Predicas Cristianas | Mensajes Cristianos
INTRODUCCIÓN:
La Biblia nos enseña en la hermosa Parábola del Sembrador, que cada vez que se predica o se enseña la Palabra de Dios, sucede una de estas cuatro cosas:
1. Algunos la oyen pero no la entienden, entonces viene el diablo y les hace olvidarse totalmente de lo predicado o enseñado.
2. Otros la oyen y se entusiasman y en ese momento se proponen obedecerla y hasta la comparten con otros hermanos o con sus amigos, pero cuando vienen las pruebas se desaniman y ya no la ponen en práctica.
3. Otro grupo, escucha con atención y se goza con las hermosas verdades y mandamientos de la palabra de Dios, pero poco después, es seducido por todas aquellas cosas que el mundo ofrece para la satisfacción de los cinco sentidos y del ego humano, y el mensaje escuchado queda sin ser obedecido.
4. Sin embargo, también hay algunos que escuchan, entienden y hacen fructífera la Palabra de Dios en sus vidas, porque la obedecen.
En esta ocasión, quiero llamar su atención hacia el tercer grupo y vamos a leerlo en las palabras de Jesús: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22) Hoy vamos a hablar de: “Espinos que arruinan la vida cristiana” y nos vamos a basar tanto en Mateo 13:22 como en Lucas 8:14 Satanás no ha podido detener el avance del evangelismo en la tierra.
Tampoco ha podido evitar que se predique la Palabra de Dios a los creyentes.
Pero lo que sí ha podido lograr con creces es que la Palabra de Dios se haga infructuosa como dice literalmente en Mateo 13:22 Todos los días y en especial los fines de semana, millones de personas escuchan la Palabra de Dios, pero de esos millones solamente unos cuantos están obedeciendo las enseñanzas que reciben.
¿Por qué me atrevo a decir esto? Me atrevo a decirlo, porque me entristece ver que es muy difícil encontrar una verdadera diferencia entre un inconverso y un cristiano:
Los no cristianos tienen grandes problemas matrimoniales y familiares. Muchos cristianos también.
Los no cristianos viven muy endeudados por su mala administración. Muchísimos cristianos padecen de lo mismo.
Los no cristianos guardan resentimientos contra muchas personas. Lamentablemente, un gran número de cristianos hacen lo mismo.
Los no cristianos viven muy afanados por obtener cosas que no son prioritarias. La gran mayoría de los cristianos también viven en el mismo afán.
Los jóvenes no cristianos se dejan gobernar por sus sentimientos y malos deseos. Los jóvenes cristianos fieles y santos son muy pocos.
Los no cristianos viven para sí mismos y no para Dios. También muchos que dicen ser cristianos, viven vidas egocéntricas.
Claro, que hay honrosas excepciones, pero la gran mayoría de los que profesan ser cristianos, están atrapados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, como lo vemos escrito en el evangelio de Lucas:
“La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14) Lucas deja ver claramente tres tipos de espinos: 1. Afanes, 2. Riquezas, 3. Placeres de la vida
1. LOS AFANES POR NECESIDADES LEGÍTIMAS:
Lucas escribió “afanes”, pero Mateo escribió: “el afán de este siglo”
Esto nos permite entender que el Señor, se refería al exceso de preocupación por las necesidades no precisamente malas, sino más bien de la vida en este mundo. Veamos unos ejemplos para aplicar esta enseñanza a nuestro tiempo:
Si la persona es un niño o adolescente, tal vez se preocupe demasiado por sus necesidades de aceptación, de amistad, de estudio, de diversión. Si es alguien entre los 18 y los 24, quizás sus necesidades legítimas en las cuales se afane sean: La capacitación académica, el aprendizaje de algún oficio, la búsqueda de pareja. Si es de entre 25 a 30, posiblemente ya esté mucho más involucrado y comprometido no solamente en algún empleo, sino también en estudios de especialidades, postgrados, maestrías y cosas parecidas. Otros de esta edad estarán muy preocupados en abrir o fomentar un negocio.
