por Miguel Angel de Marco
Característica siempre presente en ámbitos políticos (especialmente en tiempos previos a las elecciones) pero no ausente en las iglesias, el voluntarismo intenta apelar a la fe, pero no es fe. El voluntarismo tampoco es voluntad. En el mejor de los casos, es «la voluntad de querer que las cosas ocurran» por el solo hecho de desearlas y no «la voluntad de trabajar y esforzarse» para que los resultados devengan.
Hace poco volví a escuchar la ilustración de Platón sobre las dos distintas formas en que los hombres encaran la realidad.
Contaba el filósofo griego acerca de un hombre que tenía gangrena en un brazo y que se acercó a un médico para que le analizara su problema. El médico, de carácter un poco parco, miró el brazo, frunció el ceno y luego de pensar un rato dijo: «Hay que cortar el brazo. Si seccionamos el miembro enfermo podremos salvar el resto del cuerpo de la infección. Si no, todo será invadido por la gangrena».
El hombre enfermo, preocupado por los dolores y también por la solución propuesta, salió y se encontró con un orador. Y el orador, con su elocuencia típica y épica, al verlo con el brazo enfermo le dijo: «No, amigo. No tengas temor. Todo se va a arreglar. El cuerpo también tiene sus mecanismos que ayudan a sobrellevar estas circunstancias, etcétera». Y le predicó un lindo mensaje apelativo para levantarle el ánimo y ayudarlo a desarrollar confianza en el futuro y qué sé yo cuántas cosas más. Semanas después, el hombre moría, pero contento. Y hasta allí la ilustración de Platón.
Si bien esa pequeña historia tiene vanas aplicaciones, aquí hay dos cosas que resaltan: la una, la actitud de trabajo, esfuerzo y sacrificio que d médico propuso; la otra, el voluntarismo del orador, que con su elocuente prédica apeló al «solo se hará» entusiasta.
Característica siempre presente en ámbitos políticos (especialmente en tiempos previos a las elecciones) pero no ausente en las iglesias, el voluntarismo intenta apelar a la fe, pero no es fe. El voluntarismo tampoco es voluntad. En el mejor de los casos, es «la voluntad de querer que las cosas ocurran» por el solo hecho de desearlas y no «la voluntad de trabajar y esforzarse» para que los resultados devengan. Es «la voluntad de disponer las ganas» y no la voluntad de disponer las ganas, la mente, el cuerpo, el tiempo y todo lo necesario» para alcanzar la meta. Voluntarismo es ese deseo de ser santos y que no va más allá de esa hermosa reunión en que nos predicaron sobre eso. Es el querer tener una linda familia. con hijos temerosos de Dios v siervos suyos pero que no trabaja día a día en bien enseñarlos, amarlos, corregirlos e instruirlos en justicia y en todo el Consejo de Dios. Voluntarismo también es el deseo de edificar una gran iglesia pero sin disponerse a trabajar y analizar concienzuda e integralmente la Palabra de Dios y la historia que Dios ha desarrollado para entender cómo hacerlo. Es el decir a cualquiera y en cualquier situación: «no te preocupes. Dios te va a solucionar todo».
Lamentablemente muchos, creyendo estar descansando en Dios, permanecen en un cruel voluntarismo que, con el paso del tiempo, de las frustraciones y de las oraciones no contestadas, terminan tan desorientados que no saben cómo definir su fe de allí en adelante; siguen creyendo en Dios pero no saben cómo. Y algunos, también, reniegan.
Según Hebreos 11, la fe es «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Y este pasaje, cumbre en la enseñanza bíblica referente a la fe (al igual que aquellos que hablan de Abraham como el «padre de la fe»), lo hace en el contexto de la perseverancia en lo que se cree en función de los padecimientos presentes que siguen sin resolverse.
En la Biblia, la fe fue la característica de hombres como Abraham, que presentó su hijo en sacrificio, y hasta alzó su mano armada para matarlo, por fe. Fue la característica de Noé, que no sólo confió en Dios sino que fue y cortó la madera, se aguantó las burlas, se lastimó las manos construyendo el arca y trabajó día tras día, mes tras mes, en ese duro trabajo de obediencia, esperando la terrible y destructora lluvia que él nunca había visto.
Colega, ¿apelan tus sermones a la fe o al voluntarismo? ¿Vives y animas a oíros en la fe o te ejercitas y conduces a otros al voluntarismo? Porque el «gran imitador» también imita la fe.
Apuntes Pastorales, Volumen VI Número 5. Todos los derechos reservados.