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El verdadero discípulo

El verdadero discípulo

Sermones Cristianos | Predicas Cristianas

Texto Biblico: Juan 8:31-36

El Mesías introduce en esta porción del evangelio uno de los grandes temas en la vida del ser humano: la libertad. Al hacerlo nos deja asumir que todos los que le seguían anhelaban ser sus discípulos pero no todos llegarían a serlo. Como amante Maestro no nos abandona en la asunción nuestra al carácter heterogéneo que afectaba a su auditorio y que priva hasta el día de hoy entre los miembros de Su iglesia, abandono que de producirse nos condenaría al angustioso e improductivo ejercicio de cuestionarnos, una y otra vez, acerca de quién es el verdadero discípulo.

Para beneficio de nuestras almas, Él contesta esta pregunta de manera directa, afirmando que el verdadero discípulo es todo aquel que permanece en Su palabra.(31b) Sin embargo, esta premisa fundamental nos plantea una segunda interrogante: ¿quiénes son los que permanecen en Su palabra? Nosotros mismos ¿podemos contarnos entre los fieles que permanecen en ella? Dejemos que el desarrollo de aquel discurso nos conteste esta pregunta.

Permanece en la palabra de Jesús, todo aquel que la acepta aunque ya sea parte del pueblo de Dios. La queja de los judíos, que se niegan a aceptar condición alguna de esclavitud, denota la convicción de que lo dicho por el Mesías era propicio, propio y oportuno, para los gentiles, para todo aquel que no gozaba del bendito lazo de consanguinidad con el padre Abraham. En su condición de hijos de Israel, ellos no consideraban necesitar emancipación alguna, ellos eran libres por causa de su parentesco con el Padre de la fe. ¿Qué pensamos hoy cuando escuchamos el mensaje de la Palabra en la iglesia, la radio o la televisión? ¿Pensamos que es para los demás?

Al fin y al cabo nosotros ya aceptamos a Cristo, ya tenemos ministerio, ya somos hijos de Dios, no necesitamos ya ser libres. Ese mensaje es propicio, propio y oportuno, para los inconversos, para el vecino pecador, el amigo impío, el familiar inconverso. Si queremos permanecer en la Palabra, el mensaje es para nosotros, que parecemos tan libres por fuera pero que por dentro aún podríamos estar cautivos. Al enviarnos Su palabra, Cristo no solo quiere denunciar nuestra cautividad interior sino, sobre todo, recordarnos que Él es el gran libertador, que Él ya proveyó para nuestra plena y total libertad.

Permanece en la palabra todo aquel que acata lo que ésta dice aunque lo que escucha no le gusta. Aquellos judíos habían escuchado fascinados el mensaje del carpintero de Nazareth más de una vez. Se extasiaban ante la fuerza y frescura del mensaje de aquel hombre pero cuando tocó el tema la esclavitud se sintieron aludidos. Entonces rechazaron el mensaje y al mensajero.(37) ¿Alguna vez hemos sido atacados por emociones similares cuando la palabra ha puesto el dedo de Dios en la llaga? Escuchamos embelesados el mensaje y todo es gozo y felicidad hasta que el predicador comienza a hablar de perdonar hasta setenta veces siete; el que quiera ser el mayor deberá ser el más pequeño; gózate con la mujer de tu juventud y no con otra en plena juventud; mujeres someteos a vuestros maridos; ¡no robéis a Dios!. No olvidemos que al rechazar el mensaje tratamos de matar a Jesús porque Él es la palabra. (40)

Finalmente, permanece en la Palabra todo aquel que acepta su promesa de libertad. Cuando la esclavitud fue abolida en los Estados Unidos en el año 1863, el entonces presidente Lincoln, ordenó que el Decreto de Abolición de la Esclavitud fuese publicado en todo el país por todos los medios posibles a fin de que toda la población esclava recibiera la buena nueva. Pero la historia revela que muchos esclavos, en aquel momento libertos por virtud del Decreto Presidencial, decidieron permanecer con sus amos y murieron sin haber conocido un sólo momento de libertad. La condición de libertos les era desconocida y les planteaba un rompimiento con la dependencia de sus amos.

El proveerse la vida por sí mismos quizá les pareciera muy complicado porque significaba responsabilidad, condición esencial de toda auténtica libertad. En nuestro tiempo existen personas que le temen a la libertad. Sabiéndose libres por el sacrificio de Jesús en el Calvario han decidido, voluntariamente, permanecer con sus antiguos amos: alcoholismo, lascivia, soberbia, mentira, rencor. Temen abandonarlos porque no se sienten aptos para vivir libres y siguen siendo esclavos allí donde nadie los ve.

