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El valor de cada centavo, Parte I

El valor de cada centavo, Parte I

por Wayne Mack

Las diferencias de opinión que se tienen con respecto al dinero, impiden con frecuencia una unidad profunda. Este es el primer artículo de la serie «El valor de cada centavo». La serie se ha dividido en tres artículos, este primero hace una exploración de la filosofía bíblica del dinero. A medida que los esposos estudian y aplican el contenido de este artículo, podrán superar sus desacuerdos sobre finanzas para así lograr una mayor unidad matrimonial.

El secreto está a la mano


Normas por las cuales deben solucionarse las disputas y conflictos financieros en el matrimonio



Cómo lograr la unidad conyugal mediante el acuerdo financiero

Las diferencias de opinión que se tienen con respecto al dinero, impiden con frecuencia una unidad profunda. Pero dichosamente nunca es tarde para empezar a trabajar en esa área como pareja y la Biblia nos ayuda a superar esos desacuerdos financieros para así lograr una mayor unidad.

Génesis 2.24 indica que el propósito de Dios para el matrimonio es que dos personas lleguen a ser uno. En términos bíblicos el matrimonio es entregarse totalmente y compartir todo su ser con otra persona hasta la muerte. Sin duda, el dinero está incluido en ese compartir total matrimonial. En cuanto a la posesión del dinero, la actitud hacia el mismo, y el uso que se le da, el marido y la mujer deben ser una carne.

Decir que la esposa y el marido deben ser una carne en lo que se refiere a las finanzas es muy sencillo, pero lograrlo puede resultar muy difícil. En el transcurso de mi experiencia como pastor-consejero, he descubierto que el tema de las finanzas puede ser una de las fuerzas que más división causan en el matrimonio. El esposo piensa que el dinero es muy importante, mientras que ella no opina lo mismo. Ella piensa que deben ahorrar todo lo posible con el propósito de poder suplir necesidades y emergencias en el futuro. Él considera que deben gastar el dinero tan pronto lo reciben y confiar en que el Señor proveerá para el futuro.

Él elige un empleo y en lo que más piensa es en el monto del sueldo y otros beneficios económicos. Ella cree, en cambio, que deben considerarse como decisivos otros factores, tales como lugar, entorno, cercanía a los padres, una iglesia sana, sus amigos y una escuela cristiana para los hijos.

Él piensa que deben dar generosamente a la iglesia, a los necesitados, a sus padres y a los hijos. Ella considera que está bien el hecho de dar, pero que debe hacerse con cuidado y moderación, y siempre tener en cuenta las necesidades presentes y las emergencias futuras.

Él tiene la tendencia de gastar el dinero libremente cuando se trata de entretenimientos, recreación y vacaciones. Ella es mucho más precavida y moderada, y sostiene que si uno gusta del ejercicio o de la diversión los puede obtener cortando el césped o trabajando en el jardín, o haciendo otra tarea que no implique realizar gastos.

Él quiere trabajar todo lo que le sea posible. Se alegra si tiene la oportunidad de trabajar horas adicionales u obtener un segundo empleo. Después de todo, el trabajo significa dinero, y las necesidades económicas de su familia son grandes. Ella, en cambio, quiere que él dedique más tiempo al hogar y a la familia, o para hacer trabajos de mantenimiento que son necesarios. Ella considera que las buenas relaciones en la familia requieren dedicación de tiempo. Estima también que lo que él sacrifica por trabajar horas extras o tener un segundo empleo, es demasiado valioso para ser dejado de lado. Al fin de cuentas, el dinero no es todo y hay cosas que el dinero no puede comprar.

Con respecto a las prioridades económicas él tiene una idea y ella otra. Él está convencido que necesitan cambiar el automóvil de inmediato porque es la prioridad número uno. Por su parte, ella está convencida de que no necesitan cambiar el automóvil pues el que tienen anda muy bien. Lo que sí necesitan, según ella, es cambiar los muebles del comedor o de la sala de estar pues los que usan actualmente tienen por lo menos diez años. Cualquiera se puede dar cuenta que necesitan ser reemplazados. ¡Imagínese lo que debe pensar la gente cuando llegan a la casa y ven los muebles gastados!

Podría seguir describiendo áreas de conflictos potenciales en relación con las finanzas. Sin embargo, estos ejemplos bastan para ilustrar el hecho de que el área financiera puede originar grandes crisis, especialmente si la pareja no tiene abundancia de dinero.

