El sexo solitario
por John White
¿Se masturban los hombres y mujeres cristianos? ¿Cómo puede un hombre o una mujer cristiana salir de la masturbación? El autor John White explica cómo se debe percibir la masturbación y varios consejos bastantes prácticos para salir de ella.
La masturbación consiste en estimularse sexualmente mediante el manipuleo de los propios órganos sexuales. Los niños pueden (o no) detenerse un poco antes del orgasmo (clímax sexual). De la pubertad en adelante, la masturbación desemboca en el orgasmo con frecuencia creciente.
Hay muchas técnicas. Algunas incluyen el uso de ropa, espejos y dolor autoinfligido. Cuanto más rebuscada sea la técnica, mayor es la «enfermedad» sexual. Hay rituales suicidas y masoquistas que se eligen debido al éxtasis erótico que se produce en el momento de morir. No tiene sentido describir las técnicas. Me he enfrentado con muchos pacientes que son dolorosos testimonios de deseos frustrados y de soledad.
La gente se masturba desde la infancia hasta la ancianidad. Los hombres y las mujeres casados, los hombres y las mujeres solteros, viudos, viudas, divorciados, homosexuales, heterosexuales, clérigos y laicos, todos entran dentro de la lista de masturbadores.
LA SEGURIDAD DE LOS NÚMEROS
En realidad nadie sabe cuánta gente se masturba regularmente. Kinsey, que sorprendió al mundo con sus informes hace algunos años, dijo que la mayoría de los hombres se habían masturbado alguna vez. Otros estudios demuestran que es alta la proporción de hombres que continúan masturbándose periódicamente, durante toda su vida. De acuerdo con Kinsey, el porcentaje de mujeres era menor. Sus muy criticados informes fueron los primeros de una larga serie que tendían a confirmar y, en algunos casos, a extender sus descubrimientos.
¿Cómo podemos estar seguros de los números? Se puede objetar que la gente que se presta voluntariamente para un estudio acerca del sexo tenga, de por sí, problemas en ese campo. Si así pasa, Kinsey tomó lo que los expertos en estadística llaman «una muestra tendenciosa» de la población general, lo que elevó demasiado sus números. También se podría objetar que el miedo a darse a conocer hizo que mucha gente no quisiera colaborar. Por cada exhibicionista que quiere publicar su vida sexual puede haber un moralista con sentimiento de culpa que quiere esconderla.
¿Por qué son importantes las estadísticas? Si te preocupa tu propia masturbación puedes sentirte más tranquilo al descubrir que tienes una buena cantidad de gente que te acompaña en el problema. Sospecho que la mayoría de la gente se interesa en estadísticas sexuales debido a esta razón. Si esta es tu preocupación no te importará la corrección de los números de Kinsey. Una cosa es cierta: mucha gente se masturba. Como dice Dearborn: «Ninguna otra forma de actividad sexual se discute tan frecuentemente, se condena con tanta seguridad y se practica tan universalmente como la masturbación».
El comienzo de una enfermedad mental algunas veces se acompaña con un aumento en la frecuencia de la masturbación. No es cierto que la masturbación sea la causa de la enfermedad mental. Su mayor frecuencia parece ser el resultado y no la causa de algunas formas de esquizofrenia temprana. Al comienzo de la enfermedad depresiva puede aumentar o disminuir su frecuencia.
Los que están ansiosos y solitarios recurren a la masturbación, aunque les trae muy poco solaz. Los niños que experimentan tensiones en sus hogares, los adolescentes que viven en el caos, los esposos cuyas esposas están embarazadas y los hombres y mujeres que están lejos de sus hogares tienden a masturbarse. Algunos se masturban para dormir, otros lo hacen porque se sienten deprimidos o inadecuados.
¿COMO DEBEN VER LOS CRISTIANOS LA MASTURBACIÓN?
