Haga un viaje imaginario a través del túnel del tiempo. Regrese cien años. Su país se ve distinto. Primero experimenta el choque tecnológico. No hay aviones en el cielo; no hay automóviles. Las ciudades son pequeñas. Luego usted nota que hace falta otra cosa: iglesias evangélicas. Todavía no se ha extendido el evangelio. Sin embargo, si observa con detenimiento, probablemente encontrará unas pocas personas orando y predicando la palabra de Dios por el país.
En la actualidad, podemos ver la magnitud del fruto de esas oraciones y testimonios. ¿Habrán ellos imaginado que harían un impacto tan grande?
Ahora regrese al presente y viaje 40 años hacia el futuro. De nuevo experimenta el choque tecnológico. Pero, ¿qué otras diferencias habrá? ¿Seguirán las guerras? ¿Habrá la misma pobreza, opresión, corrupción, violencia, delincuencia y maldad generalizadas que tanto conocemos? O, ¿habrá prosperidad? ¿La sociedad estará más influenciada por los valores bíblicos? ¿Qué huella ha dejado usted en ese mundo futuro?
¡PENSEMOS! |
Sueñe un momento. ¿Cómo quisiera que su vida afectara a la gente y la sociedad que le rodes? ¿Qué está dispuesto a hacer para que sus sueños se hagan realidad? |
EL CICLO DE OPRESIÓN Y LIBERACIÓN 2:6–3:6
La nueva generación 2:6–10
Al igual que la primera, la segunda introducción del libro comienza con la muerte de Josué (comp. 2:8 con 1:1). La generación de ese famoso caudillo se mantuvo fiel a Jehová porque había visto sus grandes obras en la conquista de Canaán (2:7). Pasaron por el río Jordán cuando Dios abrió sus aguas (Josué 3). Presenciaron la caída de los muros de Jericó (Josué 6). Vivieron la derrota en Hai, y luego la conquista de la ciudad una vez que el pecado de Acán fue castigado (Josué 7–8). En Gabaón vencieron una confederación de cinco reyes cuando Jehová confundió al enemigo, lo bombardeó con granizo y detuvo el sol en el cielo (Josué 10).
Sin embargo, la vida no fue fácil para esa generación. Fueron testigos de las proezas de Jehová precisamente porque vivieron las presiones de la conquista de Canaán. No tenían morada fija ni ingresos seguros; enfrentaban constantemente el peligro de la guerra.
La generación siguiente heredó una vida más agradable. Habitaban en las ciudades que sus padres habían conquistado, muchas de ellas amuralladas contra los enemigos. Tenían sus casas propias. Pudieron dedicarse a desarrollar la agricultura y la cría de ganado.
Disfrutando esa tranquilidad, no tuvieron ocasión de “conocer” a Jehová, ni su obra (2:10). No es que no hubieran oído acerca de sus hazañas en generaciones anteriores (6:13). Más bien, no conocer a Dios y sus obras significaba no haber experimentado (ver la palabra “conocer” en 3:1–2 en este sentido) en carne propia las manifestaciones de su poder, liberándolos del enemigo y proveyendo para todas sus necesidades en situaciones de completa escasez.
Como consecuencia, nunca aprendieron a confiar en él (ver Deuteronomio 8), y lo abandonaron para buscar la ayuda de otros dioses (2:11).
¡PENSEMOS! |
¿Cómo se ha manifestado Dios en los problemas que usted ha sufrido? ¿Qué hará usted para no olvidar esas maravillas? ¿Todavía tienen valor los testimonios públicos de lo que Dios hizo hace años? ¿Cuál es el equilibrio correcto entre los testimonios acerca del pasado y los relativos a las bendiciones recientes? |
¿Qué pruebas sufre usted ahora? A la luz de 2:7, ¿qué propósito puede tener el Señor en sus dificultades actuales? |
Cuando usted goza de prosperidad y tranquilidad, ¿cómo puede evitar dejar de confiar en Dios? |
El ciclo a vuelo de pájaro 2:11–19
Esta sección introduce un ciclo que se repetirá en las historias de Otoniel, Aod, Débora, Gedeón, Jefté y Sansón. El ciclo tiene cuatro fases principales: apostasía, opresión, clamor y liberación.
