Inhumanidad Humana Jueces 19:1–21:25

En los albores del presente siglo, algunos teólogos liberales predijeron que éste sería “el siglo cristiano” y que en él florecerían la justicia, la paz y la prosperidad en toda la tierra. Ahora, después de los horrores que ocasionaron las dos querras mundiales, de la guerra fría, de incontables conflictos sangrientos a menor escala, de los campos de concentración y de las injusticias endémicas de toda clase, podemos ver cuán equivocados estaban aquellos pseudo profetas. Subestimaban la profundidad de las raíces de la maldad que hay en el ser humano. Esa misma depravación se manifiesta de sobra en los últimos tres capítulos de Jueces.

VIOLACIÓN Y ASESINATO 19:1–30

Reconciliación en Belén 19:1–10a

Cierto levita y su concubina vivían en la región montañosa de Efraín (19:1; ver la explicación de 17:8). Las concubinas no eran amantes, sino esposas, aunque no tenían todos los derechos de ellas.

Así como hacía Israel en su relación con Jehová, la concubina fue infiel a su marido y lo abandonó (19:2). La adúltera debía ser apedreada (ver Levítico 20:10; Deuteronomio 22:22), pero el levita, como hace Dios en su relación con su pueblo, la perdonó y viajó a Belén para ganarla de nuevo (19:3; comp. Jeremías 3:1, 12–13; Oseas 3:1).

Tanta gratitud sentía el suegro hacia el levita, que lo racibió gozoso (19:4a) y lo agasajó por cinco días (19:4–8b). Por la tarde del quinto día, el yerno al fin emprendió el viaje de regreso juntamente con su concubina y su siervo (19:9–10b).

Ultraje en Gabaa 19:10b–30

Cuando llegaron a Jebús (antiguo nombre dado a Jerusalén), 10 kms. al norte, se aproximaba el anochecer (19:11a). Sin embargo, el levita no quiso correr el riesgo de pernoctar entre los extranjeros jebuseos (19:11–12a; ver 1:21). Por lo tanto, el trío continuó su viaje, arribando frente a Gabaa de Benjamín cuando el sol se ponía (19:12b–14). Como a esas horas se cerraban las puertas de las ciudades, y como viajar de noche era peligroso a causa de las fieras y los bandidos, el religioso y sus compañeros pasaron para quedarse dentro de los muros (19:15a).

En aquellos tiempos, no había mesones, sino que los habitantes de cada lugar ofrecían hospedaje a los viajeros. Por eso, el trío se sentó en la plaza, pero nadie de Gabaa los recogió (19:15b; la palabra que se traduce como “porque” aquí significa “pero”).

Por fin, un ancianito forastero les llevó a su casa (19:16–21). Todo indica que era de recursos limitados. Como su familia no era de Gabaa, seguramente no tenía terrenos allí, sino que tal vez trabajaba como jornalero (19:16), y eso a pesar de su edad avanzada. Sin embargo, rechazó el ofrecimiento de las provisiones del levita (19:19–20), y recibió a los tres calurosa y generosamente (19:21).

Todavía estaban disfrutando de las viandas cuando algunos maleantes comenzaron a golpear la puerta con el propósito de atacar sexualmente al visitante (19:22; la palabra “conozcamos” aquí tiene sentido sexual). En el mundo antiguo, el anfitrión tenía la obligación de proteger al huésped a toda costa. Por eso el anciano se encaró con los rufianes (19:23), y les ofreció a su hija y a la concubina del levita (19:24). Se dirigió a ellos como “hermanos”, procurando ganar su simpatía (19:23). Esta palabra nos recuerda que esos pervertidos no eran paganos, sino israelitas.

Nos parece chocante que el anfitrión haya ofrecido no solamente a su hija, sino también a la concubina del huésped. Y nos disgusta aún más que el religioso haya aceptado para salvar su propio pellejo (19:25a). No defendió a las mujeres, ni tampoco esperó para ver si Dios lo iba a proteger como a Lot en circunstancias similares en Sodoma (ver Génesis 19:9–11).

Toda la noche los sátiros violaron a la pobre concubina desamparada (19:25b). Ella, haciendo acopio de sus últimas fuerzas, volvió a la casa, donde se desmayó frente a la puerta cerrada (19:26). El levita, entre tanto, ¡dormía tranquilamente! Cuando se levantó por la mañana y salió de la casa, no fue para buscar a su amada, sino para continuar su viaje (19:27a). Al encontrarla tendida delante de la puerta con las manos patéticamente extendidas sobre el umbral (19:27b), le dirigió un insensible “Levántate y vámonos” (19:28a).