Es poco probable que una pareja no tenga conflictos financieros, en primer lugar, porque ambos son pecadores y por lo tanto inclinados a ser egoístas. En segundo lugar, porque se criaron en hogares diferentes y, consciente o inconscientemente, absorbieron de sus padres actitudes e ideas distintas acerca del dinero. Durante años sus padres les enseñaron, formal o informalmente, acerca de las finanzas. Quizá no aceptaron todo lo que sus padres les enseñaron pero les guste o no, sí tuvieron una influencia en ellos. Si los sistemas de valores de sus respectivos padres son similares, sus conflictos económicos pueden ser mínimos. En cambio, si los sistemas de valores eran muy diferentes, se requerirá de mucha oración, estudio y trabajo para lograr la unidad en esta área. En verdad, la pareja puede descubrir que el área de las finanzas es la que les presenta mayores obstáculos para lograr la unidad.

La pregunta ¿cómo la pareja logrará unidad en esta área de las finanzas?, no tiene una respuesta académica, ni teórica. Es algo muy práctico y vital que se debe enfrentar y resolver.



Sin duda, el fundamento de la unidad en las finanzas dentro del matrimonio es que ambos acepten la filosofía bíblica acerca del dinero. La pareja cristiana debe aceptarla no solo porque funciona o porque produce unidad, sino porque es lo que Dios desea. Sin embargo, si ambos asumen con seriedad la filosofía bíblica acerca del dinero, se beneficiarán con una mayor unidad. Por lo general, las personas tienen conflictos porque operan sobre la base de normas, ideas o sistemas de valores distintos. No se producirá ninguna unidad si se les dice que deben unir sus conceptos o si se les hace sentir culpables por sus desacuerdos. Por regla general, la verdadera unidad se logrará cuando adopten una norma o sistema de valores comunes a los dos. En mi opinión, la mayoría de los conflictos económicos en el matrimonio son producto de una falta de comprensión o de sumisión a los principios bíblicos que gobiernan el uso del dinero. Creo que la mayoría de los conflictos de esta índole se resuelven cuando ambos firmemente aplican en sus vidas la filosofía bíblica acerca del dinero. A continuación encontrará algunos aspectos de la filosofía bíblica acerca del dinero. (Las frases que señalan los principios bíblicos que deseo enfatizar están en itálicas).



Dios es el que le da al hombre la habilidad de ganar dinero.

Deuteronomio 8.18: «Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas».


1 Crónicas 29.11–12: «Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor… Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos».


Proverbios 10.22: «La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella».


1 Corintios 4.7: «¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?»



Todo lo que tenemos pertenece a Dios.

Salmo 24.1: «De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan».


1 Crónicas 29.11, 14: «Todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos». (Observe que estos dos primeros principios indican que somos mayordomos de todo lo que tenemos. Debemos utilizar nuestros recursos con oración y cuidadosamente, según los deseos de Dios y no los nuestros.)



Hay muchas cosas de más valor que el oro.

Mateo 16.26: «¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?»


Lucas 12.15: «La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee».


Proverbios 15.16–17: «Mejor es lo poco con el temor de Jehová, que el gran tesoro donde hay turbación. Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio».


Proverbios 16.8: «Mejor es lo poco con justicia (rectitud en cada área y relación humana y una correcta relación con Dios) que la muchedumbre de frutos sin derecho».


Proverbios 16.16: «Mejor es adquirir sabiduría (divina) que oro preciado; y adquirir inteligencia vale más que la plata».


Proverbios 22.1: «De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama mas que la plata y el oro».


Jeremías 9.23–24: «No se alabe… el rico… en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová».


Lucas 12.20–21: «Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto (posesiones materiales) ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios».


Mateo 6.19–20: «No os hagáis tesoros en la tierra… sino haceos tesoros en el cielo donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan».


1 Timoteo 6.6, 9: «Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. …Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición».


1 Timoteo 6.17–19: «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas… que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir».


Filipenses 3.7–9: «Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor (y de progresivamente llegar a conocerle más profundamente), por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo».


Efesios 3.8: «A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar… las inescrutables riquezas de Cristo».


Salmo 19.9–10; 119.72: «Los juicios de Jehová… deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado. Mejor me es la ley de tu boca que millares de (piezas de) oro y plata».


Proverbios 19.1: «Mejor es el pobre que camina en integridad, que el de perversos labios y fatuo».


Proverbios 31.10; 19.14: «Mujer virtuosa ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas… no carecerá de ganancias. La casa y las riquezas son herencia de los padres; mas de Jehová la mujer prudente».