La apostasía consistió en abandonar a Jehová para adorar a los dioses cananeos (2:11–13). Los principales de ellos eran Baal y Astoret, o Astarté (“Astarot” es la forma plural). Se creía que ellos propiciaban la fertilidad. Durante los años en el desierto y la conquista, Jehová se había manifestado en la guerra y en la provisión del maná, pero los israelitas no habían tenido oportunidad de ver su poder en los cultivos. Una vez asentados en la tierra, vivieron de la agricultura y la ganadería. Para esta nueva área de su vida pusieron su confianza en los dioses que tenían fama de dar buenos resultados. Pero tenían que aprender que Jehová es el único Dios; como tal él, y sólo él, es capaz de Ilenar todas nuestras necesidades.
El Señor respondió a la infidelidad de su pueblo entregándolo en mano de opresores (2:14) como le había advertido (2:15; ver Levítico 26:17; Deuteronomio 28:25–26, 29–34). Cuando no lo reconocieron como el Dios de la agricultura, los abandonó a sus enemigos para que se volvieran a él como el Dios guerrero.
Aunque parezca contradictorio, habiendo entregado a Israel a los despojadores y enemigos (2:14), Jehová luego lo libró de los mismos despojadores (2:16) y enemigos (2:18). Esto lo hizo a través de los jueces que levantó como libertadores.
Es curioso que este pasaje omita el clamor pidiendo socorro a Jehová. En su lugar, menciona los gemidos de Israel, provocados por su sufrimiento (2:18). Dios tanto amaba a su pueblo que no resistía verlo sufrir por mucho tiempo (ver 10:16). Los gemidos le hacían recordar el pacto inquebrantable que había hecho con Abraham (ver Éxodo 2:24; 6:5). Como veremos en Jueces 13, por su amor y fidelidad a este pacto auxilió a Israel aun cuando no clamara a él.
Tristemente, después de cada liberación, de nuevo Israel daba inicio al ciclo, volviendo a una apostasía cada vez más acentuada (2:17, 19). De manera que el ciclo se convirtió en una espiral descendente.
Los pueblos que Jehová dejó 2:20–3:6
Esta segunda introducción del libro termina como la primera: con el anuncio de que Jehová no daría toda la tierra de Canaán a Israel (comp. 2:21 con 2:3). En los días de Josué, Dios había dejado a algunos pueblos para probar la fidelidad de la nación escogida (2:22–3:1, 4) y para enseñar a las generaciones posteriores a confiar en él en las guerras (3:2; comp. 2:7, 10). Tampoco los expulsó en el período de los jueces (ver Éxodo 23:23–33; 34:11–17; Josué 23:12–13).
El prólogo concluye con dos versículos de resumen (3:5–6). El v. 5 recapitula la primera introducción (1:1–2:5) y el v. 6b (“y sirvieron a sus dioses”), la segunda (2:6–3:4). El v. 6a revela que los matrimonios mixtos (comp. 2:2–3) fueron el eslabón para que la convivencia con los cananeos condujera a la contaminación religiosa.
CONVIVENCIA →
(3:5; 1:1–36) |
MATRIMONIOS →
(3:6a; 2:1–5) |
CONTAMINACIÓN
(3:6b; 2:6–3:4) |
¡PENSEMOS! |
¿Qué parte del ciclo de apostasía, opresión, clamor y liberación describe mejor su experiencia actual? ¿En qué áreas de su vida ha aprendido a confiar en Dios? ¿En cuáles está tentado a confiar en otras cosas? ¿Son cosas aprobadas por Dios, o no? Es necesario confiar en ellas, o ¿es capaz Jehová de manifestarse en esas áreas de su vida también? |
¿Todavía envía Dios sufrimientos a sus hijos descarriados para que vuelvan a él? ¿Qué tipos de sufrimientos manda? ¿Ha tenido usted que sufrir repetidas veces el mismo problema? ¿Será que Dios permite esto para ayudarle a confiar en él no sólo en esa prueba, sino también en otras cosas? |
¿El Señor todavía libra a sus hijos de sus angustias? ¿Puede usted dar un ejemplo de su propia experiencia? |
En Jueces, el ciclo describe la experiencia de una nación, Israel. ¿Ayuda esto a entender la situación actual de su país también? Explique su respuesta. |
UN JUEZ QUE JUZGÓ 3:7–11
El primer ejemplo concreto del ciclo lo encontramos en esta historia: apostasía (3:7), opresión (3:8), clamor (3:9a) y liberación (3:9b–11)
Desde luego, que los israelitas “olvidaron” a Jehová (3:7), pero esto no significa que no recordaran nada acerca de él. Sin embargo, actuaban como si hubieran olvidado que él los había librado de Egipto y les había dado la tierra de Canaán. Como su Dios, les había sido fiel, pero ellos se mostraron malagradecidos.
La expresión que se traduce como “Mesopotamia” (3:8) se refiere a una región al norte de Israel junto a la parte noroccidental del río Eufrates. Probablemente “risataim” era un apodo israelita para el opresor, ya que en hebreo significa “de doble maldad”. Sin embargo, Jehová también participó en la opresión de su pueblo. Si él no hubiera desprotegido a Israel, Cusán de Doble Maldad no habría podido hacerle daño alguno.
El clamor 3:9
Implicaba que los israelitas habían recordado las grandes obras divinas a su favor (comp. “olvidaron” en v. 7). Tenían fe en que Baal no les podría librar sino Jehová, y estaban arrepentidos por su apostasía (ver 10:10; 1 Samuel 12:8–11).
DIOS | ISRAEL | DIOS | ||
→ | → | |||
OPRIME | CLAMA | LIBERA |
El clamor convirtió al Señor de opresor en libertador. Él levantó a Otoniel (3:9), le envió su Espíritu (3:10) y entregó en su mano a Cusán de Doble Maldad.
Aunque Otoniel ya había sido un héroe militar (ver 1:12–13), él reconocía que para triunfar, Israel requería que Dios estuviera de su lado. Por eso juzgó al pueblo (3:10). En otras partes del libro, “juzgar” significa “gobernar”. Aquí, sin embargo, tiene otro sentido, ya que Otoniel juzgó antes de salir a la batalla. Su juicio había de ser como el de Samuel, quien al final del período de los jueces convocó a los israelitas para señalarles su infidelidad al pacto con Jehová (ver 1 Samuel 7:5–6; 12:7–18). Suponemos que Israel respondió a la acusación de Otoniel con la confesión de sus pecados, al igual que hizo con Samuel (ver 1 Samuel 7:6; 12:19). Este juicio fue clave para que Israel saliera de la opresión y disfrutara cuarenta años de paz (3:10–11).
¡PENSEMOS! |
¿Qué semejanzas hay entre el juicio que hizo Otoniel a Israel y nuestra responsabilidad de evangelizar? A la luz de Gálatas 6:1, ¿debe usted confrontar a otros cristianos con su pecado? Si lo hace, según el mismo versículo, ¿cómo debe hacerlo? |
¿Qué influencia para bien puede usted tener confrontando a otros con su pecado? A la luz de la historia de Otoniel, ¿cuáles son las buenas nuevas que pueden acompañar a la denuncia del pecado? |
¿Por qué Otoniel tuvo que salir a la batalla? ¿No podía darle Dios la victoria sin que él peleara? El Señor requiere que nos esforcemos para recibir sus bendiciones, o ¿nos las da sin que hagamos nada? |
UN AGENTE SECRETO CON UNA MISIÓN IMPOSIBLE 3:12–30
El ciclo volvió a repetirse: apostasía (3:12a), opresión (3:12–14b), clamor (3:15a) y liberación (3:15). Habiendo hecho una alianza con los amonitas y amalecitas, los moabitas invadieron a Israel desde el oriente. Cruzando el río Jordán tomaron Jericó, que estaba a 8 kms. de la ribera (3:13; comp. Deuteronomio 34:3; 2 Crónicas 28:15).