Algunos estarán ya pensando en casarse y quizás preocupados por no saber con quién. Habrá también algunos que a esa edad de entre 25 y 30, ya estén casados y a la vez preocupados por el sustento, la educación y la formación de sus hijos. Y así en cada etapa de la vida los seres humanos siempre tenemos necesidades legítimas de las cuáles preocuparnos y ocuparnos. No hay nada de malo en el hecho de que seamos personas responsables de estudiar, trabajar y procurar siempre nuestra superación personal, y la de nuestros seres queridos. Tampoco es pecado tener amistades, practicar un deporte, desarrollar un arte o simplemente tomar tiempo para divertirnos sanamente. En realidad, ninguna de estas cosas, por sí misma hace infructuosa la Palabra de Dios en la vida de una persona. Lo que hace infructuosa la Palabra del Señor (Mateo 13:22) es el afán por estas cosas. Una de las definiciones para la palabra “afán” es: “Trabajo excesivo y penoso”. Una ilustración perfecta para esta mala actitud ante la Palabra del Señor, la encontramos en el siguiente pasaje:
“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:38-42) Martha no estaba haciendo nada malo, por el contrario, estaba trabajando en las labores cotidianas del hogar, quizás hasta preparando comida para Jesús. Pero ella no solamente estaba “afanada” sino también “turbada”
Una definición de “turbar” es: “Alterar el ánimo de una persona confundiéndola o aturdiéndola hasta dejarla sin saber qué hacer ni qué decir” Y, ¿No es cierto que muchas veces los mismos cristianos, ante las necesidades legítimas de la vida, estamos no solamente trabajando excesivamente, sino confundidos, aturdidos y sin saber qué hacer? Si nosotros lo permitimos, esa desesperación por las necesidades legítimas de esta vida, se convierte en espinos que ahogan la Palabra de Dios y la hacen infructuosa para nuestra persona.
Marta tenía en su casa, a Jesús, la Palabra de Dios encarnada, y le dio más importancia a sus quehaceres cotidianos, ¿No creen que fue una locura? Y, ¿Cómo es posible que siendo cristianos y teniendo en nuestro corazón al mismo Señor que estuvo en casa de Marta, nosotros cometamos la misma tontería que cometió ella? ¿Cuál es tu necesidad terrenal legítima?:
¿Alimento? ¿Vestido? ¿Un techo? ¿Pareja? ¿La educación de tus hijos? ¿Amistades? ¿Aceptación? ¿Autorrealización?
Cualquiera que sea tu necesidad, ¡No permitas que se convierta en un espino que ahogue en ti la Palabra del Señor!
Confía en las promesas de Dios, no trates de resolver todo con tus propias fuerzas.
Ya sé que eso es lo que te aconsejan los conferencistas de superación personal y los psicólogos no cristianos o cristianos despistados, pero eso es egocentrismo puro, y eso ahoga la semilla preciosa de la Palabra de Dios en tu vida. No descuides tu vida espiritual con tal de suplir tus necesidades legítimas de la vida material. ¡La vida espiritual es también una necesidad para la vida en este mundo!, compruébalo con el siguiente texto bíblico:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6,7) En Salmos 34:10 dice: “Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien” (Salmos 34:10) Recuerda también las promesas tan conocidas de Jesús en Mateo 6:25-34 No cometamos la misma tontería del hombre que derribó sus graneros e hizo otros nuevos para almacenar mucho más alimento.
Estudiemos, trabajemos, y atendamos a nuestras familias, pero no hagamos infructuosa la Palabra de Dios al oírla y no practicarla, a causa de ocuparnos desesperadamente en las necesidades legitimas de la vida en este mundo.
Para encontrar pareja y formar una familia o para sustentar a la familia que ya tenemos, no seamos negligentes, pero hagámoslo todo dependiendo del Señor:
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mateo 7:7-11)
2. EL ENGAÑO DE LAS RIQUEZAS MATERIALES:
Lucas escribió en su evangelio: “las riquezas”
“La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14) Pero Mateo escribió: “El engaño de las riquezas”
“El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:22) Así que las riquezas en sí mismas no son buenas ni malas, pero sí son algo que puede ser usado por el diablo como un engaño para desenfocarnos, y hacer que la Palabra de Dios quede sin fruto en nuestra vida.
Esta clase de “espino” que ahoga la semilla preciosa de la Palabra Santa, se parece al anterior que es: “los afanes por necesidades legítimas”, en el sentido de que también se trata de un “trabajo excesivo y penoso” por cosas materiales.
La diferencia es que “los afanes por necesidades legítimas”, se trata de la búsqueda de cosas prioritarias, y “el engaño de las riquezas materiales” se trata también de un afán, pero es un afán por acumular excesivamente los bienes de este mundo con el propósito de adquirir seguridad, poder y autonomía.
