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Evangelización amistosa

Evangelización amistosa

por Jorge Osorio

¿Cómo viene la gente a Cristo y a la iglesia? ¿Cuántos entran solos sin que nadie los invite? Tenemos en las iglesias un potencial adormecido que si lo activáramos de la manera correcta explotaría. Es hora de considerar una alternativa del paradigma evangelizador: La evangelización por medio de las amistades.

¿Cómo viene la gente a Cristo y a la iglesia? ¿Cuántos entran solos sin que nadie los invite?


Hace tiempo hice una encuesta para averiguar cuál fue la razón por la que vinieron a la iglesia las personas presentes en la reunión en una iglesia de la Alianza Cristiana Misionera en Trujillo, Perú, donde la estrategia era campaña y seguimiento, campaña y seguimiento, etcétera. Lo hicieron por diecisiete meses, con lo cual abrieron una brecha considerable para el evangelio. Todos se sorprendieron cuando la encuesta mostró que más de 60% de su gente venía producto del testimonio de un amigo o familiar.


La evangelización casi se ha convertido en un paradigma para nosotros los cristianos. Un paradigma es un patrón que se ha ido trasmitiendo de generación en generación y que nos viene ahora a dictar cómo debemos, por ejemplo, operar en la evangelización. Por lo tanto, tenemos en las iglesias un potencial adormecido que si lo activáramos de la manera correcta explotaría. Es hora de considerar una alternativa del paradigma evangelizador: La evangelización por medio de las amistades.


Una investigación de Operación Mundo mostró que de 75% a 90% recibieron a Jesucristo por la influencia de un familiar o de un amigo. Las relaciones amistosas genuinas, son los puentes naturales por donde viaja el evangelio. Dios nos ha creado a los seres humanos de tal manera que nuestra receptividad responde a estos puentes naturales. Aunque nos aislemos, casi siempre hay una persona que nos entiende, nos escucha, se preocupa por nosotros, y es ahí donde comienza a encarnarse el mensaje. Es esta red de relaciones por donde viaja el mensaje.


La palabra griega oikos significa «casa». Pero no solamente se refiere al edificio sino también a las personas que viven a una distancia razonable de uno y de la iglesia. Son aquellos que no conocen a Jesucristo y que encajan en cualquiera de estas categorías: familiares, amigos, vecinos, asociados (personas con las que uno trabaja, o estudia, o los ve en el bus, con las que tiene algún contacto).


Algunos ejemplos en las Escrituras son:


Cornelio, el centurión. «Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio… piadoso y temeroso de Dios con toda su casa (oikos)» (Hch 10:1-2). «Y ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa (su oikos) para oír tus palabras… Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos» (Hch. 10:22-24). El oikos de Cornelio era su círculo más íntimo de parientes y amigos que no dudarían de él, una persona muy respetable, y no desecharían la invitación. El resultado fue que ante la predicación de Pedro el oikos de Cornelio se salvó.


El carcelero de Filipos hablando a Pablo y a Silas: «Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos le dijeron: cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa (oikos)» (Hch. 16.29).


Crispo «el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa (oikos); y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados» (Hch. 18:7-8).


El endemoniado gadareno. «Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo: vuélvete a tu casa (oikos), y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo» (Lc. 8:38-39). El Señor envía al endemoniado gadareno curado a sus familiares y amigos para que le viesen.


Zaqueo. «Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa (oikos); por cuanto él también es hijo de Abraham» (Lc. 19:9).


El oficial del rey. Después de que el Señor había sanado a su hijo de la fiebre creyó él con toda su casa (oikos); (Jn. 4:49-53).


El problema que ocurre es que mientras más años tenemos en el evangelio más nos vamos extrayendo de nuestros círculos íntimos.


Para entender quiénes son los que forman el oikos de uno, veremos Hechos 1:8: «… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra». Jerusalén es la familia inmediata: la esposa y los hijos, si es casado o, si es soltero los padres, junto con los primos, abuelos, y el resto de la familia. Judea la forman los amigos y vecinos. Samaria son las personas con las que nos relacionamos o asociamos durante el día: el que te vende gasolina, el que reparte el periódico, la peluquera del salón de belleza, etc. Personas con quienes nos vemos, aunque sea una vez al mes, están observándonos como si fuésemos un pececito en una pecera.


