El sacrificio de un Padre

Mensajes Cristianos | Predicas Cristianas

Introducción:  

Cuando somos hijos muchas veces no entendemos los pensamientos de nuestros padres, y creemos en muchas ocasiones que están errados. Pero cuando tenemos el privilegio de ser padre recordamos y llegamos a sentir lo que ellos algunas veces sintieron. Nunca logramos a  entender a una persona cuando nunca hemos vivido esa la situación de él o ella. Y lo  que  es peor no haber vivido esa realidad y somos los críticos que procedemos a JUZGAR.

La palabra de Dios dice: “Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, …. en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. “…Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijo…”

En muchas ocasiones medito sobre este versículo. Miro a mi hijo dormido, jugando, comiendo y reflexiono, y me imagino como Dios me estará mirando lo que hago o dejo de hacer sobre su voluntad.

Y cuando mi hijo no  come, no se deja vestir lo corrijo, así mismo lo veo a Dios diciéndome hiciste esto mal debes corregir, hablando y deseándome que mejore que me esfuerce y que sea valiente, que no desmaye porque la gloria postrera será mejor que la primera, porque el reino celestial son para los que arrebatan las promesas y me siguen.  

TU ELIGES A QUIEN SEGUIR

Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Mateo 7:14

En una conversación como una amigo del colegio lo invitaba a la iglesia, y me dijo que no era creyente y le conteste ¿en quién crees? Él respondió que no compartía mi creencia, le dije, sin entrar en detalle, que era libre en elegir en quién creer. Después pensé en hablar de la palabra de Dios, pero él había puesto una barrera a escuchar, y cuando eso ocurre en vez de obtener un resultado produce un malestar, y en muchas ocasiones contiendas.

DEBEMOS DE SER RECIPROCOS ANTE UN SACRIFICIO HECHO

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16

Hay un refrán  que dice: Manos dan reciben, cuando recibimos una invitación de parte de una persona a quien conocemos y estimamos mucho hacemos lo posible por aceptar la invitación. Lo mismo ocurre cuando Dios tomó la decisión  pagar el precio por nuestros pecados a tal punto  dar a su hijo para que su creación no se perdiera mas tenga vida eterna este SACRIFICIO debe ser recíproco antes nuestras obediencia, estilo de vida, voluntad y sobre todo perseverancia.

CONCLUSIÓN:

Es difícil saber que un hijo debe ser sacrificado bajo nuestro entendimiento terrenal, Ud. dirá pero el que decisión fue Dios. Las preguntas surgen,   ¿Tenía que hacerlo?, ¿Por qué lo hizo?, ¿Qué lo motivó hacer de entregar a su hijo? ¿Será, que no amó a su hijo?… Todas estas pregunta nos llevan a un conclusión todo lo hizo por AMOR .

Existe una fuerza que sobrepasa todo entendiendo y esto es el AMOR a su hijos.  Pregúntese  ¿SOY RECÍPROCO ANTE SU AMOR?  Es momento de amar su sacrificio y sacrificar nuestro tiempo por el amor de su nombre.

1. ¿Quiénes son nuestros deudores?

En esta quinta petición el Señor nos presenta una doble revelación: Hay una gran deuda para con Dios, pero también hay otra “con nuestros deudores”. El asunto es que por donde lo vea estoy en deuda. Una es mi deuda de todos mis pecados y la otra es la deuda de las ofensas que haya tenido hacia algún hermano. Esto tiene que ver con aquellos a quienes yo he ofendido o me han ofendido. Son aquellos hermanos a quienes consciente o inconscientemente yo los he etiquetado y no forman parte de mis amados a quien debo amar en el Señor. La Biblia es muy seria en el asunto de mis relaciones con los hermanos. Hablando de las deudas, uno de los pasajes que más debiéramos considerar en este respecto es Romanos 13:8, que nos dice: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley.La única deuda que debo tener hacia mis hermanos, es una deuda de amor, y debo estar presto para pagarla. ¿Cómo la pago? Pues amándole para que de esta manera cumpla la ley de Dios. Sin embargo, y por la petición que el Señor está haciendo, hay ocasiones cuando no es el amor, sino el rencor lo que pudiera haber en mi corazón.

2. ¿Cuál es la demanda del perdón?