Mateo 6.33; Colosenses 3.1–2: «Buscad (tened como meta, procurad lograr) primeramente el reino de Dios y su justicia (su modo de ser y hacer el bien), y todas estas cosas (las cosas materiales) os serán añadidas. Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira (fijad la mente) en las cosas de arriba (las más elevadas), no en las de la tierra»


Salmo 127.3–5: «Herencia de Jehová son los hijos, cosa de estima el fruto del vientre. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos». (Considere las implicaciones del hecho que lo mencionado en estos versículos tiene más valor que el oro. ¿Cómo afecta esto la forma en que trabajamos, el empleo que tomamos, cómo utilizamos nuestro tiempo?).



La codicia, la disconformidad, y la preocupación por las cosas materiales son pecados.

Éxodo 20.17: «No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni se criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo».


Colosenses 3.5: «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza… y avaricia (codicia), que es idolatría (la deificación de uno mismo o de otras cosas creadas, en lugar de Dios)».


Hebreos 13.5: «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos (conformes) con lo que tenéis».


Lucas 12.15: «Guardaos de toda avaricia (inmodesto deseo de riqueza, codicia, ansia desmedida de tener más)».


Mateo 6.25, 31, 34: «Os digo: No os afanéis (preocupéis) por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos». «Así que, no os afanéis por el día de mañana». (Considere las implicaciones de estos versículos en lo que se refiere a mantener el status, ansiar cosas nuevas y más llamativas, comprar artefactos etc. que no son realmente necesarios).



Dios espera que utilicemos plenamente la fuerza y las capacidades que él nos ha dado en un trabajo duro y honesto.

Esta es la forma normal en que él suple todas nuestras necesidades. Generalmente Dios recompensa el trabajo duro con una cuota de prosperidad.

Éxodo 20.9: «Seis días trabajarás, y harás toda tu obra».

Proverbios 13.11: «Las riquezas de vanidad (obtenidas por fraude, o injustamente, o por la producción de cosas vanas o perjudiciales) disminuirán; pero el que recoge con mano laboriosa (gradualmente) las aumenta».

Proverbios 6.6, 9, 11: «Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado».

Proverbios 10.4: «La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece».

Proverbios 14.23: «En toda labor hay fruto; mas las vanas palabras de labios empobrecen».


Proverbios 26.14: «Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama (permanece en el mismo lugar)».

Efesios 4.28: «El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno…».

Colosenses 3.23–24: «Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo (con toda seguridad) que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís».

1 Tesalonicenses 4.11–12: «Ocupaos (que sea vuestra ambición) trabajar con vuestras manos… a fin de que os conduzcáis honradamente… (no dependiendo de nadie) y no tengáis necesidad de nada».

Proverbios 28.22; 21.5; 28.20; 20.21: «Se apresura a ser rico el avaro, y no sabe que le ha de venir pobreza. Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. El hombre de verdad (fiel) tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse (por cualquier medio) no será sin culpa. Los bienes que se adquieren de prisa (por medios injustos y avaros) al principio, no serán al final bendecidos».

Esta última serie de versículos apoya el principio de que Dios quiere que utilicemos nuestras fuerzas y capacidades en trabajo duro y honesto, que esta es la forma normal en que él suple nuestras necesidades y que por lo general él recompensa el trabajo duro y honesto con alguna medida de prosperidad. Sin embargo, también enseñan que hay varias advertencias sobre los peligros de enriquecimiento rápido por otros medios, por excesivas horas extras o un segundo empleo cuando no es imprescindible.

Se debe considerar estos versículos cuidadosamente especialmente en esta época cuando el hombre procura enriquecerse rápidamente; cuando descuida su vida espiritual, su esposa y sus hijos, además de la iglesia, porque quiere ganar más dinero.

Muchos han ignorado las instrucciones de estos versículos y ahora sufren las consecuencias de la separación de Dios, de sus esposas y de sus hijos.

El trabajo duro y honesto es un mandamiento de Dios, pero si un hombre llega a ser absorbido por su trabajo y descuida otros privilegios y responsabilidades dados por Dios, dice Proverbios que «no escapará del castigo».



Dar al Señor y a los necesitados es un privilegio y una inversión además de una responsabilidad.

2 Corintios 9.7: «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre (gozoso, dispuesto). El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará» (v. 6).

Lucas 6.38: «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo…».