Especialmente entre nosotros los latinoamericanos el oikos se acerca más; las familias están bien unidas, los hijos viven con los padres, o los padres con los hijos, los compadres siempre se visitan, etc. Es un ambiente ideal para la evangelización amistosa donde la evangelización no será tanto de persona a persona, sino de amigo a amigo. Nuestra vida tiene que convertirse en un estilo de vida evangelizador. La iglesia por dos mil años ha estado tratando de decirle al mundo que acepte nuestro mensaje. El mundo nos dice ahora, «iglesia, vive tu mensaje». No quieren que les prediquemos tanto, quieren (y merecen ver) un evangelismo encarnado. Quieren ver cómo es un padre o madre cristiano, cómo afrenta los problemas, cuáles son los puntos de anclaje donde verdaderamente está su base y su fundamento.



SIETE PASOS ESENCIALES DE LA ESTRATEGIA DE PROCESOS EVANGELÍSTICOS

1. CONOCER SU CIUDAD



Debemos comenzar a construir una conciencia evangelizadora conociendo mejor la ciudad donde vivimos. ¿Qué está haciendo la gente, por ejemplo, mientras nos reunimos en la iglesia? Hay que conocer los perfiles de su área, los gobernantes, las diversiones, la historia, los problemas de su área: alcoholismo, droga, etc.



2. IDENTIFICAR A LA FAMILIA EXTENDIDA



Hay que identificar cuál es el oikos de uno, cuáles son esos círculos que están bajo nuestra influencia; las personas que viven a una distancia razonable de nosotros y de la iglesia, y que son familia, nuestros amigos, o que tengan algún tipo de relación directa o indirecta. Comience a sembrar en estas personas. Cada cristiano tiene el potencial de alcanzar a su oikos mediante la alternativa natural de la evangelización amistosa.



3. DESARROLLAR UN PERFIL PERSONAL



Hay que abrir una base de datos. Cuanta más información tengamos, más amplio será el perfil de su familia extendida. La información será de todo tipo: general, si son casados, solteros, número de hijos, cuáles son sus necesidades, sus empleos, sus intereses, etc. Esto es necesario para cultivar la relación, porque cuanto más se conozca de ellos va a ser mejor.


El proceso va a llevar tiempo, pero se verá que la amistad comienza a crecer y llegan a ser amigos.



4. ORAR REGULAR Y ESPECÍFICAMENTE POR LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA EXTENDIDA

La evangelización comienza, cuando, antes de hablar a las personas acerca de Dios, hablamos a Dios acerca de las personas. Es el privilegio de la intercesión. Muchas de las personas van a ser mencionadas a Dios por primera vez gracias a su oración. Debe intercederse regularmente y específicamente usando el ejemplo de Pablo en Colosenses 4:2-6 y Efesios 6:18-19.


El evangelio es muy individual y personal. No es lo mismo con un estudiante que con una persona mayor, o con un padre de familia. No podemos entrar con un solo tipo de evangelio «empaquetado», sino que hay que conocer a cada uno y estar en estado de oración permanente de modo que Dios nos enseñe a pescar hombres individualmente llegando al corazón de cada persona.


El Espíritu de Dios nos comunicará a nosotros, o por las circunstancias o por algún detalle, cuándo la persona está espiritualmente preparada. No debemos apelar a la voluntad de la persona cuando todavía intelectualmente no se ha avanzado y hay rechazo.



5. ENFOCAR LOS ESFUERZOS

Hay que ser realistas, muchas veces no tenemos el tiempo para dedicarlo a todas las personas de la familia extendida. Se puede orar por todas ellas pero hay que enfocar y concentrar los esfuerzos en 1, 2 ó 3. Para identificar estas personas sugiero las siguientes guías:


