y fue sepultado (v. 22).


3. Diferencias en la eternidad (v. 23-31).



Puntos a desarrollar:



Punto 1. (16.19–21) La vida de los cristianos: Existen cuatro diferencias en la vida.



1. El primer hombre se llama Lázaro y el hombre rico no tiene nombre. Esto es una diferencia muy grande: el ser conocido y honrado por Dios; y ser desconocido ni honrado por Dios. El hombre rico no conocía a Dios; por tanto, Dios ni lo conocía ni lo había honrado. Para Dios no tenía nombre. Por el contrario, Lázaro sí conocía a Dios y Dios lo conocía a él. Hasta su propio nombre, Lázaro, significa «Dios es mi ayuda o ayudador». Confió en Dios para que cuidara de él. Sus ojos estaban puestos en los cielos y en las bendiciones del más allá, y no en la tierra. (Nota: en algunas versiones de la Biblia de traducciones al inglés, el hombre rico es conocido como Dives. Dives es la palabra en latín para acaudalado. Sin embargo debemos recordar que Jesús no la puso nombre al rico). Juan 10.14; 1 Corintios 8.3, 13.12; Gálatas 4.8–9



2. El hombre rico era adinerado; Lázaro era un mendigo (vea el anexo #1: Pecado, Lc 16.19–21).



3. El hombre rico estaba sano; Lázaro estaba lisiado. Lázaro tenía llagas por todo su cuerpo por eso no podía trabajar ni obtener dinero para vivir. Estaba echado en la puerta del hombre rico; incapacitado para caminar. Era una persona de la calle, no porque así lo había querido sino porque estaba discapacitado. No tenía familia o amigos que lo amaran lo suficiente como para cuidar de él. ¡Qué tragedia la de Lázaro y qué acusación para los hombres! Fíjese que la acusación está dirigida hacia el hombre rico y no hacia la sociedad. La sociedad es una idea; los hombres son una realidad. El término «sociedad» le permite a algunos hombres, incluso hasta algunos trabajadores sociales, escapar de la responsabilidad. También le permite a las personas obtener mejores salarios, un buen estilo de vida, y un bienestar personal, mientras los más necesitados continúan sufriendo. Cada hombre es personalmente responsable por los necesitados de la tierra. Esa es la perspectiva cristiana. En este caso el hombre rico era responsable de Lázaro.


4. El rico comía espléndidamente; Lázaro tenía que mendigar ya que era discapacitado. Imagínese a Lázaro tendido junto a la puerta del rico (muchas personas no permitirían esto). El rico estaba muy ocupado con su propia vida, intereses y placeres que ignoró el hecho de que Lázaro estaba a su puerta. El hombre rico ni ayudó ni parecía que le importaba. Mientras Lázaro esperaba por las migas que caían de la mesa del rico, demasiado débil como para espantar a los perros que lamían sus heridas, encontró paz y esperanza en Dios. El rico tenía abundancia en su mesa y luego tiraba las migajas. Estas migajas eran las que Lázaro esperaba.



Punto 2. (16.22) Muerte: Existían diferencias en la muerte.



Lázaro murió y fue llevado al paraíso; el rico murió y fue sepultado. Fíjese en lo único que dice la Palabra acerca del hombre rico: «murió también el rico, y fue sepultado».



Que final más decepcionante y terrible para un hombre que lo tenía todo. El rico probablemente fue sepultado con sus finos vestidos y en la mejor tumba de todo el cementerio. Tuvo el funeral más impresionante, seguramente mucha gente de la alta sociedad de su comunidad asistió. Las palabras que dijeron acerca de él probablemente fueron elogios, palabras que reconocían su respetabilidad y contribución a su sociedad, a su comunidad y a su religión. Es posible que hasta edificaran un monumento muy costoso sobre su tumba. Sin embargo, su experiencia fue la madre de todas las tragedias. Nunca supo nada al respecto porque no estaba ahí para disfrutarlo. Sencillamente murió y fue sepultado.



No obstante, fíjese lo que dice la Palabra acerca de Lázaro: «murió y fue llevado al seno de Abraham» o paraíso. Tres hechos son importantes aquí:

  • Lázaro vivió a pesar de que su cuerpo estaba muerto. Su ser, espíritu y alma, no murió, no dejó de existir, no cayó en un sueño profundo.
  • Los ángeles inmediatamente fueron al encuentro del alma de Lázaro. Instantáneamente, tan rápido como pestañea un ojo, los ángeles fueron a su encuentro y llevaron su alma hasta el paraíso (vea anexo #2: El seno de Abraham, Lc 16.22).
  • Lázaro fue llevado hasta el propio lugar donde emana la prosperidad; donde están todos aquellos que han confiado en Dios; el lugar donde Abraham está; el propio Paraíso de Dios. Lea Juan 3.16, 3.36, 5.24; 2 Corintios 4.17; Gálatas 6.8; 2 Pedro 1.10–11


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