Pero la puerta de la celda está abierta desde aquel día hace dos mil años cuando Jesús pagó el precio de nuestra libertad. Todo lo que hoy tienen que hacer es asumir su libertad, caminar hacia ella en el Nombre de Cristo, aferrarse a ella con todas las fuerzas de su alma hasta que se perfeccione. No se debe temer a la libertad cristiana pues el Gran Libertador está con todo aquel que permanece en Su palabra.

Notemos también un hecho fundamental, Dios no es un Dios caprichoso que confiera beneficios por rango o por privilegios, el no ofrecería su amor y dones al primero que entrara en un estanque o al primero que entrara de rodillas en un templo, o al que cantara más alto, o al que cargara más cruces de madera o al que se flagelara más veces, o es más, al que diera más limosna, más ayunos o mandas; ¡No!, de ninguna manera, el nos enseña en toda su palabra y nos enseña por medio de su amado hijo Jesús, que Él ama al pequeño y afligido, al débil y necesitado, que el socorre a todos por igual, el único requisito es que le entreguen su vida y su fe completa y amorosamente con única y verdadera adoración, y entonces no existe mal o enfermedad que no sea quitada, no hay quebrantamiento que no nos enaltezca, no hay muerte que nos alcance en la vida eterna.

“Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo.

¡Que maravilla!, Como podemos negar el amor y la misericordia divina, al leer como es que un hombre que siempre estaba presente solicitando recobrar su salud, era olvidado de esos poderes sobrenaturales que se hacían presentes en la creencia popular y que solo asistían al mas rápido o fuerte, mencionando que siempre eran los mejores los que recibían el beneficio. Sin embargo Dios se compadece de su condición y toma en cuenta su fe y es así como llega Cristo y le ofrece ser sanado, pero se lo ofrece para que este hombre reconozca su propia fe en Dios y le glorifique, es así como por medio de esa fe y por el poder de Jesús conferido por el Padre le devuelve la salud poniendo de manifiesto que los poderes menores de este mundo son incapaces ante el único y verdadero Dios. Esto no es solo una historia de tiempos bíblicos, es una historia que vemos reflejada cada día en el mundo que vivimos, cuando tantos hombres y mujeres poderosos, ricos y llenos de “gracias” y privilegios, entregan su vida a poderes oscuros, practicando magia, adivinación, rituales satánicos, y poderes sobrenaturales que no son otra cosa que la pobre oferta del dios de este mundo, Satanás. No se trata de ver quien es mas poderoso o quien tiene más capacidades, tampoco quien puede ver el futuro, ni conjurar a la tierra, todo ello es el oro de los “tontos”.

Tu Dios te pide que solo lo ames a él, te pide que entregues tu vida a su ley, y te advierte tan claramente que no admite excusas, que te cuides de los falsos dioses, de las ilusiones que te brindan un efecto enervante de poder, de ese poder transitorio que nos pone con jerarquía en este mundo sobre los demás y que causa la envidia de aquellos que no buscan la riqueza del alma sino la riqueza que se vuelve herrumbre de muerte, que nos encadena como esclavos al mundo y por ello nos trae como única ganancia lo que es de su naturaleza, el mal por el mal; la tristeza, la carencia, el dolor, la enfermedad, la soledad; ¿Tu crees que si vives en Dios todo esto se te manifestará? Nada puede ser manifestado contrario a su naturaleza, la naturaleza divina es perfecta y en la perfección se da todo bien. Si tu vida es una larga cadena de penas y carencias, ¿Por qué no analizas a que te encuentras ligado?, ¿Por qué no revisas en donde tienes tu fe?, No sea que cuando te des cuenta ya estés pagando la factura de tu propia condenación.

”Y era día de reposo aquel día. Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. Entonces le preguntaron: ¿Quien es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. Y Jesús les respondió: Mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo..” ¿Por qué será que Jesús siendo Judío hizo estas cosas en el día de reposo guardado tan celosamente por la tradición y ley judía?, Jesús conocía la ley y recordemos además que la respetaba y daba cumplimiento en todo momento, y así lo enseñó.