Jehová oyó el clamor de los israelitas y dejó de fortalecer al opresor (3:12). Levantó a un libertador, Aod (3:15). De todos los héroes del libro, quienes más impacto hicieron solos en la vida de Israel fueron Aod y Samgar.
El v. 15 llama la atención a la mano izquierda de Aod. En hebreo “benjamita” significa “hijo de la mano derecha”. De manera que, ¡el hijo de la mano derecha era zurdo! El hebreo sigue resaltando la mano, ya que la frase “con él” es literalmente“en su mano”. El “presente” (3:15) era el tributo que supuestamente el rey opresor exigía a Israel (ver 3:18). Sin embargo, “en su mano” Aod entregaría a Eglón otro “presente”, la daga que ocultaba debajo de sus vestidos (3:16).
Habiendo entregado el tributo, Aod encaminó a los portadores israelitas hasta los ídolos en Gilgal, los cuales marcaban el límite del control moabita. Luego regresó solo para realizar su misión imposible (3:19). Informó a Eglón que le tenía un mensaje secreto. Avaro hasta de los secretos, el rey despidió a sus siervos, de manera que quedó a solas con su “vasallo leal”. Cuando éste dijo que el mensaje era de Dios (las palabras de Aod, como su puñal, eran de doble filo), el opresor, emocionado, se puso de pie, exponiendo su inmensa barriga al ataque que siguió (3:20; ver v. 17b). Probablemente no reaccionó cuando Aod extendió su mano a la daga, ya que normalmente las armas blancas se guardaban en el muslo izquierdo, y se sacaban con la mano derecha (3:21), pero Aod no lo hizo así.
Después de asesinar al opresor (3:22), Aod escapó, dejando las puertas con cerrojo (3:23). Momentos después, volvieron los siervos que habían sido despedidos pero supusieron que su señor estaba ocupado en la letrina (3:24; esto es lo que significa “cubre sus pies”). Cuando por fin se dieron cuenta de lo sucedido (3:25), Aod ya estaba a salvo (3:26).
Alentados por la proeza de Aod, los israelitas se levantaron contra los moabitas (3:27–28). Estos, descorazonados por la muerte de su rey, huyeron hacia el Jordán, donde los israelitas los esperaban para matarlos (3:29). El dominio moabita fue quebrantado, y comenzó el reposo más largo del libro (3:30).
UNO CONTRA SEISCIENTOS 3:31
En esta escueta historia no se menciona la apostasía ni el clamor, pero Samgar liberó a Israel de la opresión filistea. Él no era israelita de nacimiento, pues su nombre no es hebreo. Probablemente era horeo.
La aguijada era una vara con punta metálica. Parece imposible que alguien matara a tantos enemigos con semejante arma. Sin embargo, Dios es especialista en realizar victorias imposibles (ver 7:2, 4; 16:26–30; Josué 23:10; 1 Samuel 14:6).
¡PENSEMOS! |
¿Puede una sola persona hacer tanto impacto para bien hoy día como Aod y Samgar? Explique su respuesta. |
El modismo traducido “zurdo” en 3:15 es literalmente “atado de la mano derecha”. La frase revela que en la sociedad israelita había cierto prejuicio contra los zurdos. Sin embargo, Dios había hecho a Aod así. ¿Cómo contribuyó esta “limitación” al éxito de su misión imposible? ¿Qué limitaciones tenía Samgar? ¿Cómo usa Dios nuestras limitaciones para sus propósitos? |
Aod dsencadenó la liberación de Israel asesinando al rey opresor. ¿Siguió Jesús este ejemplo contra los romanos? ¿Cómo podemos explicar las diferentes reacciones de Aod y Jesús a los opresores? ¿Cómo puede usted ayudar a los oprimidos de hoy en día? |
Williams, G. (1995). Estudios Bı́blicos ELA: Dios permanece fiel (Jueces y Rut) (15). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.