Biblia

En la Iglesia, ciertas cuestiones como la liturgia, ¿son opinables?

En la Iglesia, ciertas cuestiones como la liturgia, ¿son opinables?

Por: Henry Vargas Holguín

No os conforméis a la mentalidad de este tiempo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”: Rm,12,2.

No es novedad alguna decir hoy, como siempre, que mucha gente se queja por todo: si llueve, porque llueve; si no llueve, porque no llueve; si hace frío, porque hace frío, y si hace calor, porque hace calor, en fin.
 
Y la vida eclesial tampoco está exenta de quejas y acusaciones: la gente se queja cuando se opina o se expresa la verdad, y más si esta verdad incomoda.
 
Pareciera que lo que nos hace aparecer importantes ante los demás es la crítica, la denuncia, aunque no siempre se hacen con suficientes elementos de prueba. A veces no valoramos lo bueno que tienen y hacen los demás o lo bueno que tiene y hace la Iglesia sino que sólo nos complacemos en quejas y lamentos. Entonces en vez de construir y generar esperanza, alentamos desconfianza y rechazo.

¿A qué me refiero? Leyendo las diferentes opiniones de la gente, a través de las redes sociales, para comentar los artículos publicados en Aleteia sobre liturgia, por ejemplo, se nota que hay posiciones contrarias: gente a favor y gente en contra.
 
La gente está muy polarizada. Hay gente que ha entendido y sabe cómo son las cosas y las acepta; y, con mucho dolor hay que decirlo, gente con una posición radicalmente contraria.
 
Yo veo que algunas personas quieren un catolicismo o una manera de seguir a Jesús pero a su medida, según sus gustos, sin renuncias o sacrificios; una fe laxa, una fe cómoda, una fe teórica o una fe superficial mezclada de ateísmo practico.
 
Pensarán que son ellos los que establecen los criterios litúrgicos, o incluso los criterios para ser cristiano, olvidando que es Él quien pone las condiciones para quien quiera seguirlo. Ojo que Jesús dice ‘quien quiera’; y quien quiera acepta sus condiciones.

Me he dado cuenta de que a menudo todo es cuestionado, puesto en entredicho, aun entre los mismos creyentes. Es común escuchar a la gente: ‘Yo vivo mi fe en Cristo cómo y cuándo me parece’; o, ‘yo voy a misa cuando me nace’; o, ‘de la doctrina yo acepto sólo lo que me parece’; o ‘la Iglesia se debe modernizar si quiere tener gente en misa’; o, ‘yo soy cristiano a mi manera’, etc..
 
Pensar así es la peor manera de ser cristianos. No justifiquemos tontamente nuestra manera superficial de vivir la fe, teniendo presente el pecado del prójimo; miremos sólo a Jesús y digamos como dijo San Pablo: “Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe” (2 Tim 1, 12).

Es lógico que las críticas vengan de los que ignoran la fe cristiana católica o de los ateos o de los que tienen otras maneras de concebir a Dios, pero ¿de un católico?

Los artículos de liturgia publicados en Aleteia son artículos redactados con cariño y fe por expertos teólogos (obispos, sacerdotes y fieles) muy calificados y de probada fidelidad a la sana doctrina cristiana católica y por instituciones católicas muy reconocidas.
 
La Iglesia como madre quiere el bien de la humanidad entera. No cuestionemos por sistema sus directrices pues son sabias y la Iglesia tiene que ser punto de referencia inconmovible para el mundo; y para esto no debe perder nunca su identidad.

Y recordemos lo que dice Jesús: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16,24).
 
Seguir a Jesús implica no sólo aceptar sin condiciones su mensaje, sus exigencias y su estilo de vida sino también escuchar a la Iglesia, acatar su magisterio que está en sintonía con el querer de Cristo.