Es claro que no lo hacía por olvido o por infringir el mandamiento y demostrar cuan poderoso era, no, lo hacia para demostrar que ninguna ley humana es más que la voluntad divina, por lo mismo los judíos lo perseguían tan encarnizadamente, ya que no es que defendieran la ley de Dios sino que defendían todo el aparato de poder que habían establecido en torno a la misma, para poder ellos vanagloriarse y conseguir los beneficios de este mundo sobre sus propios hermanos. Por eso eran como sepulcros blanqueados, ya que estaban muertos porque menospreciaban la voluntad de Dios y lo ofendían usando su nombre para vestirse con sus vestidos de santidad robados a la adoración única y verdadera.

Cuando Jesús halla al hombre de nuevo en el templo ya curado este, le habla ordenándole que ya no peque más para que no sea llamado el mal aumentado a su vida, pensemos un poco,¿ A que pecado se refería Jesús?, Bien podrían ser un sinfín de pecados, pero el que vemos más claramente es el pecado de omisión al poder del verdadero Dios, ya que Jesús al sanarlo le enseña que la verdad no estaba en las aguas de un estanque sino en las aguas de vida de la fe y la entrega a Dios, y también le enseña que no hay hombre o mujer pequeños para la misericordia divina, Dios mira a todos sus hijos y les envía el socorro, a pesar de que no se lo agradecemos.

¿Que es lo que hace el hombre después que Jesús lo conmina a reformar su vida de pecado? Pues corre a denunciar a Jesús ante sus perseguidores, devolviendo así mal por el bien divino; Si el hombre sanado hubiere reconocido a Jesús como uno más de tantos “sanadores” con poderes sobrenaturales, obviamente que no hubiese sido el Cristo anunciado por los profetas. Un Cristo que traería sanidad al alma y al cuerpo, por el poder del Espíritu, hubiera sido un hijo del dios del mundo, de esos que causan la perdición de los hombres y la corrupción del espíritu; Pero al no ser así, al reconocer la Divinidad de Jesús, lo que intenta es causarle daño y esto se entiende porque nos ha sido enseñado que ningún reino dividido prevalece, así el mal no puede luchar contra el mal, pero si puede tratar de mellar la fe de aquellos que buscan el bien. Entonces: ¿Por qué buscamos enaltecer un mundo sobrenatural si seremos felices si vivimos dando gloria por el mundo natural y bello de la adoración única y verdadera a Dios?

Había un hombre santo y fiel llamado Job que es probado en su fidelidad a Dios y le sobrevienen toda suerte de desgracias y penas que difícilmente soportaríamos cualquiera de nosotros, es tentado a claudicar y llega a sentir debilidad ante la prueba, más se fortalece y en su gran fe confiesa ”Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tu me enseñarás. De oídas te había oído; Más ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza….”(Job. 42:4-6). Después de la gran prueba, Job es bendecido multiplicando todo lo que antes había tenido, la abundancia y la dicha lo acompañan hasta el final de sus días. ¿Qué esperas tu que suceda en tu vida? ¿Crees que tus penas son una injusticia o acaso has forjado tu propio mal?, Si Dios hoy te hablará y te dijese: “¿Qué has hecho de lo que te entregue el día que llegaste a la vida…..?” ¿Tú que le dirías?, ¿Tendrás el valor de decirle que has corrido en pos de dioses ajenos y los has adorado poniendo tu fe en ellos?, o ¿Acaso podrás decirle que es un Dios sordo que te dejo a tu suerte en manos del enemigo? ¿Qué tantas justificaciones podrías inventar para finalmente reconocer que has sido débil y sobre todo cobarde para reconocer tu error y enfrentar las consecuencias del pecado con valor? ¿Por qué ante ese pecado que te avergüenza cierras los ojos y simplemente te dejas llevar porque consideras que todo esta perdido, que es muy difícil conseguir enmendarte, conseguir el perdón y la misericordia divina? ¿Qué clase de Padre crees tu que es Dios que olvida a sus hijos en el sufrimiento?

Te ruego que abras tu corazón y sueltes las ataduras que te mantienen como barco anclado en alta mar, expuesto a toda clase de tempestades y peligros, y que en este momento extiendas las velas de la fe y la adoración única a Dios para que corras veloz con los vientos de la renovación, de ese renacer en la vida eterna. Renazcamos pues por la fe en la felicidad de una vida libre de ataduras, libre para decidir que por amor seguiremos a Dios, por amor verdadero. Alabemos su nombre y su gloria que no tiene fin, cantemos alabanzas y sintamos renacer la felicidad en nuestras vidas, ninguna pena lo es cuando en el día de la prueba el Padre nos acompaña y nos da la mano. Vivamos confiados porque el mundo es el estrado de sus pies.

Bendito seas por siempre..Señor.