Proverbios 14.21: «Peca el que menosprecia a su prójimo; mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado».

Proverbios 19.17: «A Jehová presta el que da al pobre y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar».


Proverbios 22.9: «El ojo misericordioso (el generoso) será bendito, porque dio su pan al indigente».

Efesios 4.28: «Trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad».

Gálatas 6.6: «El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye (colaborando para su sostén)».



Debemos planificar cómo ganaremos nuestro dinero y cómo lo gastaremos.

Proverbios 20.18: «Los pensamientos (planes y propósitos) con el consejo se ordenan; y con dirección sabia se hace la guerra». Este versículo no se aplica específicamente a las finanzas pero establece la necesidad de planificar detalles importantes.

Proverbios 27.23–24: «Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños; porque las riquezas no duran para siempre; ¿y será la corona para perpetuas generaciones?» El principio de planificar, cuidar y vigilar cuidadosamente nuestros recursos, está muy claro en estos versículos.

Lucas 14.28: «Porque, ¿quién de vosotros, deseando edificar una torre, no se sienta primero y calcula el costo, para ver si tiene lo suficiente para terminarla?». Este pasaje no se refiere en primera instancia a la planificación económica de las finanzas pero en este versículo Jesús habla en términos favorables del hombre que planifica antes de comenzar a edificar.

Lucas 16.9–11: «Ganad amigos por medio de las riquezas injustas (dinero, posesiones)… El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel… Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?» El contexto y el contenido de estos versículos nos alientan a usar sabiduría y discernimiento para ganar y gastar el dinero. Es cierto que debemos hacer planes con oración y buen juicio, y recordar los principios bíblicos. Es cierto que debemos presentar nuestros planes al Señor y estar dispuestos a corregirlos según él, en su soberanía, los apruebe o no.

En cuanto a nuestros planes constantemente debemos decir como Santiago: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello» (Stg 4.15). De otro modo, según Santiago, sería jactarse en nuestras soberbias. «Toda jactancia semejante es mala» (Stg 4.16). Aunque tenemos que hacer nuestros planes cuidadosamente y con oración y aun más, no aferrarnos a ellos, las Escrituras nos alientan a hacerlos.



Debemos vivir dentro de nuestros ingresos y no contraer deudas que sean casi imposibles de pagar.

Proverbios 6.1– 3: «Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si has empeñado tu palabra a un extraño, te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios. Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate…». A primera vista puede parecer que este pasaje significa que no debemos ayudar a otros pero no es así. Lo que advierten estos versículos es que no debemos ponernos en una posición tal en que quedemos obligados a pagar una deuda mayor de lo que nos sea posible. Las palabras «enlazado» y «preso» como también la urgencia del pasaje indican que la obligación que se está considerando es grande. Es un compromiso que puede llevar a la bancarrota o impedir que alguien cumpla con sus otras obligaciones financieras hacia Dios, su esposa y su familia. De acuerdo con este pasaje no debemos tomar compromisos financieros en forma irresponsable, o contraer deudas que serían difíciles o aun imposibles de pagar.

Proverbios 22.7: «El rico se enseñorea de los pobres y el que toma prestado es siervo del que presta». Otras Escrituras indican que tomar prestadas algunas cosas es legítimo (2 Re 4.3; 6.5; Ex 22.14, 15; Mt 5.42; 21.1–3). Estas Escrituras advierten sobre tomar prestado excesivamente, al punto de llegar a perder su libertad (económica y de otra índole). Muchos matrimonios han incurrido en tantas deudas por comprar cosas que en realidad no necesitaban o darse lujos que no podían permitirse que literalmente son esclavos de sus acreedores. Esto está mal y debe evitarse.

Romanos 13.7–8: «Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto… No debáis a nadie nada…» En otras palabras no tomen compromisos que no puedan pagar y abonen todas las cuentas que tengan.

Estos son, pues, algunos aspectos de la filosofía bíblica acerca de la finanzas. Forman la estructura dentro de la cual las decisiones financieras deben tomarse. Son las normas por la cuales deben solucionarse las disputas y conflictos financieros. En mi opinión, la pareja que tome en serio estos principios y procure ponerlos en práctica con oración, dará un gran paso hacia la genuina unidad en la relación matrimonial.


Le invitamos a leer los otros artículos de esta serie:


  • El valor de cada centavo, Parte II


Tomado y adaptado del libro Fortaleciendo el matrimonio, Wayne Mack, Hebrón. Todos los derechos reservados.