Los predicadores de antaño la condenaron como peligrosa y mala. Prevenían a los jóvenes acerca de sus consecuencias desastrosas, pero esa prevención no evitaba su práctica y los llevaba a un estado de ansiedad y un profundo sentimiento de culpa. En nuestros días, muchos adolescentes cristianos se masturban sin sentimiento de culpa. Se les enseña que la tensión sexual es inevitable y que la masturbación es la forma natural de aliviarla. Casi podríamos acuñar el dicho: es mejor masturbarse que quemarse.
Me alegra que la generación joven se haya visto aliviada de la carga de culpa y miedo que tanto nos persiguió a nosotros. Muchos han llegado a obsesionarse en su lucha contra la masturbación. Han orado y ayunado, han llorado y «le dieron la victoria a Dios». Han «contristado al Espíritu Santo». Han probado el ejercicio físico, «actividades plenas» y devociones matinales muy temprano. Algunas veces han llegado a extasiarse en la «victoria» sólo para enfrentarse más tarde con una nueva necesidad de masturbación.
Como sucede en cualquier otra adicción, parece haber una lucha entre las dos partes: una que pide excitación sexual y otra que pide abstención. Y esta última se debilita frente al fortalecimiento de la primera.
¿Qué vamos a decir? ¿Es la masturbación buena o mala?
Si te masturbas, hay una o dos cosas que deberías saber.
Primero que todo, no tienes que continuar masturbándote. No te ocurrirá nada terrible si dejas de hacerlo. No es cierto que los deseos sexuales, como la presión del vapor dentro de una olla, explotarán cuando la presión llegue a cierto punto.
Puedes no estar de acuerdo, por supuesto, y decirme que mi teoría es muy bonita, pero que lo que tú experimentas te sugiere exactamente lo contrario. «Cuando llego a cierto punto, no puedo más», me dices. «La tensión es demasiado grande». Bien, acepto lo que dices. Así te sientes tú, pero tu cuerpo te está engañando.
No estoy diciendo: «No tienes que masturbarte, ¡así que deja de hacerlo ahora mismo!». Sé que está muy lejos de ser tan simple. Más adelante espero poder darte algunos lineamientos que puedan ayudarte. Por ahora, todo lo que te digo es que no eres la víctima indefensa de deseos incontrolables, aunque estés convencido de ello. Eres responsable de tus acciones.
La segunda cuestión estriba en recordar el propósito del sexo. En primer lugar, su intención era terminar con la soledad. Es un lazo físico que dos personas, que han llegado a ser una sola carne, utilizan para construir una relación sólida. Detrás de los verdaderos sentimientos que te torturan hay un deseo de conocer y ser conocido. No en vano la palabra que se utiliza muchas veces en la Biblia para describir la relación sexual es «conocer» al hombre o a la mujer.
Esta es una de las razones por las que la masturbación nunca satisface. El orgasmo es una pequeña parte de un todo más personal y completo. Puede que no seas (como lo afirma John Donne) una isla, pero en cierto sentido estás viviendo solo, en una isla. Tus deseos sexuales están siendo asociados con una necesidad más profunda: que alguien comparta tu isla y termine con tu soledad. Te sientes frustrado mientras caminas de un lado a otro. Estás rodeado por mares vacíos y las olas se rompen, muertas, en la arena. Tus ojos buscan dolorosamente el humo en el horizonte y tus oídos anhelan una palabra humana. La masturbación es estar solo, en una isla. Frustra el mismo instinto que intenta gratificar.
Habiendo dicho esto, no hay mucho más que añadir. En ningún lugar de la Biblia se menciona la masturbación. Los católicos la condenaban como onanismo por Onán (Gn. 38.4-10) quien «vertía (su semen) en tierra».
Onán no se masturbaba. Tenía relación sexual con la viuda de su hermano. Era el tipo de relación conocido como coitus interruptus. La razón por la que Dios estaba disgustado con Onán no era por la práctica del coitus interruptus en sí, sino porque su propósito al derramar el semen en tierra era evitar que sus hijos llevaran el nombre de su hermano. Cualquier hijo que le naciera a la mujer de su hermano, concebido con Onán, sería considerado el hijo del hermano muerto de Onán. El gran problema del punto de vista oficial del catolicismo con respecto al sexo es que enfatiza la procreación y subestima al sexo como comunión.