Veamos algunas razones por las cuales las riquezas materiales llegan a ser un engaño:
Sutileza.- Hay una línea muy delgada entre “los afanes por necesidades legítimas” y “el engaño de las riquezas materiales”.
Mucha gente comienza afanándose por las cosas de primera necesidad y después continúa afanándose aunque ya tenga lo suficiente para satisfacer sus necesidades básicas.
Falsa seguridad.- Las riquezas producen una falsa seguridad que hacen muy difícil que el rico dependa de Dios, por eso Jesús dijo:
“De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mateo 19:23,24) El pecado no está en ser previsor o ahorrativo, sino en depender de nuestro propio esfuerzo y poner nuestra esperanza en las riquezas acumuladas, convirtiéndolas en nuestra fuente de seguridad.
Sensación de poder.- La abundancia de riquezas produce una seductora sensación de poder sobre las circunstancias y sobre los demás seres humanos. El anhelo de poder es una de las manifestaciones de la naturaleza pecaminosa del ser humano y las riquezas ofrecen una gran oportunidad para obtenerlo. Además de poder, el dinero también parece otorgar todo el control a quien lo posee. (“Con dinero baila el perro”)
Autonomía relativa.- Las riquezas parecen brindar la gran oportunidad de autonomía total. Desde muy temprano en la historia, el hombre ha manifestado su deseo de ser independiente. Fuimos creados para vivir en comunidad, pero nos molesta depender de otras personas. Fuimos creados para glorificar a Dios, pero quisiéramos independizarnos de él como lo hizo el hijo pródigo al irse de la casa de su padre.
La autonomía que las riquezas ofrecen es muy relativa porque:
Aunque el rico generalmente se considera independiente, realmente no lo es, ya que siempre dependerá de otras personas tanto para amasar su fortuna como para conservarla y fomentarla. Tampoco logrará nunca ser independiente de Dios porque la Biblia dice:
“De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Salmos 24:1)
Además:
“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos…” (Hageo 2:8) Cuando una persona establece como la prioridad de su vida “asegurar su futuro económico y el de su familia” ha caído en un engaño y ha perdido el enfoque.
¿Cómo puedes darte cuenta de que has caído en el engaño de las riquezas materiales? Primeramente el Espíritu Santo te lo hará saber. (Si realmente eres cristiano) Además, cuando una persona cristiana se afana por acumular riqueza sobre riqueza pierde el interés por las cosas espirituales. Una vez que ha perdido el interés por las cosas espirituales, ya no encontrará tiempo para ellas. Quizás tendrá mucho conocimiento de la Biblia. Talvez tenga la capacidad de juzgar entre lo que se debe y no se debe hacer. Posiblemente, hasta lea o escuche la Palabra de Dios ocasionalmente, y esa Palabra talvez lo motive a manifestar un avivamiento, pero ese avivamiento será fugaz, porque la semilla de la Palabra será ahogada por los espinos del engaño de las riquezas materiales en los cuales ha puesto su corazón. ¡Quiera Dios que ninguno de los presentes caiga en una desgracia como esa!
3. LA CONSAGRACIÓN A LOS PLACERES DE LA VIDA:
Mateo solamente menciona dos cosas:
“el afán de este siglo y el engaño de las riquezas” (Mateo 13:22) Lucas lo desglosa un poco más cuando añade: “los placeres de la vida” (Lucas 8:14)
¿Puede un cristiano ser santo y a la vez disfrutar de los placeres de la vida? Claro que sí. Igual que el trabajo y las riquezas, los placeres no son pecaminosos por sí mismos. Pero, se convierten en pecaminosos cuando nos consagramos a ellos y desplazan a Dios. Los placeres de la vida no son pecaminosos en sí mismos, porque son una evidencia del gran amor de Dios para el ser humano. Fue Dios quien nos creó con todo lo necesario para ser capaces de disfrutar placer. Dios puso placer en cada uno de nuestros cinco sentidos: Nos dio un paladar que nos hace disfrutar los alimentos. Un par de oídos sensibles para apreciar armonías musicales. Ojos que ven a colores. Olfato capaz de distinguir diversas fragancias. Una piel capaz de hacernos conscientes de las más leve caricia. En todas las funciones de nuestro cuerpo, Dios puso placer. Por lo tanto, los placeres de la vida no son pecaminosos en sí mismos. Pero, los placeres de la vida se convierten en pecaminosos cuando ahogan la Palabra de Dios y no le permiten fructificar con la obediencia. Jesús lo dijo así:
“La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto” (Lucas 8:14) Este tipo de personas escucha la predicación o el estudio bíblico, lo entiende y lo comienza a aplicar.
