Biblia

En la vidriera

En la vidriera

por Joel Comiskey

Aquellos que nos rodean nos observan y sacan conclusiones acerca de nuestra espiritualidad.

¿Cuál es el concepto central de la iglesia celular?. ¿La comunidad?, ¿la evangelización?, ¿el crecimiento de la iglesia? Junto con mi amigo Steve Irvin hablamos de este tema una noche mientras cenábamos en casa. Debatimos algunas de las suposiciones más comunes acerca de cuál es el tema principal de la iglesia celular. Entonces le comenté a Steve una convicción que cada vez crecía más en mi corazón. «Creo que la esencia de la iglesia celular es preparar a los líderes enviados a recoger la cosecha. La iglesia celular es una estrategia de liderazgo», le afirmé. Luego de haber estudiado, practicado y reflexionado acerca de la iglesia celular durante los últimos años, he llegado a la conclusión de que ella se ocupa de desarrollar a los líderes y a la vez les permite recoger la cosecha. El entorno ideal para que el liderazgo comience su tarea y prospere en ella es la iglesia celular. ¿Cuáles son algunos de los principios clave de la Biblia que se encuentran detrás del desarrollo de líderes en la iglesia celular? Cristo elige a los Doce Sorprende que Cristo no haya elegido hombres destacados o con una posición clave para formar a su grupo selecto. Ninguno de los discípulos ocupaba puestos importantes en la sinagoga, ni pertenecía al sacerdocio levítico. Por el contrario, eran hombres trabajadores, sin ningún tipo de entrenamiento profesional, estudios académicos y sin fuente alguna de riqueza heredada. En su mayoría habían crecido en las partes más humildes del país. Eran impulsivos, temperamentales y se ofendían con facilidad. Jesús rompió las barreras que separaban a los puros de los impuros y a los obedientes de los pecadores. Él llamó a los pescadores así como a los recolectores de impuestos y a los fanáticos. Jesús vio que poseían un potencial oculto. Detectó honestidad, un espíritu dispuesto para recibir enseñanza y una disposición para aprender. Sentían hambre de Dios, actuaban con la sencillez suficiente para ver más allá de la hipocresía religiosa de la época y buscaban a alguien que los guiara hacia la salvación. Al llamar a los despreciados, al sentarse a cenar con los publicanos, al iniciar la restauración de una mujer samaritana, Jesús demostraba que hasta estas personas eran bien recibidas en el reino de Dios. Formados en adversidad La mayoría de los problemas de liderazgo pueden resolverse si estamos dispuestos a desarrollar a los laicos dentro de nuestra propia congregación. En realidad, esta tarea requerirá que abramos nuestro corazón a un espectro más amplio de laicos en la iglesia. Un estudio realizado de trescientas personalidades exitosas, como Franklin Roosevelt, Helen Keller, Winston Churchill, Albert Schweitzer, Mahatma Gandhi y Albert Einstein, reveló que uno de cada cuatro de ellos padecía una discapacidad: ceguera, sordera, o movilidad reducida. Tres de cada cuatro de ellos habían nacido en la pobreza, provenían de hogares destruidos o habían sufrido situaciones tensas o problemáticas en extremo. Cualidades invisibles A veces no alcanzamos a ver al liderazgo emergente porque buscamos en el lugar equivocado. En general andamos a caza de aquellos que encajan con nuestra personalidad, pero pasamos por alto a cualquiera que vaya contra nuestra corriente. Samuel se equivocó al juzgar la elección del Señor cuando nombró al segundo rey de Israel . Se enfocó en su apariencia y estatura: «Y aconteció que cuando ellos entraron, vio a Eliab, y se dijo: Ciertamente el ungido del Señor está delante de Él. Pero el Señor dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón» (1Sa 16.6–7). Isaí estaba igual de sorprendido al ver que su hijo mayor no era el elegido. Ni siquiera había considerado invitar al niño pastor David a la ceremonia. Pero aunque David era un jovencito «rubicundo», «el