Es el Señor quien es digno de gloria, no el diablo.
por Enrique Zapata
Dejemos de buscar gloria para nosotros y enseñemos a nuestra gente a cerca de quien es realmente glorioso: Jesucristo. En El ellos podrán resistir al diablo, En Cristo tienen la sabiduría para discernir las astucias del maligno. En Cristo ha sido provisto el armamento completo para poder estar firmes contra todas las asechanzas del diablo. ¡Hablemos de Cristo, El es nuestro Salvador!
Muchos creyentes acreditan mas poder, sabiduría y habilidad al diablo, que al Señor y no debe ser así. Vilmar Casal, un pastor amigo, expreso esta idea un día en que estábamos ayudando pastoralmente a cierta mujer cristiana. Vivía atemorizada constantemente por el tema de los demonios. Era creyente pero había estado en una iglesia que le hizo ver démonos en todos lados. Según ella, en vanas ocasiones había sido librada, pero siempre volvían de nuevo a su vida, a su casa y familia.
Es cierto que el diablo y sus demonios tienen sabiduría, poder y astucia, y años de experiencia más allá de la nuestra; tiemblo al pensar en la posibilidad de tener que manejarme con mis propios recursos y experiencia para vencerlos. Pero el mensaje glorioso que proclamamos es que a Jesús ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra. El es poderoso para salvar completamente del pecado, del poder del pecado y del enemigo a las almas.
Me crié en la cordillera de Ecuador. Vivimos a 3.000 mts. de altura con la belleza de la nieve en las cumbres del Cotopaxi y del Antisana, que levantaban sus cabezas a casi 6.000 mts, Después me mude a otro lugar donde, supuestamente, había «montanas». Todo el mundo hablaba de ellas, pero para mi nunca podrían serlo, ya que sólo tenían una elevación máxima de 800 mts. Para ellos, que no conocían la grandeza de los Andes, eran montanas grandes, pero para había disfrutado de aquellos picos ecuatorianos, éstas no eran «montañas».
En la misma forma, quienes no conocen la grandeza de nuestro Señor y Salvador, hay lugar para miedo y dudas. El diablo parece grande ante ellos, pero sólo porque no han conocido y visto el único que realmente es grande, soberano, sabio y infinito.
Mi responsabilidad es caminaren su luz, en el camino estrecho, sometido a Dios, resistiendo al diablo, recordando que mi Salvador es poderoso y atento. El desea mucho más que yo el mantenerme firme y fuerte. «El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía. y castillo mío; Mi Dios en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya». ¡Cuánto gozo, paz y esperanza es robado del corazón de los creyentes que no son enseñados a cómo vivir con la grandeza de su Dios y Salvador?
Necesitamos ayudar a los endemoniados a liberarse del enemigo de sus almas. Pero es sólo el primer paso; el trabajo pastoral debe llevarles a vivir en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Algo está seriamente enfermo en una congregación cuando el pueblo de Dios vive sin el gozo y la victoria que hay en Cristo Jesús. Muchos hombres no enseñan a su gente estas verdades porque quieren «que se los necesite» y ser quienes están rescatando siempre «a sus ovejas» del enemigo.
Dejemos de buscar gloria para nosotros y enseñemos a nuestra gente a cerca de quien es realmente glorioso: Jesucristo. En El ellos podrán resistir al diablo, En Cristo tienen la sabiduría para discernir las astucias del maligno. En Cristo ha sido provisto el armamento completo para poder estar firmes contra todas las asechanzas del diablo. ¡Hablemos de Cristo, El es nuestro Salvador!
Apuntes Pastorales
Volumen V Número 6