No es el terreno duro del camino donde la semilla no penetra. Tampoco es el terreno pedregoso con poca tierra donde la semilla germina pronto, pero se seca y se pierde por la falta de profundidad y por el sol que la quema. Este tipo de corazón es un terreno donde la semilla de la Biblia sí encuentra profundidad para germinar y aún para que la plantita empiece a crecer, pero ese crecimiento es interrumpido y no llega al punto de fructificar porque los espinos lo impiden. No es que no entienda. No es que pase por pruebas. No es que carezca de deseos de agradar a Dios. El problema es que los placeres de esta vida son su prioridad y ha consagrado su corazón a ellos. Si Dios le pidiera que abandonara a su familia y que se dedicara totalmente a trabajar en la iglesia, lo haría. Si Dios le pidiera que vendiera todas sus propiedades y las regalara a los pobres, inmediatamente pondría un anuncio en el periódico. Pero, como Dios le manda que se niegue a sí mismo y que quite del trono de su corazón a los placeres de la vida, no puede obedecer y la Palabra de Dios es ahogada y queda sin fruto que glorifique al Señor. ¿Hay esperanza para un corazón así?
Desde luego que la hay. Si realmente te entristece no poder agradar a Dios a causa de algún placer pecaminoso. Si en verdad te duele que la Palabra de Dios no pueda fructificar porque la ahogan los espinos de los placeres de esta vida. No te voy a pedir que levantes tu mano. Tampoco te voy a pedir que pases al frente. Pero sí, te voy a recomendar que hagas lo que hizo el apóstol Pablo según escribió en Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mi” (Gálatas 2:20) Toma la firme decisión de negarte a ti mismo (a). Esto es la crucifixión juntamente con Cristo.
No te rindas. No renuncies a vivir la vida cristiana, se valiente e inténtalo una y otra vez, para la gloria de Dios. Ya no te enfrentes a la tentación, deja que Cristo lo haga por ti. (ya no vivo yo) Refúgiate en la gracia de Dios. Vive tu vida en este mundo en la fe de Jesucristo. Recuerda que Cristo te ama y murió por ti, precisamente porque sabe que eres débil. No te enfoques en tu debilidad. No luches con tus propias fuerzas. Pon los ojos en Cristo. Tu socorro viene de Jehová. El hará que su Palabra fructifique en tu corazón.
CONCLUSIÓN:
En todas las iglesias cristianas hay gente que ha dejado su primer amor con Cristo, porque los espinos de los afanes por las cosas de esta vida temporal, han ahogado la Palabra de Dios que fue implantada por el Espíritu Santo en su corazón, y la han hecho infructuosa.
Quiera Dios que la Palabra Suya, haya caído esta noche en corazones que sean como la buena tierra donde la semilla fructifique a ciento, a sesenta y a treinta por uno. ¿Debe el cristiano trabajar arduamente para sacar adelante a su familia? Sí, debe hacerlo, porque el que no provee para los suyos es peor que los incrédulos. Pero no debe descuidar su vida espiritual, porque Dios no quiere que nos afanemos y aturdamos en los quehaceres de la vida, como Marta. ¿Puede un cristiano ser rico y santo a la vez? Un cristiano sí puede ser rico y santo a la vez, si realmente el posee al dinero y no el dinero lo posee a él. Las riquezas no son buenas ni malas por sí mismas. Se vuelven malas cuando las ponemos en el lugar de Dios, por eso la Biblia denuncia a la avaricia como idolatría.
El cristiano que procura riquezas, ya no tiene tiempo para Dios. Dios desea que sus hijos vivan una vida de contentamiento, confiando alegremente en Él, libres de deudas y compromisos que estorben su vida espiritual. ¿Puede el cristiano disfrutar de los placeres de la vida? Sí, el cristiano puede y debe disfrutar de los placeres de la vida porque, los placeres de la vida son un regalo de Dios para el ser humano. Pero, al disfrutarlos, debe hacerlo dentro de los límites que Dios mismo ha establecido en su Palabra.
Fuente: www.centraldesermones.com