Hoy celebramos también a… Santa Gema Galgani
Por: corazones.org
Santa Gema Galgani nació en 1878 en Italia. Sufrió grandemente por su precaria salud y el desprecio de quienes rechazaban sus prácticas de devoción, éxtasis y otros fenómenos. Vivió para Jesús y su santísima Madre y para rescatar a los pecadores.
Tuvo periódicamente los estigmas de la Pasión y las llagas de la flagelación en todo su cuerpo. Padeció ataques físicos del demonio y tuberculosis en la espina dorsal.
Queriendo ser pasionista, no se le permitió por su delicada salud. Murió en Lucca, ciudad donde vivió casi toda su vida. Era un Sábado Santo del año 1903. Tenía solo 25 años. Fue beatificada en el año 1933 y canonizada en 1940 como santa pasionista.
"Jesús, yo quiero llegar con mi voz hasta los últimos confines del universo para alcanzar a todos los pecadores y gritarles que entren todos dentro de tu Corazón": este es el mensaje que santa Gemma deja al mundo entero.
Estas palabras reflejan lo que fue toda la vida de nuestra santa: un constante ofrecerse a sí misma al Señor, como víctima, para atraer así a muchos de regreso al Corazón de Jesús, de regreso a la vida de la gracia y a rechazar el pecado. Buscaba la restitución de los corazones.
Cuando iban a darle su nombre, un tío de ella propuso que la llamasen "Gema", pero su mamá no estaba conforme. No había ninguna santa que se llamara así y su hija no tendría protectora en el cielo.
Sin embargo Don Olivio Dinelli, el párroco de Gragnano, que estaba presente en la discusión, dijo unas palabras que resultaron proféticas: "Muchas gemas hay en el cielo, esperemos que también ella sea un día otra gema del Paraíso" El 13 de Marzo, el párroco de San Miguel de Camiglianola la bautizó con los nombres de Gema Hipólita Pía.
Desde muy niña Gema mostró signos de santidad. Cuando tenía cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuando un día, ésta al entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen.
Su primera y gran maestra en la escuela del amor a Jesús fue su madre, Doña Aurelia, quien inculcó en el corazón de su hija lo que sería el distintivo especial de toda su vida: su amor a Cristo Crucificado, del que llegaría a ser como imagen viva, y a la Santísima Virgen, que hizo su santidad tan dulce y atrayente.
Dice santa Gema: "De lo primero que me acuerdo es que mi mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y, llorando… me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por los hombres".
Había también, entre ellas, diálogos como este: "Hija mía -me decía mamá- yo moriré pronto y tendré que dejarte. Si pudiera te llevaría conmigo. ¿Te gustaría venir?".
– "¿Y a dónde vamos?", le preguntaba yo.
– "Al Paraíso con Jesús y con los ángeles".
Doña Aurelia, sabiendo que su muerte estaba próxima, solía decir: "¿Que cosa mejor puedo hacer antes de morir, que confiar mi niña al Espíritu Santo?. Así, cuando yo falte, sabré quien cuidará de ella".
La preparó, pues, para la Confirmación, que recibió a pesar de ser aun muy pequeña (tenia siete años), el 26 de Marzo de 1885, de manos del arzobispo de Lucca, Monseñor Nicolás Ghilardi.
Durante la misa se desarrolló entre el Espíritu Santo y Gemma este diálogo:
-De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres darme a tu mamá?"
– "Sí", respondí, "pero llévame también a mí".
– "No", me replicó la voz, "dame generosamente a tu mamá. Tu debes quedar por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo; ¿me la entregas de buena gana?".
– Tuve que decir que sí. Acabada la misa fui corriendo a casa. ¡Dios mío! Miraba a mamá y lloraba, no podía contenerme.
Don Enrique, temiendo que la niña no pudiera soportar la pena de ver a su mamá morir, la envió a casa de una tía en San Genaro. Doña Aurelia murió santamente a los 39 años el 17 de septiembre de 1885. Sus últimas palabras fueron: