El Rapto se resume en dos palabras: “estad listos”. “No ama más al Señor el que más se lo dice, sino el que más se lo demuestra”.
La adoración tiene que demostrarse con un espíritu dispuesto. “Donde hay dos o tres reunidos en su nombre, Él está en medio”.
El fruto de nuestra conversión es un cambio de dentro hacia fuera. 58:1 Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado. 46:1 Se postró Bel, se abatió Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de carga; esas cosas que vosotros solíais llevar son alzadas cual carga, sobre las bestias cansadas. 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 66:1 Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? 4:18 El Espíritu del Señor está sobre mí,
Estas palabras pueden resultar incluso agresivas. En el Rapto Él vestirá nuestra alma de inmortalidad. Dios no está en medio de dos que conforman o abrazan el fracaso.
Si no disponemos nuestro corazón para ser arrebatados, nunca estaremos listos.
En la comunión de buscarle nos viene el verdadero conocimiento. Los fariseos que conocían a Jesús, no discernieron el verdadero tiempo de su visitación.
El ser del cristiano puro debe llegar al punto que nada ni nadie le importe más que el verdadero Jesús.
Debemos vivir conscientes de que vamos a heredar el cielo y no la tierra; por lo tanto debemos vivir santa y piadosamente. Nuestra herencia es espiritual y diseñada por la mano de Dios.
En cada reunión donde se celebra culto a Jehová tienen que haber expectativas de cambio.
Dios hace cosas con aquellos que tienen fe.
58:2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios.
Las almas de las congregaciones, no les pertenecen a los pastores, sino que los pastores se deben a las almas. Todos en unidad y en equilibrio debemos buscar a Dios. En la unidad de la alabanza, Él habita en medio.
Muchos dicen: “Yo le aprieto a Dios para que me bendiga”, pero pocos se aprietan a si mismos para servirle.
Isaías 46:1
Cuando tenemos mucho de Dios, se nos va a demandar en la misma medida. Meternos dentro de Dios es para dejarnos llevar. Él nos debe dominar y controlar para que su brazo poderoso se manifieste en nuestro diario vivir.
Los creyentes en Samaria deben compaginar con la Gloria que Dios está manifestando, por lo tanto hay que estar a la altura.
Hay creyentes que viven siempre dentro del santuario y para ellos su Presencia lo es todo. Allí, en ese lugar, seremos arrebatados. Otros creyentes se conforman a vivir en el atrio del templo, simplemente simpatizando con su Gloria.
Si no hay Gloria nos aislamos y nos hacemos templo para nosotros; pero lo que le interesa a es que le edifiquemos casa para glorificarse Él.
Para cada cosa que tenemos que hacer, Dios nos tiene que capacitar. Jesús se paraba delante de los enfermos y les preguntaba, ¿Qué queréis que os haga? Si no hay fe, no aprovechamos su visitación.
La Palabra será traída con cordura para aquellos que tienen fe.
Isaías 44:7
44:7 ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.
2 Corintios 5:17
Lo que nos demanda el Espíritu, es ser diligentes a escuchar y rápidos para obedecer.
Isaías 66:1,2
66:2 Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.
A Dios nunca le podremos decir,
“es que tú no sabes lo que es pasar estas pruebas que estoy sobrellevando”.
Él sabe cuál es esta comparación entre nosotros y Él. Dios conoce nuestros más íntimos pensamientos. Lo que hizo Jesús cuando vivió en cuerpo de carne, fue entregarse por completo a su Iglesia.
Los humildes saben que su consagración ha de ser espiritual. Cuando amamos a Dios más que todas las cosas equivale a ser adoradores, amantes de Él.
Dios busca que le adoremos y no que le traigamos continuos rezos repetitivos. Algo tan pequeño como es nuestro corazón, eso es lo que Dios pide.
Lucas 4:18.
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos…