Gracia bajo ataque
por Garth M. Rosell
Uno de sus mayores legados de Billy Graham para nosotros es su ejemplo de cómo proceder ante la crítica, y lo ha practicado con notable firmeza a través de los años. Centralizado en cinco principios básicos, es un modelo de cristianismo que sería bueno que imitaran los cristianos evangélicos de nuestros días.
Desde que tengo memoria, Billy Graham ha sido parte de nuestra familia. Aunque se crió en el sur de EE.UU. y mi padre creció en Minnesota, Dios escogió unirlos, llamándolos al trabajo de evangelización. Entre los dos nació una amistad duradera; juntos tuvieron el privilegio de guiar a millones de personas a Jesucristo.
A través del ministerio de Juventud para Cristo, en la década de los cuarentas, Billy Graham, mi padre Merv Rosell y otros talentosos jóvenes evangelistas compartían gran tiempo en oración por lo que Dios estaba obrando por medio de ellos. Y llegaron a ser los líderes de uno de los más grandes derramamientos del Espíritu en la historia de la nación. Este poderoso avivamiento de mediados del siglo XX, con grandes cruzadas evangelizadoras, aumentó el número de fieles y llevó a Graham ser el líder más conocido y respetado de ese siglo. Sin embargo, ese nuevo prestigio incrementó la crítica. Tanto viejos amigos como nuevos enemigos comenzaron a manifestar preocupación por todo, desde su teología hasta su estilo de predicación. Que el ministerio de Graham haya sido resguardado de murmullos, es evidencia de que sus precauciones fueron honradas por Dios.
Por cierto, las personas muy conocidas son siempre vulnerables a la crítica y con frecuencia pareciera que a los líderes religiosos se los somete a un escrutinio especial. Desde Whitefierd y Finney a Moody y Sunday, todos los evangelistas han sido objeto de embestidas adversas de sus contemporáneos. No obstante, pocos parecen haber comprendido la importancia de la crítica, o desarrollado una estrategia tan constructiva para tratar con ella, como lo ha hecho Billy Graham. Estoy convencido de que uno de sus mayores legados para nosotros es su ejemplo de cómo proceder ante la crítica, y lo ha practicado con notable firmeza a través de los años. Centralizado en cinco principios básicos, es un modelo de cristianismo que sería bueno que imitaran los cristianos evangélicos de nuestros días.
1. Comprometerse a guardar la pureza moral
Richard Baxter, pastor, evangelista y escritor del puritanismo, inició su clásico libro del siglo XVII, El Pastor Reformado, con una llamativa advertencia a los líderes cristianos: «Tengan cuidado. Que su ejemplo no contradiga su doctrina ni coloque tales piedras de tropiezo a los ciegos, que puedan ser ocasión de su ruina; no retracten con sus vidas lo que declaran con sus lenguas, ni seamos el mayor impedimento del éxito de nuestra labor. Es terrible ser un predicador no santificado».
Sospecho que pocos predicadores se han empeñado en considerar tan en serio la advertencia de Baxter como Billy Graham.
En la biografía de William Martin, Un Profeta con honor, el autor recopila los «trapos sucios» de los evangelistas de carne y hueso. Esa imagen de evangelista norteamericano era bien conocida por Graham, y decidió reunir a los miembros de su equipo para debatir ideas sobre cómo fortalecerse más eficazmente contra «los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida» (1Jn 2.16). También pidió a sus colegas que identificaran todo lo que había sido piedra de tropiezo e impedimento a evangelistas del pasado, y juntos, entonces, establecieron medios efectivos para evitarlo.
De ese encuentro surgió el «Manifiesto de Modesto», nombrado así por ciudad donde estaban reunidos, un conjunto de pautas para mantener la pureza moral y evitar aun «la apariencia de maldad» en medio de la tentación de dinero, sexo y poder. Se aunaron en ferviente oración reconociendo que estas normas tan rigurosas serían imposibles de mantener sin la ayuda de Dios, y pidiendo al Espíritu Santo que los guardase de tales peligros. Si el ministerio de Graham ha sido resguardado hasta de murmullos de inmoralidad, es evidencia de que sus precauciones fueron honradas y sus oraciones contestadas. Como resultado los cristianos de todo el mundo han sido bendecidos.
Este principio de Graham fue nuevamente enfatizado en la «Afirmación de Ámsterdam», un documento de quince puntos al que más de 4.000 evangelistas de todos los continentes se adhirieron al finalizar la Conferencia Internacional para Evangelistas Itinerantes (Holanda, 1983). Mientras papá y yo estábamos sentados en esa sesión, me sentí impresionado por la claridad de las afirmaciones 8ª. y 10ª. que señalaban la necesidad continua de pureza moral: «Reconocemos nuestra obligación, como siervos de Dios, de llevar vidas santas y de pureza moral, sabiendo que somos ejemplo de Cristo para la Iglesia y el mundo. Prometemos, además, ser mayordomos fieles de todo lo que Dios nos da, responsables ante los demás de las finanzas de nuestros ministerios y honrados al informar sobre nuestras estadísticas».
2. Considerar todo a la luz de las Escrituras
Aunque ansioso de aprender de sus críticos, para Graham la autoridad fundamental es siempre la Biblia. Al principio de su ministerio llegó al convencimiento pleno de que la Biblia es verdadera Palabra de Dios. Durante semanas el joven predicador fue perturbado por dudas sobre la autoridad de las Escrituras. El asunto debía resolverse en su mente para predicar con autoridad y poder, y luchó con sus dudas hasta que pudo orar: «Oh Dios, no puedo probar ciertas cosas. No puedo responder algunas preguntas de mis amigos. Sin embargo, aquí y ahora estoy listo para aceptar por fe que la Biblia es Palabra de Dios».
Esta sencilla oración transformó el ministerio de Graham y lo convenció de la autoridad absoluta de la Biblia. A partir de ese momento, ninguna convicción ha marcado más profundamente su ministerio. A través de los años, la Biblia ha sido el fundamento de su predicación y la norma principal de sus relaciones y su conducta en la tarea evangelizadora.
Dos ejemplos interesantes de este principio surgen de la cruzada en Nueva York de 1957. Fue atacado por teologías de izquierda por predicar un evangelio «desprovisto de énfasis social», y de derecha por «fraternizar con los liberales». Billy Graham estaba atrapado entre dos fuegos. Sus respuestas reflejan una profunda reflexión en las enseñanzas bíblicas.La evangelización de cooperación marcó en un sentido la ruptura final entre fundamentalismo y evangelicalismo Cuando fue severamente criticado desde la izquierda por Reinhold Niebuhr, el entonces bien conocido profesor del Union Theological Seminary, por predicar un evangelio muy simplista, Billy Graham respondió: «Cuando el Dr. Niebuhr me critica, estudio sus críticas, pues las respeto». Y confesó haber leído casi todo lo que Niebuhr escribió. Estudiando la Biblia llegó a la siguiente conclusión: «No creo que se pueda cambiar el mundo con su lascivia, odio y avaricia hasta que los corazones de los hombres cambien; el hombre debe amar a Dios primeramente para poder amar de verdad a su prójimo. Pareciera que los teólogos no lo comprenden».
Mientras tanto, surgía otra crítica por parte de algunos amigos fundamentalistas de derecha. Citando el mandamiento bíblico «salid de en medio de ellos y apartaos», expresaban su inquietud sobre el deseo de Graham de unirse en sus cruzadas con los que ellos consideraban pastores de iglesias «liberales». La evangelización de cooperación marcó en un sentido la rotura final entre fundamentalismo y evangelicalismo, y fue decisivo en el ministerio de Graham, quien lo alcanzó solamente después de haber estudiado las críticas a la luz de las enseñanzas bíblicas.
En una extensa carta sobre separación publicada en 1958 en la revista Eternidad, Graham escribió:
"Durante las últimas semanas, he llegado a profundas convicciones. Me parece que todo el peso de las Escrituras apunta a la comunión y no a la separación"
En Juan 13.34-35 leemos: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. ¿Cuál es la evidencia aplastante de que hemos pasado de muerte a vida? ¿La ortodoxia, la moral, la pasión evangelizadora? ¡No! ¡Es el amor!"
Graham marcó una distinción entre separación apropiada e inapropiada según Juan 17; Romanos 14; Efesios 2 y 1 Corintios 12. Y sugirió:
"A veces deberemos separarnos por causas teológicas. Reconozco que existen algunos modernistas de quienes debemos separarnos, y por otro lado, estoy convencido de que existen algunos llamados fundamentalistas de quienes también debemos separarnos. El mismo defecto espiritual que aparece en el liberalismo extremo, y que causa mortandad, endurecimiento e incredulidad, es el mismo que causa amargura, celos, rencor, división, contiendas, dureza y deseos de venganza, que caracteriza a algunos fundamentalistas. Las Escrituras enseñan que debemos evitar ambos extremos."