HOSPITALIDAD

Ejemplos positivos

1. El suegro (19:4–9)

Ejemplos negativos

1. Los ciudadanos de Gabaa (19:15, 18)

2. El forastero (19:20–21) 2. Los perversos de Gabaa (19:22–25)
¡PENSEMOS!
¿Qué hubo de bueno en la hospitalidad del suegro y del anciano? ¿Por qué los de Gabaa no quisieron recoger a los tres viajeros? ¿En qué se asemeja la hospitalidad de usted con la del suegro y del anciano? ¿Cómo se compara con la actitud de los de Gabaa?
¿Por qué los perversos escogieron al viajero para su abuso? ¿Existe esta actitud hacia algunas personas en su comunidad? ¿Cómo trata usted a esas personas?

El levita llevó su concubina a casa (19:28b). Allí, en vez de sepultarla con honores por haberle salvado la vida, la cortó en pedazos que envió a los doce tribus (19:29). Los israelitas reaccionaron, reconociendo la necesidad de analizar la situación y emitir un juicio (19:30). Era lo peor que había sucedido en la historia de la joven nación.

¡PENSEMOS!
Haga una lista de paralelos entre 19:15–25 y la historia de Sodoma en Génesis 19:1–11. ¿Qué señalan acerca de la influencia pagana en Israel? ¿Qué semejanzas hay entre 19:15–25 y nuestra sociedad hoy? ¿Qué implica esto acerca de nuestra sociedad? ¿Qué puede usted hacer para mejorar esta situación?

GUERRA Y GENOCIDIO 20:1–48

Juicio contra Gabaa 20:1–14

Para decidir qué se debía hacer, una inmensa asamblea de todos los confines de Israel se reunió en Mizpa, al noroeste de Gabaa (20:1–2). Sin embargo, la tribu de Benjamín no fue invitada (20:3a).

La asamblea escuchó el testimonio del levita (20:3b). Él relató los hechos (20:4–7), pero omitió mencionar su entrega cobarde de la concubina (ver 19:25). En su exposición acusó a los de Gabaa de querer matarlo, no solamente violarlo (20:5). Sin dar a los de Gabaa oportunidad de defenderse, ni investigar el testimonio del levita, los israelitas decidieron por unanimidad sitiar y atacar la ciudad (20:8–10).

Habiéndose acercado a Gabaa (20:11), los milicianos apelaron a Benjamín para que entregara a los culpables del crimen (20:12–13a). Sin embargo, lejos de colaborar con las otras tribus, los benjamitas tomaron las armas para apoyar a la ciudad acusada (20:13b–14).

¡PENSEMOS!
¿Qué hubo de bueno en el proceso que Israel llevó a cabo para juzgar a los de Gabaa? ¿Qué hubo de malo? ¿Qué principios aprende usted de esto para la resolución de conflictos hoy día?
Por qué los de Benjamín salieron a pelear por Gabaa en vez de entregar a los culpables a la asamblea? ¿Qué lecciones prácticas aprende usted de esto?

Guerra contra Benjamín 20:15–48

Los israelitas tenían superioridad numérica (20:15–17) y una causa justa. Habiendo consultado a Jehová (20:18), esperaban una victoria fácil. Sin embargo, la batalla resultó todo lo contrario (20:19–21).

A pesar de sus 22,000 bajas, Israel se animó para librar una segunda batalla (20:22). Esta vez contaban con la orden de Jehová de ir contra Benjamín (20:23). Sin embargo, sufrieron otra derrota cruenta (20:24–25). Dios estaba usando la guerra para castigar a los dos contrincantes.

BAJAS ISRAELITAS

22,000 de la primera batalla (20:21)

18,000 de la segunda batalla (20:25)

40,000 en total

Humillados por la pérdida de la décima parte de su ejército, los israelitas buscaron a Jehová con más sinceridad. Todos subieron para llorar delante de él, ayunar, ofrecerle sacrificios 20:26, y preguntar si debían pelear de nuevo o desistir (20:26–28a). Esta vez Dios les dio una promesa de victoria (20:28b).

La tercera batalla comenzó como las otras dos, con Israel retrocediendo frente al ataque benjamita (20:30–31). Sin embargo, esto era parte de una estrategia. La retirada israelita indujo a los de Benjamín a perseguirlos, dejando a Gabaa indefensa (20:32). Una parte del ejército israelita tomó la ciudad y le prendió fuego (20:37–38). Los benjamitas se desalentaron al ver esto (20:40–41), y al verse cercados por el enemigo (20:42–43).

El relato de la batalla es complicado, porque cuenta las acciones simultáneas de tres grupos (cosa rara en la narrativa hebrea): La fuerza principal de Israel, la emboscada israelita, y el ejército benjamita. El conflicto se relata dos veces. La primera vez el autor cuenta el inicio de la batalla (20:29–34) y luego resume sus resultados (20:35). La segunda vez da más detalles, primero sobre la emboscada (20:36–38) y luego sobre la fuerza principal de Israel y los benjamitas (20:39–48). Cada sección comienza regresando al principio de la batalla (20:36, 39).