  • Un amigo o pariente sobre el que se tiene influencia. Personas que respetan nuestro punto de vista, que nos piden consejo, etc.
  • Un amigo o pariente que sentimos que es particularmente receptivo. Siempre habla de cosas espirituales, o está en algún tipo de crisis o circunstancias especiales en su vida sobre las que vemos la mano del Señor dándonos una oportunidad.
  • Un amigo o un pariente que está experimentando un cambio en su estilo de vida. Un divorcio, desempleo, mudanza, una circunstancia que lo pone en transición, la cual Dios utiliza para captar la atención, tocando cuerdas sensibles para hacerlo recapacitar.
  • Un amigo o un pariente con el que disfruta estando juntos.
  • Un amigo o un pariente que encajaría en nuestra iglesia. Es la persona que ya ha superado ciertos prejuicios religiosos y que si asistiera a la iglesia por primera vez, no se sentiría como pez fuera del agua. Quizá conozca a dos o tres familias de la iglesia.
  • Un amigo o un pariente por el que Dios nos ha dado un interés especial.
  • Recordemos a Felipe en Samaria donde el Espíritu Santo lo guía a una persona específica, el etíope, que probablemente llegaría a ser el primer creyente en África, y Felipe es obediente a la guía del Espíritu (Hch. 8:26-40).


6. DESARROLLAR UN PLAN PARA HACER DISCÍPULOS

Este paso es el más importante porque cada persona es diferente. Entonces a cada persona se le va a hacer una estrategia a la medida, dependiendo de lo que esa persona necesite más. Debe de haber un esfuerzo intencionado e inteligente de parte nuestra para pescar a la persona.

Elementos del Plan:



A. Cuidando y amando: La amistad en sí es frágil y las almas de las personas son muy importantes, por lo que toda la estrategia debe de hacerse con amor y con cuidado. En este momento del proceso se debe permitir que el amor de Dios nos llene y fluya a los miembros de la familia extendida mostrándoles qué es el amor de Dios. Las relaciones genuinas son muy importantes y todo el proceso debe de estar impregnado de este tipo de amor. (1 Co: 13; Mt. 22: 36-40; Jn. 13:34-35).

Maneras prácticas para comunicar el amor de Dios:


  • Aprender a escuchar (Stg. 1:19). No solamente escuchamos con los oídos sino también con los ojos. La comunicación no sólo es verbal sino también corporal.
  • Cultivar un clima de aceptación y respeto donde la persona será aceptada por nosotros. Todavía no tienen el Espíritu de Cristo, por lo tanto, no debemos esperar mucho de ellos.
  • Ser prácticos con estas personas. Llamémosles por teléfono, mandémosles una tarjeta de cumpleaños, etc., gocémonos con los que se gozan y lloremos con los que lloran (Ro. 12:15), celebremos sus victorias, y seamos hospitalarios, invitándolos a nuestro hogar, para mostrar que hay interés de parte nuestra.


B. Fortaleciendo la relación:


  • Dar prioridad a la amistad. Si ellos ven que sólo se está tratando de cultivar la amistad porque se los quiere llevar a Cristo, lo van a discernir. Nuestra motivación es traerlos al Señor, pero si no reciben a Cristo debemos seguir adelante con la amistad.
  • Ser transparentes para que vean nuestras virtudes, defectos, temores, frustraciones y victorias. Ellos quieren ver sinceridad, no perfección.
  • Hablar de nuestro cuidado por ellos. A veces no nos atrevemos a comunicar nuestros sentimientos, sentimos algo y vemos una necesidad en nuestra familia extendida y nos da vergüenza satisfacer esa necesidad.
  • Apropiarse de los gestos del amor encontrados (1 Co. 13:4-6).
  • Crear espacio en la relación. No asfixiarlos, manteniendo la distancia en la relación (1 Pr. 25.17), de modo que ellos se queden con ganas de más.


C. Involucrando a otros miembros:

La evangelización amistosa es un trabajo de equipo, en el que debemos involucrar a otros miembros de la iglesia. Si la familia extendida es una familia con niños, inviten en una ocasión a otra familia con niños y tengan una cena juntos, tendrán cosas en común de las que hablar. Si a la persona le gusta el fútbol, lleven a otra persona que le guste el fútbol. Si la persona necesita un mayor desafío intelectual inviten a un líder de su iglesia.


Las reuniones no tienen por qué ser actividades de la iglesia, ni con mensaje central. Queremos que lleguen a la iglesia, pero queremos comenzar en donde ellos están. Invítenlos a cualquier diversión sana, o a reuniones especiales de la iglesia; programas de Navidad, días especiales, etc.



D. Proveyendo una variedad de exposiciones al mensaje.

Para hacer una decisión de aceptar a Cristo los expertos dicen que se tiene que escuchar el mensaje de 7 a 14 veces, para que se procese intelectualmente y se entienda bien, aunque aún la voluntad se resista. Por esto es importante proveer una variedad de exposiciones al evangelio en distintos formatos; como un concierto, una película, etc.



7. REALZAR O RESALTAR EL TESTIFICAR.

Muchas veces cuando llegamos al punto de comunicar nuestra fe cristiana, y a pesar de ser la verdad más gloriosa que existe, por nuestra timidez, nuestros nervios, nuestra falta de confianza, no comunicamos bien el evangelio. Debemos, por tanto aprender a realzar, o resaltar el mensaje, aprendiendo a comunicar nuestra fe.

Algunas ideas al respecto:


  • Ser sensible en tiempos de necesidad. A veces una enfermedad, un divorcio, o una transición en la vida son momentos de receptividad. Es igual cuando la fruta está madura en un árbol, y casi se cae sola. A veces queremos cosechar cuando aún la fruta no está madura, pero cuando está madura vamos a darnos cuenta.
  • Estar abierto al momento oportuno. Es un proceso en el que hay que eliminar una serie de distintos tipos de obstáculos: prejuicios, ideas preconcebidas, etc., que separa a la persona de Cristo. La persona va haciendo una serie de mini decisiones que pueden ser desarrolladas a diferentes ritmos y velocidades.
  • Ser capaz de hablar de nuestra fe.
  • Enfatizar la identidad de Cristo, su carácter, su misión, sus milagros sobrenaturales.
  • Memorizar los pasajes bíblicos que comunican el mensaje de salvación. Sería de ayuda aprender uno de los sistemas como «Las 4 Leyes Espirituales», «El Camino Romano», «El Puente a la Vida», «Paz con Dios», etc. Debe conocer lo básico del mensaje cristiano.
  • Usar preguntas relevantes, que promueven el profundo diálogo.
  • Emplear ilustraciones relevantes al comunicar la fe.
  • Ser capaz de discernir las piedras de tropiezo que nos desviarán del mensaje principal.
  • Tener mucho cuidado con temas como la protesta política o la justicia social, etc. que puede ser usado por la gente para evadir el evangelio. Recordemos de la polémica que Cristo evitó cuando se encontró con la mujer samaritana.
  • Evitar doctrinas secundarias y enfatizar la relación personal con Cristo.
  • Hablar de Cristo y no de nuestra iglesia.
  • No hacer promesas que Dios no nos ha dado claramente en la Escritura.
  • Evitar la jerga evangélica como «hermano» o «testimonio» o aun términos bíblicos (sin definirlos) que las personas ajenas el evangelio no entienden.
  • No permitir que un diálogo sobre puntos doctrinales reemplace la explicación del evangelio.
  • Ser paciente. Así como la semilla se planta en tierra y va ganando y desarrollando su sistema de raíces y crece, debemos tener fe y confianza en el Espíritu Santo que la semilla que estamos sembrando eche raíces. Pero si por impaciencia se destapa la semilla para ver qué está pasando, se morirá la planta. A veces nuestra impaciencia puede afectar en la labor evangelizadora. El Espíritu Santo sabe exactamente cuándo producir una convicción y cuándo acelerar el crecimiento.
  • Seamos naturales. El Señor nos ha dado una personalidad única y si intentamos ser otra personalidad no vamos a ser auténticos. Dios quiere usar nuestra manera de ser, quiere usarnos tal como somos.

La evangelización amistosa no es un programa ni un gasto, sino un estilo de vida y una inversión en la vida de su oikos. Es la responsabilidad de todo cristiano. Nunca será automático sino un proceso permanente. Una parte depende de nosotros. Somos los únicos que tenemos influencia sobre nuestros familiares, amigos y vecinos. Debe ser de alta prioridad para la iglesia. ¡De una vez para siempre activemos este potencial ya adormecido! AP

Apuntes Pastorales, Volumen XIV – número 2