En el museo de la fe: Israel
por Christopher Shaw
Algunas situaciones han sido especialmente preparadas para que crezcamos en la fe
Versículo: Hebreos 11:29
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11:29 Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron.
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A pesar del triste historial de Israel, el cruce del mar Rojo nos provee una interesante reflexión acerca de las dinámicas de la fe. Lo primero que observamos, en Éxodo 14, es que Dios deliberadamente ordenó las circunstancias para que fueran propicias para el ejercicio de la fe. Creó la apariencia de desorden para animar a Faraón a perseguirlos hasta el mar, donde tenía pensado manifestar plenamente su gloria ante los israelitas y los egipcios. Los israelitas, que no conocían estos detalles, entraron en pánico. En situaciones como esta, la intervención osada y confiada del líder es absolutamente esencial. Cuando los israelitas escuchaban las amenazas de Goliat, Saúl no supo proveerles ánimo ni inspiración. Moisés, en cambio, no dudó en calmar al pueblo y darle las claves para ejercitar su fe en esta situación de crisis: «No tengan miedo. Manténganse firmes, y vean la salvación que el Señor llevará hoy a cabo en favor de ustedes…». (Éxodo 14:13 – RVC). Observamos, en sus palabras, una réplica de la exhortación que nos ha dejado la epístola de Hebreos. No permitamos que las circunstancias nos infundan miedo. Mantengamos firme nuestra convicción de que Dios actuará a nuestro favor. Preparemos nuestro espíritu para ver la mano poderosa de Dios obrando en nuestro medio. Solamente emplean la fe aquellos que están convencidos del poder que la respalda.Una vez que Moisés calmó al pueblo, acudió al Señor en busca de nuevas instrucciones. La respuesta del Señor es sorprendente: «¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los hijos de Israel que sigan su marcha! Y tú, levanta tu vara, extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, para que los hijos de Israel lo crucen en seco» (Éxodo 14:15-16 – RVC). Es como si el Señor hubiese querido indicarle a Moisés que tenía más poder de lo que creía o entendía. Durante las negociaciones con el Farón le había dicho: «Mira, Yo te hago como Dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta» (Éxodo 7:1 – NBLH). La vara que poseía gozaba del pleno respaldo de Dios. Podía usarla y saber que el Señor se movería. ¿Acaso sufrimos el mismo problema? En más de una ocasión el Señor retó a los discípulos por su poca fe. Es que no terminamos de entender con quien estamos caminando, ni cuáles son los alcances de su poder y amor en nuestras vidas y la de aquellos que nos rodean. El resultado es una fe tímida que titubea ante la menor dificultad, y desemboca en la fatal decisión de enterrar nuestro talento en la tierra, para que no se pierda. Una última conclusión del cruce del mar Rojo: los egipcios intentaron hacer lo mismo y fracasaron. Caminar por fe es un privilegio concedido a los que creen en el Señor. ¡Qué lástima que le demos tan poco uso a semejante regalo!
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