Juan 15,18-21 – no son del mundo
Texto del evangelio Jn 15,18-21 – no son del mundo
18. «Si el mundo los odia, sepan que a mí me ha odiado antes que a ustedes.
19. Si fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no son del mundo, porque yo al elegirlos los he sacado del mundo, por eso los odia el mundo.
20. Acuérdense de la palabra que les he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes; si han guardado mi Palabra, también la de ustedes guardarán.
21. Pero todo esto se lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.
Reflexión: Jn 15,18-21
No somos del mundo, porque el Señor al elegirnos nos ha sacado del mundo. Estas palabras echan por tierra cualquier pretensión, pues no somos nosotros los que nos hacemos diferentes, sino que esto es obra del Señor. Nos resulta bastante incomprensible esta afirmación, que pareciera no guardar correspondencia con la realidad, pues nos parece más lógico que cualquier acercamiento o alejamiento a la Voluntad del Señor sea más bien el resultado de nuestra elección. En cambio el Señor nos habla aquí de una especie de marca o de sello que Él nos pone al elegirnos y que nos hace diferentes. ¿Cómo entender que la iniciativa proviene de Él cuando tenemos la convicción que ello depende de nuestra decisión? Hay algo aquí que no encaja, porque no se condice con lo que percibimos. Si hemos sido elegidos, ¿no debíamos saberlo? ¿Si no tenemos la certeza, será que no correspondemos a los elegidos? ¿Y si a pesar de ello nos esforzamos en seguirlo -no siempre, seguramente, pero si cuanto nos es posible-, con una exigencia que sentimos cada vez mayor, querrá decir que nos ha escogido o que nosotros queremos que nos escoja, a pesar que en realidad no es así? Es un hecho que si no somos escogidos, no llegaremos a Él; nos será imposible, porque esta es Gracia que el concede a sus elegidos. Pero ¿quiénes son sus elegidos? ¿Podemos saberlo? ¿Podemos contarnos entre ellos? …pero, como no son del mundo, porque yo al elegirlos los he sacado del mundo, por eso los odia el mundo.
Desde que conocimos al Señor, hay algo en Él que nos atrae de modo extraordinario. Particularmente diríamos que siempre hemos procurado seguirlo, estar con Él, porque nos sentíamos augustos haciendo lo que nos mandaba, desde muy niños. Sin embargo, hubo un tiempo en el que nos alejamos e incluso llegamos a negarlo totalmente. Debemos confesar, no sin pesar, que hubo un período más o menos largo en que lo negamos y vivimos de espaldas a Él. Sentimos que estuvimos a punto de pasar una línea invisible de la cual tal vez no hubiéramos retornado, como parece que cuesta a otros hacerlo. Sin embargo hubo una circunstancia especial rodeada de muchos y variados acontecimientos, que nos llevó casi por la fuerza a reencontrarnos con el Señor, cara a cara. Fue en un Cursillo de Cristiandad, al que fuimos de mala gana y forzados por nuestra esposa. De no ser por su insistencia, tal vez no hubiéramos ido. Como solemos contar, nos llevó de las orejas. Ahora creemos ver claramente que Él nos eligió; no nos parece que fuera en aquella ocasión precisamente, pero esta sirvió para que renaciera de las cenizas una relación muy antigua y entrañable. Esta ocasión fue como la confirmación de aquella elección que venía desde que nacimos seguramente o tal vez incluso antes. Ha de ser a esta elección a la que se refiere el Señor. Un sello, una marca que tenemos la Gracia de llevar aun antes de nacer. ¿Y este sello, esta impronta de Dios, la tenemos todos? A decir de los Evangelios, la respuesta es positiva. Todos somos hijos de un mismo Padre creador del Universo. Por lo tanto todos debemos sentir este llamado y tal vez haya quienes se resisten a tal grado que los pilla la muerte sin haberse encontrado con esta huella, con esta respuesta a sus inquietudes, con esta Bendición que los hubiera llenado de gozo y plenitud…pero, como no son del mundo, porque yo al elegirlos los he sacado del mundo, por eso los odia el mundo.
Siendo la conciencia de sabernos elegidos una Gracia que Dios concede a todos por igual, ¿cómo es que percibimos al mundo como enemigo, si en él nos encontramos todos? ¿Será tal vez porque nos encontramos en diferentes estadios de nuestra lucha y descubrimiento, renegando unos, entorpeciendo el camino otros y así, por una suerte de rebelión sistemática y generalizada buscamos negar a Dios y alejarnos de Él como si constituyera un lastre o un obstáculo para nuestra realización personal. Por un momento pareciera dominante la voluntad propagada de alejarse de Dios como si este fuera causa de la oscuridad y la esclavitud, el motivo que nos impide llegar a ser lo que queremos y podemos. Y es entonces cuando el mundo odia a los elegidos, porque su comportamiento no corresponde a este que pareciera un movimiento universal y concertado. Es entonces que se hace evidente que no somos de este mundo y por lo tanto, si estamos en proceso de conversión es porque somos los escogidos. Nos odiarán y perseguirán, pero entonces debemos recordar que eso mismo hicieron con Jesús, por lo que nos siendo más el siervo que su señor, es una noticia que dentro de todo debe alegrarnos, porque nos confirma que estamos andando por el Camino que ha trazado el Señor. Nuestra vida debe ser ejemplar, respondiendo oportuna y adecuadamente a las exigencias del amor…pero, como no son del mundo, porque yo al elegirlos los he sacado del mundo, por eso los odia el mundo.
Oremos:
Padre Santo, no permitas que nos apartemos de ti, aun a pesar de la violencia y el odio que pudieran ejercer nuestros hermanos en nuestra contra. Danos el valor de perseverar en medio de las dificultades…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.
Roguemos al Señor…
Te lo pedimos Señor.
(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)
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