Si no había entendido lo que significa el perdón en su vida, usted necesita ver de cerca este texto. Una de las palabras importantes con las que nos encontramos acá es “como”. Esta palabra algunas veces es un adverbio, pero a veces es una conjunción. En este caso funciona como una conjunción para comparar dos afirmaciones condicionales, cuando una depende de la otra. Jesús nos dice enfáticamente “Padre perdona nuestras deudas, como nosotros hemos perdonado”. Hay aquí dos condiciones. Padre perdóname siempre y cuando ya yo haya perdonado a mis deudores. En la media que yo haga lo primero, entonces te pido que tú hagas lo otro. Una traducción libre de este texto pudiera ser así: “Como yo he perdonado, así deseo que tú me perdones”. Entonces, ¿significa esto que si yo no perdono a mi hermano que ha pecado contra mí, no seré perdonado? Bueno, no podemos llegar a esta conclusión tan rápida. En todo caso, dejemos que sea el mismo Cristo que dé su propia interpretación al texto. No siempre Jesús hace esto. Qué bueno sería que el interpretara todo, pero cuando lo hace, como en este caso, el asunto es muy serio. Vea su interpretación v. 14

3. ¿Cuáles son las consecuencias de no perdonar?

Bueno, el texto nos refiere a dos resultados que dependen de nuestra acción de perdonar o no perdonar. Por un lado se nos dice que si perdono a los hombres sus ofensas, entonces el Padre celestial hará lo mismo con las mías v. 13. Pero si no perdono a los sus ofensas, entonces el Padre tampoco hará lo mismo. Este es un asunto muy serio. ¿Habrá ofensas que mi Padre celestial no me ha perdonado? Eso sería muy extraño hasta para pensarlo. Pero el asunto es que toda la acción de la fe cristiana descansa sobre la doctrina del perdón. Yo no puedo esperar de Dios aquello que no estoy dispuesto a otorgar a otros. La deuda que tengo con mi Dios siempre será más grande que la que tengo con mi hermano. El perdón implica que hay una deuda que pagar. No nos gusta pagar. Es más, algunas veces somos muy mala paga. Entonces, ¿cómo podemos pagar nuestras deudas? Pues hay que doblegar el orgullo. Cuando perdono me olvido quien tiene la razón. A veces no perdonamos porque pensamos que el otro debiera pagar un poco por lo que me hizo. Quisiéramos eso. A veces hasta oramos para que el Señor humille al ofensor, en lugar de perdonarlo verbalmente. Mis amados, hay consecuencias serias cuando no perdono de corazón (v. 15; Mt. 18:35).

CONCLUSIÓN:

Después que Jesús explicó la forma cómo debemos perdonar al hermano, donde dio instrucciones de ir primero con la persona, buscar dos o tres testigos, llevarlo a la iglesia, y si no funciona así tratarlo como a cualquier gentil, Pedro hizo su famosa pregunta: “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” (Mt. 18:21). La respuesta de Jesús que incluyó “hasta setenta veces”, fue explicada también con la parábola de los “dos deudores”.

En esta parábola hay un rey que representa a Dios. Hay un siervo que me representa a mí. Y hay un consiervo que representa a uno de ustedes. Hay una deuda de diez mil talentos que le debo al rey… una gran deuda. Por cuanto no podía pagar la deuda, el rey ordena que yo sea preso con mi familia. Pero voy al rey y le pido perdón, y el rey que representa a Dios tiene misericordia y me perdona toda la deuda. Entonces yo salgo de la presencia del rey (Dios) y me encuentro con uno de ustedes que me debe cien denarios (algo ínfimo comparado con los diez mil talentos), y porque no me puedes pagar te comienzo ahorcar y te llevo a la cárcel hasta que me pagues todo.

¿Qué hizo el rey con aquel siervo que no perdonó al otro su deuda? Lo entregó a los verdugos hasta que pagase toda la deuda perdonada. ¿Quiénes son esos “verdugos” en mi vida? Si no perdono de corazón, podría ser entregado al “verdugo” de la amargura, resentimiento y la falta de paz. ¿Estoy “ahorcando” a mi hermano que tiene deudas contra mí? O, ¿estoy perdonado la deuda como Dios me ha perdonado la mía?

(571) 251-6590

Fuente: www.centraldesermones.com