Señor dijo: Levántate, úngele; porque éste es» (1Sa 1611–12). Dios suele usar a los «jovencitos rubicundos» que se han comprometido por completo con él. Tenemos la tendencia a presionar con educación a los líderes novatos. Aun así, la mies es tanta y los obreros son pocos que Dios quisiera que veamos todas las posibilidades de liderazgo que nos rodean. Lo que somos a solas D. L. Moody comentó una vez: «El carácter es lo que somos en la oscuridad». La mayoría de los requisitos del Nuevo Testamento involucran el carácter. Las virtudes como la honestidad, la fidelidad y el buen juicio son sinónimos del liderazgo del Nuevo Testamento. Ninguna cantidad de talento o dones puede reemplazar estas características. El mal carácter termina descalificando a una persona para que lidere. Cuando era joven, estudiante de la Universidad en Long Beach, California, intenté testificar de Cristo a una amiga en una clase de biología. Me escuchó respetuosamente e incluso asentía, pero nada más que eso. Una noche, muchos meses más tarde, mientras cenaba con unos amigos en un restaurante, para mi sorpresa, la chica de la universidad fue nuestra mesera esa noche. Hablamos, pedimos la cena, comimos y luego solicitamos la cuenta. Para complacernos (a expensas de su jefe), se nos acercó y nos propuso: «No voy a anotar en la cuenta todo lo que consumieron». Dios me habló inmediatamente y le respondí: «Aprecio tu gesto, pero somos cristianos y Dios quiere que paguemos lo que comimos». Quedó muy sorprendida y probablemente habrá pensado que éramos un poco extraños, pero el mensaje fue claro. Antes de irnos, la invité a nuestra iglesia. El próximo domingo llegó a la iglesia y me comentó: «cuando no aceptaste mi ofrecimiento la semana pasada en el restaurante, me dí cuenta de que eras cristiano». Esta chica ya me había escuchado hablar acerca de Jesús en la universidad, pero primero tuvo que ver cómo Jesús obraba en mi carácter para creer lo que le compartí. Mis acciones, a diferencia de mis palabras, marcaron la diferencia en su vida. Bajo la lupa Las personas observan nuestra vida. Quieren asegurarse de que nuestras acciones corresponden a nuestras palabras antes de recibir el mensaje del evangelio. Quieren asegurarse de que el líder a quien van a seguir sea creíble y honesto. El carácter piadoso es la obra de Cristo en nuestras acciones, actitudes y en nuestra vida cotidiana. Hoy enfrentamos escasez de carácter piadoso. Nos inclinamos a clamar con el salmista: «Salva, Señor, porque el piadoso deja de ser» (Sal 12.1). De esta manera, muchos cristianos talentosos, que ministran multitudes, caen presa de su propia debilidad moral. Las palabras de Pablo a Timoteo son oportunas para este tema: «No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza» (1Ti 4.12). Pablo sabía que Timoteo estaba rodeado de críticos mayores que él que solo querían verlo fracasar. Éfeso, aunque era una de las ciudades más prominentes del mundo romano, abundaban en ella idolatría, orgías y magia. En Éfeso sucedió que «muchos de los que practicaban la magia, juntando sus libros, los quemaban a la vista de todos; calcularon su precio y hallaron que llegaba a cincuenta mil piezas de plata» (Hch 19.19). Conducta ejemplar El consejo de Pablo a Timoteo en medio de la tentación y corrupción fue, en efecto: «calla a los críticos con tus acciones». Sé ejemplo para los creyentes… con la pureza. A la palabra pureza (hagnos) siempre se le da un sentido moral. No se limita a los pecados de la carne, sino que se refiere tanto a las acciones como a las intenciones. El antiguo refrán «las acciones hablan más que mil palabras» tiene sentido. Los líderes de célula deben mantener una ética y carácter piadosos en todo momento. Asegúrese de ser la misma persona en la oscuridad que la que vive a la luz del día.

Se tomó de Leadership Exlposion, Touch Publications, 2000. Se usa con permiso. Todos los derechos reservados