Habiendo perdido más de dos tercios de sus efectivos (20:44; comp. v. 15), los benjamitas claramente estaban derrotados. Sin embargo, los israelitas no desistieron de perseguirlos, y mataron a todos menos 600 (20:45–47). Ni siquiera entonces detuvieron la matanza, sino que destruyeron todas las ciudades de la tribu rebelde, y mataron a todos sus habitantes.

SOBREVIVIENTES BENJAMITAS

26,700 convocados (20:15)

—18,000 (20:44)

—5,000 (20:45)

—2,000 (20:45)

—100 (20:35)

—1,000 ¿bajas de las primeras dos batallas? 600 sobrevivientes (20:47)

¡PENSEMOS!
¿Por qué Israel mató a tantos benjamitas? ¿Pasan cosas semejantes en las guerras actualmente?
¿Cómo puede usted evitar caer en el exceso cuando disciplina a sus hijos? ¿Cómo puede la iglesia evitar ser demasiado drástica en la disciplina? ¿Está usted involucrado en aplicar la disciplina en su trabajo o algún otro contexto? ¿Cómo puede evitar el exceso allí?

RAPTOS Y MATANZA 21:1–25

Falta de esposas para Benjamín 21:1–4

Antes de la guerra, los israelitas habían jurado no casar a sus hijas con los benjamitas (21:1). Luego, mataron a todas las mujeres de esa tribu (20:48; 21:16). Como resultado, no había esposas para los 600 sobrevivientes (ver 20:47) y Benjamín estaba por desaparecer. En vez de confesar su culpa por esto o renunciar a su voto, los israelitas lamentaron e hicieron ofrendas delante de Jehová (21:2–4), sugiriendo que él era responsable del problema y de su solución.

Rapto de esposas para Benjamín 21:5–25

Al ver que Dios no les respondía, los israelitas ingeniaron su propia solución. Recordaron que habían jurado castigar con destrucción a cualquier ciudad que no enviara representantes a la asamblea contra Gabaa (21:5). Al revisar, averiguaron que nadie había llegado de Jabes-galaad (21:8–9). Entonces enviaron a matar a todos sus habitantes, excepto a las doncellas vírgenes (21:10–12), a quienes entregaron a los benjamitas por esposas (21:13–14).

Nos maravillamos de estos israelitas. Primero mataron a todas las mujeres de una tribu, y luego, como acto de compasión hacia esa tribu, ¡aniquilaron a los habitantes de una ciudad que no participó en el genocidio! Por si eso fuera poco, calcularon mal, de manera que después de la masacre ¡todavía faltaban 200 esposas! (21:12, 14)

Entonces se les ocurrió otro plan “astuto”. Ordenaron a los benjamitas que todavía no tenían esposa a que raptaran a las doncellas de Silo cuando salieran a bailar. No les importaba que su plan era contrario al espíritu de su juramento, que pisoteaba los decrechos de una ciudad israelita y, lo que es más importante, que menospreciaba una fiesta de Jehová (21:19).

El plan funcionó (21:23). Los padres de Silo no tuvieron más remedio que hacer lo que el ancianito de Gabaa no hizo: entregar a sus hijas. Israel y Benjamín, quienes habían peleado una guerra sangrienta por motivo de la violación y muerte de una mujer, luego colaboraron en el rapto de 600 mujeres y la matanza de toda una ciudad israelita.

En verdad, es muy acertada la expresión “cada uno hacía lo que bien le parecía” (21:25). Esta evaluación constituye una conclusión muy adecuada no solamente para la historia del rapto de las vírgenes, sino también para todo el libro de Jueces.

¡PENSEMOS!
¿Por qué los israelitas cometieron tantas insensateces en el capítulo 21? ¿Cómo puede usted evitar errores semejantes?
¿Qué había de malo en los juramentos de Israel mencionados en 21:1, 5, 7, 18? Cuando usted empeña su palabra, ¿cómo puede evitar errores semejantes?
¿Cómo debería haber solucionado Israel el problema de la falta de esposas para Benjamín? ¿Es posible crear problemas sin tener una buena solución?
RUT LA FIDELIDAD DE DIOS MANIFESTADA
FIEL CON FIEL SE HALLA      1:1–2:23 FIEL CON FIEL SE UNE      3:1–4:22
La amargura de Noemí      1:1–22

Traslado de Belén a Moab      1:1–5

Traslado de Moab a Belén      1:6–22

Rut y Booz se conocen      2:1–23

Gracia de Booz      2:1–17

Fidelidad de Booz      2:18–23

Matrimonio de Rut y Booz      3:1–4:13

Una proposición atrevida      3:1–11

Una complicación      3:12–18

La complicación resuelta      4:1–11a

Bendiciones, boda y un bebé      4:11b–13

La alegría de Noemí      4:14–22

Williams, G. (1995). Estudios Bı́blicos ELA: Dios permanece fiel (Jueces y Rut) (94). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.