La masturbación es autoestimulación y no estimulación sexual por medio de otra persona. Es una cuestión unipersonal, no interpersonal. Su defecto estriba en esto: toma lo que ha sido diseñado para ser un deseo poderoso que alienta una relación personal profunda, pero lo aborta. Aquello cuyo propósito era el compartir, se realiza en soledad. Pero si esto resulta triste y deprimente, apenas puede compararse con la terrible culpa que algunos sufren.
ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS
Tratemos de ir uniendo algunos conceptos. La masturbación no es buena, pero tampoco es un pecado mortal. Sé que contradigo a los educadores modernos al pensar que es mala, pero lo es. No sería honesto si lo negara. Cualquiera que haya experimentado la relación sexual y la masturbación sabe que en el acto sexual hay una dimensión de experiencia que está totalmente ausente en la masturbación. Esa dimensión no puede reemplazarse por la masturbación más las fantasías acerca de la pareja de uno, utilizando un maniquí o un pene sintético. Las fantasías y los aditamentos no son personas, sino creaciones humanas carentes de vida. La relación sexual se lleva a cabo con una persona que siente, ama y experimenta lo mismo que yo. Cuando falta la interrelación, la estimulación sexual provoca aquello mismo que debería solucionar.
La moderna urgencia de asegurarnos que la masturbación es buena cuando se la practica con moderación, surge de un loable deseo de aliviar el temor y la culpa excesiva que le causa a mucha gente. Simpatizo con ese deseo. Pero en mis esfuerzos por aliviar la culpa no debo decir que los matices del gris son blancos.
Hay algo de verdad en lo que dicen los conductistas. Cuanto más profundamente se asocie el placer erótico con la masturbación como modelo de conducta, más difícil resultará borrar tal modelo. También podrían citarse otros mecanismos psicológicos de otras escuelas de pensamiento para explicar cómo el hábito hace presa de nosotros. Pero, ¿de qué sirve? Cualquiera que trata de dejar de hacerlo sabe cuánto cuesta.
El problema más espinoso es el espiritual ¿Por qué Dios no contesta mi oración y me libera si yo he confiado en Él con todo mi corazón? Porque Dios libera a cierta gente (al menos eso es lo que ellos dicen). ¿Y por qué no a mí? ¿Soy menos espiritual que ellos? ¿Qué falta en la calidad de mi fe? Muchos cristianos llegan a la amarga conclusión de que como Dios no puede estar en falta, deben estarlo ellos.
Al comienzo de este artículo mencioné que no conozco que haya en las Escrituras alguna referencia a la masturbación. Por lo tanto, creo que hay otras cosas que le preocupan a Dios en mayor medida. Si los medimos por el volumen de las palabras, aquellos pecados que hieren a otros (robo, adulterio, violencia, deserción, crueldad) y aquellos que se burlan de Dios (incredulidad, rebelión, amargura) están primeros en la lista.
En nuestra búsqueda de la santidad, es importante que recordemos dos principios olvidados. El primero es que en ninguna parte de las Escrituras se nos dice que tratemos de hacer algo o que hagamos lo posible por no hacer otra cosa. «Harás » o «No harás » son las expresiones utilizadas.
El segundo principio se relaciona con el primero. Dios tiene su propio programa de reforma de nuestras vidas. No hay en la Biblia una jerarquía exacta de pecados o virtudes, aunque pueden delinearse principios generales. Al ocuparse de ti y de mí, Dios hace lo que nosotros mismos hacemos cuando tratamos de desatar un hilo lleno de nudos: ciertos nudos deben esperar hasta que otros estén desatados.
Si soy sensible a la dirección del Espíritu Santo en mi vida diaria, descubriré que es perfectamente posible obedecer a Dios. Puede ser doloroso hacerlo, pero siempre es posible. Por ejemplo, Dios puede estar trabajando conmigo en el asunto del perdón y hacer que yo tome conciencia de mi resentimiento hacia mi esposa. Puedo no querer perdonar. Pero si quiero, puedo. Decirme a mí mismo: «Ahora, trata de perdonarla», sólo acarrea una respuesta del tipo «Pero he tratado y no puedo». Dios dice: «¡Perdónala!» Y aunque no quiera hacerlo, puedo hacerlo.