Luego de luchar con los temas que sus críticos señalaron y mostrando su voluntad de ser instruido, el análisis final de Graham fue y es que sólo la Biblia debe suplir las conclusiones finales.
3. Considerar las críticas como oportunidades para corrección y crecimiento
La mayoría de nosotros nunca enfrentaremos el inexorable y, algunas veces, brutal escrutinio a que los líderes tales como Graham son sometidos regularmente. Pero podemos aprender valiosas lecciones sobre cómo proceder con las piedras que nos tiran, observando cómo otros han tratado a sus críticos durante años. Desde reporteros cínicos y teólogos oponentes, a estudiantes enojados y colegas celosos, Billy Graham los ha visto a todos. Sin embargo, con «su simpatía, sinceridad y sencillez unidas por una profunda caridad cristiana» (descripción del London Daily Telegraph en 1955), a menudo ha tornado a muchos de sus críticos en fervientes admiradores.
El análisis de Graham a la crítica puede ser visto en su artículo para Christian Century (febrero, 1960) titulado «Lo que me han enseñado diez años»:
"Hace sólo diez años que mi trabajo de evangelización captó la atención de la Iglesia como resultado de la cruzada en Los Ángeles. Para mí fue como un relámpago en el cielo despejado…. Descubrí que mis sermones y exposiciones eran analizados y criticados por cientos de clérigos, laicos y teólogos a través del mundo. Los periódicos religiosos se unían en aplausos o críticas sobre mi mensaje, métodos y motivos. Cuando menos, estaba desconcertado y hasta temeroso. Vez tras vez estuve de rodillas pidiendo guía y dirección…. Ha habido triunfos y derrotas, gozos y tristezas, pero nunca he dudado de la validez del don o el llamado a evangelizar. Desearía poder retractarme de algunas declaraciones efectuadas en los primeros tiempos, en que era inmadura y me faltaba sabiduría y experiencia. Muchas de aquellas declaraciones fueron sacadas de contexto por algunos críticos y usadas para ridiculizar el mensaje. También hubo algunas malas interpretaciones que aún debo enfrentar. Por ejemplo, una noche tomé una cita del entonces ministro de la fuerza aérea en la que él afirmaba que Norteamérica tenía dos años para prepararse. Al día siguiente una agencia de noticias informaba a todo el país que yo había predicho el fin del mundo en dos años. Me llevó mucho tiempo aprender que un orador público debe ser cuidadoso tanto con el texto como con el contexto, para no ser malinterpretado.
Las lecciones de esta década, continúa Graham en el artículo, han sido apabullantes. He llegado a reconocer más claramente los estrechos límites que se asignan al evangelista … que la evangelización masiva, aunque es una herramienta adecuada puede no ser el método ideal para alcanzar a los pecadores. Más aún continuó, he profundizado mis convicciones teológicas, particularmente las referentes a la verdad y poder de la Palabra de Dios."
Además, su visión de la Iglesia se había ampliado, y sus creencias en las implicaciones sociales del evangelio se profundizaron.
Podemos descubrir el espíritu que ha caracterizado a la respuesta de Graham a la crítica. Primero, una comprensión de su propia debilidad y necesidad de corrección. Segundo, su continua seguridad en el poder soberano de Dios, poder que hace suyo mediante la oración, para el cumplimiento de su ministerio. Tercero, está listo a admitir sus errores en su ministerio. Cuarto, refleja la determinación de corregir errores y efectuar cualquier cambio necesario. Y finalmente, un ardiente deseo de servir a Dios tan plenamente como las fuerzas y la capacidad humana le permitan.
Por cierto que una consideración de amor por aquellos a quienes es llamado a servir aun si fueren oponentes, pareciera sustentar todo lo demás.
David Poling parece captar el sentimiento en su libro ¿Por qué Billy Graham?:
Cuando se seleccionen y recojan las últimas conclusiones sobre Graham, puede que su mayor don para la última mitad del siglo XX no haya sido que llenó estadios o que tuvo éxito en radio, televisión y página impresa. Sino que amó a la gente profundamente, y por amarlos, los guió a las puertas del reino de Dios.
4. Recordar que Dios es el crítico más exigente,
En una publicación en 1984, Graham recordó la necesidad de una «honradez transparente» en todo lo que digan y hagan los evangelistas. Aunque otros «no estén observando y evaluando nuestra honestidad e integridad en el ministerio, aun así debemos estar libres de reproche, porque somos responsables ante Dios».
