Estudios Biblicos | Predicas Cristianas
Introducción
Hoy vivimos tiempos en qué nuestra creencia y nuestra fe se ve afectada por cosas que nos ofrece el mundo. Debemos tener claro a quien servimos y sobre todo creer que Dios tiene el control de todo.
Habrá situación en la cuales nuestra fe debe ser demostrada y comprobada antes los sistemas del mundo.
Muchas veces nos identificamos como hijo de Dios, pero casi pocas no lo sabemos demostrar.
Los estudios bíblicos y prédicas cristianas que tratan con este tema, nos enseñan que Sadrac, Mesac y Abed-negó, jóvenes judíos a quien Dios le dio inteligencia y conocimiento, se habían establecidos en Babilonia. De los estudios bíblicos aprendemos que el rey Nabucodonosor levantó un dios al cual todos debían adorarlo y él que no adorase era echado dentro de fuego ardiendo (Daniel 3: 11). Esta prueba tenían que pasar estos tres jóvenes, que se identificaron como hijo de Dios, y tuvieron que pasar la prueba de su Fe.
Confiar en Dios es saber que nosotros no debemos luchar contra los sistemas de este mundo al cuál pertenecemos, es saber que Dios hará algo sobrenatural y nos dará la victoria porque hemos creído. (Daniel 3:17 y 18).
Antes estas respuestas el Rey envió a que calentase 7 veces el horno de fuego, y los estudios bíblicos y predicas cristianas basados en este tema nos enseñan que ahora veían 4 personas en el horno, el rey reconoció que había un Dios sobrenatural a quién ellos creían.
Conclusión
Somos tentados a adorar a dioses de este mundo, quizás lo hacemos inconscientemente y otras conscientemente, y en ocasiones nos hacemos llamar cristianos; pero cuando nuestras fe es probada es donde los valientes toman la autoridad que Dios nos ha entregado, y enfrentamos a cualquier dios que se ha levantado contra nosotros.
Yo te invito luchar contra dioses puestos en el mundo, y declarar qué solo existe un Dios todopoderoso, y que solo en Él existe salvación, y Dios nos librara de ese horno fuego, al cual debemos someternos para que nuestra fe sea auténtica y verdadera.
III. CUANDO ORAMOS “VENGA TU REINO” ESTAMOS ESPERANDO UN FUTURO REINO TERRENAL
1. El reino terrenal profetizado (Is.9:6-7).
Cuando oramos “venga tu reino” también estamos pidiendo al “Padre nuestro” que Su reino se establezca en la tierra. Pero, ¿qué clase de reino? ¿Será un reino espiritual o un reino físico? Como esta petición contempla ambas cosas, ahora nos referimos a ese reino físico que ha sido prometido y profetizado a lo largo de las Escrituras. Isaías es uno de los profetas que nos da una visión de cómo será ese reino. Cuando profetizó acerca del Mesías prometido, hizo referencia a su divinidad y eternidad al decirnos que él es “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno y Príncipe de paz”. Y al hablar de lo que sería el venidero reinado, nos dice que su “paz no tendrán limite”, y que su reinado sería establecido “sobre el trono de David”, hasta que su reinado sea de “justicia desde ahora y para siempre” (Is. 9:6-7). ¿Y cuándo se dará ese reino? Pues cuando se establezca el reino de los mil años (Apc. 20:1-10). Sea que usted lo crea o no, será el “reino que nunca jamás se corromperá…”, y que “desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá” (Dn. 2:44). Será el tiempo cuando el “el lobo y el cordero pacerán juntos…” (Is. 65:25).¿Espera ese reino?
2. El reino terrenal establecido (Mt. 25:31).
Tenemos que decir que este reino futuro será muy diferente de cualquier reino que jamás haya existido sobre la tierra. ¿Qué sucede con los reinos terrenales? Pues todos están contaminados por los efectos del pecado. Hay maldad en su núcleo. Hay una corrupción en quienes los gobiernan, porque este mundo está bajo el dominio de Satanás (2 Cor. 4: 4). Ahora toda la creación gime porque desea ser liberada de la esclavitud (Ro. 8:22). Ahora el mundo entero está bajo el dominio del pecado y la tiranía de Satanás. Pero el día se acerca cuando Jesús gobernará este mundo y se sentará en ese trono de gloria. Qué día más admirable y glorioso será ese (Apc. 11:15). Él regirá su reino con mano de hierro (Apc. 2:27). Pero sobre todas las cosas, en aquel reinado habrá un tiempo de paz, prosperidad y de santidad como el mundo nunca ha conocido. Pronto Satanás será arrojado en un pozo sin fondo, y la iglesia que pudiera verse debilitada y algunas veces humillada, será vestida de novia, con sus vestiduras de santidad y así estará con el Señor para siempre. Ese reino pronto se establecerá.
