En el museo de la fe: Noé
por Christopher Shaw
Ante lo absolutamente desconocido escogió creer en el Dios que conocía
Versículo: Hebreos 11:7
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11:7 Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe.
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La primera persona que deseamos examinar, en el museo de la fe, es Noé. Perteneció a una generación especialmente perversa y se registra, por primera vez, que Dios experimenta una sensación parecida a la de los seres humanos: tristeza. No obstante, en medio de ese desconsuelo, un hombre alegraba el corazón del Creador: Noé. «Noé siempre andaba con Dios», nos indica Génesis 6.9 (NLBH). Es decir, la inclinación general del corazón de este héroe era hacia una vida que tenía como intención final agradar al Señor. Uno de los privilegios al que accede la persona cuyo deseo más profundo es agradar a Dios en todo es que el Señor lo hace partícipe de sus intenciones. Así lo revela Jesús a sus discípulos: «Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero los he llamado amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de Mi Padre» (Jn 15.15 – NLBH). Este nivel de revelación no la habían recibido las multitudes, ni las muchas personas a quienes Jesús les había compartido las Buenas Nuevas del Reino. Los discípulos accedieron a este privilegio porque fueron fieles al llamado que habían recibido, aún frente a cuestionamientos y condenaciones. Ni siquiera sus propias dudas lograron doblegar la intención que tenían de seguir caminando con el Señor. Las revelaciones de Dios pueden conducirnos hacia una crisis de fe.El problema es que esta mayor revelación de las intenciones de Dios puede producir una crisis en nuestra experiencia espiritual. La versión NTV del texto de hoy nos dice que Dios «advirtió de cosas que nunca antes habían sucedido». Es decir, el Señor estaba revelando a Noé la intención de hacer algo que hasta el momento nunca se había visto en la existencia del ser humano. A la dificultad de asimilar semejante revelación se le suman las instrucciones de construir una embarcación de 135 metros de largo por 22 metros de ancho, ¡con una altura de tres pisos! El texto nos indica cuál fue la actitud que permitió a Noé sobreponerse a las dudas y los cuestionamientos que lógicamente despertarían semejante emprendimiento. Noé avanzó con «temor reverente». Es decir, escogió amarrar su fe a la Palabra que Dios le había dado: «Estableceré mi pacto contigo» (Gen 6.18). Creyó que el Creador era fiel para cumplirlo y por eso obedeció. No era un proyecto que se podía defender o explicar desde la lógica. Era un proyecto cuyo autor era Aquel cuyo nombre es misterio. Noé escogió no tratar de comprender; obedeció. Y debió volver a esta postura una y otra vez mientras completó la construcción de semejante embarcación. Habrá recibido cuestionamientos y burlas. Habrá luchado con las dudas y el desánimo. No obstante, siguió adelante, no permitiendo que su fe se le escapara de las manos. Con el tiempo el Señor demostró que su confianza no había sido en vano. Acertó al escoger, como estilo de vida, la fe.
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