Nunca estamos justificados por cometer pecados, pero Dios trabaja en nuestras vidas con una cosa a la vez. Sé que en este momento está trabajando con algo en mi vida. No está en cuestión si puedo obedecer o no. Cuando Dios pone su dedo sobre algo, yo puedo.
Esto no significa que vivo sin pecado. Sé que Dios nunca dejará de alumbrar aquellas cosas de mi vida que le disgustan.
Pero yo tengo mis propias prioridades. Ciertas debilidades me humillan y desearía que Dios obrara en ellas primero. Él y yo estamos cargados debido a mis defectos humillantes. Pero cuando traigo a Dios mis defectos, en oración, Él parece decirme: «Ya sé. También me causa pena a mí, pero hay algo que pareces estar evitando, algo con lo que podrías trabajar ahora si lo quisieras. ¿Estás dispuesto a obedecerme en esto, hoy?». Siempre aquello que quiere que cambie es algo a lo que yo me resisto. Pero siempre es algo que puedo y debo dejar en sus manos.
Así que si estás frustrado respecto a la masturbación, te diré lo siguiente:
Si no lo hace ahora puede que, aunque te parezca increíble, Él esté preocupado por alguna cosa más importante de tu vida.
Si buscas en la Biblia encontrarás mucho acerca de las virtudes que Dios te recomienda y de los pecados sobre los que te previene. ¿Cómo estás respecto a eso? ¿Qué te parece si te olvidas de tu problema y tomas seriamente los mandamientos divinos? No dañas a nadie masturbándote, sólo a ti mismo; pero, ¿a cuántos has herido esta semana con tu sarcasmo, tu frialdad, tu negligencia, tu pereza, tu falta de tacto y cortesía? ¿Cuántos minutos has dedicado a alabar a Dios en las últimas veinticuatro horas?
No los odies. Pueden ser tan difíciles de manejar como un caballo desbocado, pero representan uno de los dones más ricos para ti. Él hizo que sintieras deseo sexual. Alégrate y regocíjate por ello. Agradécele por el día en que podrás manejar tus deseos sexuales. Aunque lentamente, llegará, si dejas que Dios maneje otras áreas de tu vida.
Niégate a escuchar las torturantes acusaciones del acusador de todos, que te acusa noche y día (Ap. 12.10). Si te sientes desgastado, Dios te espera con sus brazos abiertos. Quéjate si quieres, pero lleva tu vergüenza al trono de gracia, donde la sangre de Cristo la lavará completamente. Tu voluntad comenzará a liberarse y también algún día se librará del hábito de la masturbación. Así que aprende a reírte de tus cadenas, por fe.
No dejes que te disguste contigo mismo. Thomas R. Kelly dijo: «La humildad no reside en la anulación, el desánimo y el desprecio de sí mismo por nuestras vidas míseras, una actitud de perro apaleado. Reside en el descubrimiento de la consumada maravilla de Dios». También dijo: «Cuando te vuelvas a encontrar contigo mismo no pierdas tiempo en autorrecriminaciones, ora en silencio pidiendo perdón y comienza otra vez, desde donde estás. Ofrécele esta adoración interrumpida a Él y dile: Esto es lo que soy a menos que me ayudes. No admitas ningún desánimo, sino retorna en silencio a Él y a su presencia».
Él lo sabe y nosotros lo sabemos. Saberlo es el primer paso de un camino verdadero con Dios en cualquier área de nuestra vida. A medida que veamos pecados sexuales más graves y otros menos graves, la honestidad con nosotros mismos, con Dios y algunas veces con nuestro prójimo, serán un paso hacia la sanidad y el crecimiento espiritual.
Tomado del libro Eros y el pecado sexual.
© Ediciones Certeza, 1980. Usado con permiso.
Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen 1, número 1. Todos los derechos reservados