En un sentido, los críticos de Graham no han sido tan duros con él como lo ha sido él consigo mismo. En su biografía de 1979, Billy Graham: Evangelista al mundo, John Pollock informa sobre la creciente preocupación de Graham de que en «estos días de publicidad y presencia en los medios», la gente tienda a ponerlo en un pedestal en el que está convencido de no pertenecer. «No soy el santo y justo profeta de Dios que muchos creen que soy. Comparto con Wesley el sentimiento constante de mi propia insuficiencia y pecaminosidad. Muchas veces me sorprendo de que Dios me use».
Graham sabe que las normas de Dios de verdad y de rectitud son más grandes que cualquier expectativa que aun el más duro crítico pueda abrigar. Las normas de estilo de vida y conducta para el ministerio cristiano se basan en las Escrituras. Por lo tanto es indispensable que cada cristiano estudie en oración la Biblia, comprenda sus mandatos y busque obedecerlos en el poder del Espíritu Santo.
¿Continuaremos sirviendo a nuestros propios intereses o seremos leales a un Dios Santo? ¿Trataremos de agradar a quienes nos rodean o seguiremos los mandatos de Dios? ¿Seremos guiados por un mundo que busca ajustarnos a su propio molde, o conformaremos nuestras vidas a la imagen de Jesucristo?
5. Mantenerse centrado en los propósitos
Siendo uno de los individuos más admirados y cuya opinión se requiere regularmente, es notable que Graham haya podido mantener un enfoque tan singular en su trabajo como evangelista. Cierta vez comentó que le habían presentado varias oportunidades de involucrarse en televisión, cine y aun ayudar en la fundación de una universidad cristiana, «pero siempre la voz suave y apacible ha dicho "Dios te llamó a ser un evangelista". Cuando Dios nos llama, debemos mantenernos fieles».Es indispensable que cada cristiano estudie en oración la Biblia, comprenda sus mandatos y busque obedecerlos en el poder del Espíritu Santo. Por esta razón Billy Graham ha rehusado entrar en debates públicos con muchos de sus críticos. «¿Por qué habría de meterme en controversias?», escribió una vez, «Pronto me embrollaría tanto, que la efectividad de este ministerio cesaría…. Recuerdo la respuesta de Nehemías a sus críticos. Estoy efectuando una gran tarea, por lo tanto no puedo ir, ¿por qué cesar el trabajo, mientras lo deje, para ir a ustedes? (Neh 6.3). No podemos permitimos el lujo de quedarnos atascados en desacuerdos».
Harold J. Ockenga, presidente y fundador de la Asociación Nacional de Evangélicos estaba convencido de que era necesario un genuino despertar espiritual, un avivamiento, tal como Dios lo había hecho para refrescar a su pueblo tantas veces en el pasado. Cuando Ockenga expresó su esperanza de un fresco despertar espiritual en la década de los cuarentas, no imaginó que el avivamiento por el cual él oraba ya estaba en camino. Al comienzo sólo fue una suave brisa; sin embargo, a principios de 1950 los grandes vientos del Espíritu de Dios comenzaron a soplar con tal fuerza a través de los Estados Unidos, y aun más allá de sus fronteras, que los editores de Acción Evangélica Unida estaban listos para proclamar el año 1951 como «el año evangélico». El «avivamiento religioso que está en marcha en Norteamérica» informaron, «ha batido todas las marcas de asistencia de Billy Sunday». Mientras tanto, muchos otros eran usados por Dios para proveer liderazgo en este despertar. La demostración más espectacular de poder del avivamiento fue encabezada por Billy Graham, manifestaban. Él fue claramente «elegido y ungido por Dios», como a papá le gusta expresarlo, para predicar el evangelio por todo el mundo, y se ha entregado con sencillez de propósito durante cincuenta años.
«¡Qué momento para ser embajador de Cristo!», escribió Graham. «¡Qué hora para la proclamación del evangelio! Este es el momento de dar a conocer a Cristo, ya sea que seamos pastores, maestros, evangelistas o laicos. Mi intención es continuar predicando y escribiendo del evangelio mientras tenga vida. Espero que antes de morir, sea por herida de bala, cáncer o ataque cardíaco, mi última palabra sea Jesús».
El autor es profesor de Historia de la Iglesia y director del Instituto Ockenga en el Gordon-Conwell Theological Seminary en South Hamilton, Massachussets. Publicado en Apuntes Pastorales, edición de octubre a diciembre de 1996, Volumen XIV Número 1. Segunda edición: noviembre de ©2008, DesarrolloCristiano.com. Todos los derechos reservados.