IV. CUANDO ORAMOS “VENGA TU REINO” ESTAMOS PIDIENDO POR LA EXPANSIÓN DE ESE REINO EN LA TIERRA
1. El nuevo nacimiento y el reino (Jn. 3:5).
Cuando Jesucristo confrontó a Nicodemo, un doctor en la ley, nos reveló que el evangelio de Cristo que conduce al nuevo nacimiento, tiene que ver con el reino de Dios. “Si no nacieres de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”, fue la sentencia del Señor. Esta es la condición para ser parte de ese reino. Así tenemos que la Gran comisión es la predicación del evangelio del reino a toda criatura. Y cuando yo recibo el evangelio los resultados deben ser visibles, los cambios deben ser notorios. La profecía de Mateo 24:14 pone de manifiesto que el reino y el evangelio están intimidante ligados. En este caso, Jesús llega a ser el mensaje y también el mensajero. Hay un evangelio que pertenece al reino y debe ser predicado. Cuando oramos “venga tu reino” estamos pidiendo para que el evangelio de toda gracia quebrante el trono de ese corazón donde reina el pecado, para que allí se siente Jesucristo, quien llega a ser el nuevo rey de esa vida. Nuestra más sentida oración debe venir en esa dirección. Necesitamos clamar al Señor para que aquellos que ahora viven en el reino de las tinieblas, vengan al reino de Cristo a través del nuevo nacimiento como Nicodemo.
2. Las paradojas del reino que se extiende (Mr. 10:37).
Cuando alguien entra al reino de Cristo, tiene que saber que llegó a un mundo de paradojas. Los discípulos mantuvieron la idea de un reino terrenal cuando seguían al Señor. Todos esperaban que Jesús gobernara como los reyes terrenales y que repartiera sus cargos al mejor estilo de un Mesías gobernante. Así que frente a la osada petición de querer sentarse uno a la derecha y otro a la izquierda, Jesús les dijo: “…el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor…”. Al reino que aspiramos que los hombres entren plantea una nueva cosmovisión. Cuando evangelizamos tenemos que discipular al nuevo creyente con esta visión del reino. En el nuevo reino, si yo quiero ser primero, tengo que ser el último. Si quiero ser el líder tendré que ser siervo. Debo enseñar al que entra, que en el nuevo reino, si yo quiero ganar mi vida, tengo que perderla. Debo saber que el concepto de felicidad es una paradoja, pues Jesús nos dice: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mt.5:4). Todo parece ser contrario en el reino de los cielos. Los sufrimientos son parte de este reino. Pero el que persevere en ese reino, al final será salvo.
CONCLUSIÓN:
“Venga tu reino” no es una simple petición. Ya hemos visto que cuando yo oro de esta manera estoy declarando que le entrego el dominio de mi vida al reino de Dios, que le declaro la guerra al reino de las tinieblas, que estoy esperando el reino futuro terrenal y sobre todo, que al orar así espero que el reino de los cielos se expanda según Mateo 24:14. Pero al orar así ¿en verdad deseo que eso ocurra?
No siempre vivimos pensando que Cristo venga. Es más, el hecho de aferrarse a las cosas terrenales nos indica que podemos orar “venga tu reino”, pero en el fondo no queremos. ¿Desea que Jesucristo sea el Rey de su vida? ¿Desea de corazón que otros venga a ese reino? ¿Es usted un digno representante de ese reino? Si no respondo honestamente a esas preguntas, entonces la petición “venga tu reino”, será una frase rayada. Haga la diferencia hoy dejando que el Señor gobierne realmente su vida. No se conforme que Cristo sea su salvador, hágalo su Rey. Entonces, y solo entonces, ore: “venga tu reino”.
(571) 251-6590
Fuente: www.centraldesermones.com