Biblia

Juan 17,11b-19 – tu palabra es verdad

Juan 17,11b-19 – tu palabra es verdad

Texto del evangelio Jn 17,11b-19 – tu palabra es verdad

11b. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros
12. Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se cumpliera la Escritura.
13. Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de ellos y su gozo sea perfecto.
14. Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
15. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
16. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
17. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
18. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
19. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.

Reflexión: Jn 17,11b-19

El seguimiento de Jesús nos va llevando poco a poco a distanciarnos del mundo, al punto que ya no lo comprenderemos, ni nos comprenderá. Por eso Jesucristo ora por nosotros y lo hace de forma realmente conmovedora pidiendo dos cosas que son fundamentales y que debemos tener en cuenta siempre en nuestras oraciones: la unidad entre nosotros y con Él y la consagración en la verdad. Solo del respeto y esta profunda relación de amor puede surgir la unidad. Ciertamente en principio el amor es solamente de Dios, porque Él nos ha amado primero; porque Él nos ha escogido y querido aun antes que hubiéramos nacido. Este amor solo busca ser correspondido y lo hacemos cuando amamos al prójimo como a nosotros mismos. Si bien es cierto que es algo que brota naturalmente de nuestros corazones, también lo es que debemos aprender a cultivar, porque el mundo, del que se esfuerza por preservarnos el Señor, promueve exactamente lo contrario como lo más apetecible y natural para el ser humano: el egoísmo. Es así que hemos desarrollado las sociedades en las que vivimos, en las que el hombre no solo está de espaldas a Dios, sino que vive de espaldas a los demás, induciendo a los hombres y mujeres a creer y pensar que solo les será posible encontrar la felicidad si se enfocan en sí mismos y la procuran a cualquier precio, incluso a costa de los demás. Ello constituye un disparate a todas luces, porque jamás hubiéramos podido construir nada y ni si quiera subsistir un solo día si no hubiéramos aprendido a compartir, viviendo en comunidad, empezando por la célula básica de la sociedad: la familia. Quien pretende ignorarla o destruirla no puede estar nada más que desquiciado. Lamentablemente existen corrientes muy poderosas en nuestro mundo que han enfilado su artillería más pesada contra ella. No podrán destruirla ni acabarla porque más fuerte es la unidad, el amor y el Señor que ha vencido al mundo, pero si harán mucho daño a sus miembros, como lo estamos viendo. Por eso, hoy como entonces, debemos unir nuestras plegarias a las de Jesús. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.

Son dos grandes consejos los que podemos obtener de esta reflexión. El primero es el de la unidad, que ha de cimentarse en el amor, pero también en la verdad, el segundo gran consejo que ha de constituir para nosotros un programa de vida: la verdad ha de ser nuestro norte. Con la verdad no hay pierde. Con ella venceremos los imperios más poderosos. No habrá murallas que se resistan, porque la Verdad es la Palabra de Dios y Él ya ha vencido al mundo, con la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. No hemos de tener la menor duda al respecto. Esta es la fe que hemos de profesar en nuestras vidas. Es cuestión de tiempo. Un tiempo que para nosotros puede parecer a veces largo o excesivo, pero que en la perspectiva Divina es un suspiro. Sostener siempre la verdad puede ser una tarea que en determinados momentos pudiera parecer que sobre pasa nuestras posibilidades, sin embargo ello será siempre posible para quien confía y se mantiene en fidelidad al Señor. Él ha vencido al mundo. No hay poder que lo ate o supere. El horizonte que Dios nos propone, por más oscura y desdichada que nos parezca la noche, está a nuestro alcance, porque así lo ha querido Dios y Jesucristo lo ha hecho posible con su muerte y resurrección. No es el egoísmo, ni la imposición violenta la que nos permitirán construir el mundo que todos anhelamos, sino la paz y el amor. No son las celadas, las armas secretas, ni las alianzas estrategias, pactando con el diablo si fuera preciso las que nos permitirán alcanzar la armonía, el desarrollo y la paz que todos anhelamos. No viviremos en la sociedad que merecemos, para la cual fuimos creados, en tanto no comprendamos que el ÚNICO camino es el del amor y la verdad. No puede haber amor sin verdad. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.

Por engaño del demonio, por la mentira entra el mal en el mundo. Lo podemos comprobar a cada instante en cada relación nueva que conformamos. No seremos capaces de construir nada si no somos sinceros y si no nos abrimos por completo a la verdad. Todo es que empezamos a poner límites y cortapisas, que condenamos una relación al estancamiento. Y todo aquello que se estanca terminar por podrirse y apestar. Una relación basada en la verdad y en la transparencia, será fluida. Solo habrá de desarrollarse en la medida en que estemos abiertos y no ocultemos nada. Solo entonces se puede construir el amor. Depende de cada uno de nosotros hasta donde queremos llegar, pero nada progresará sobre la mentira y el engaño, aun cuando pueda parecernos en algún momento que avanzamos. No hay nada peor que la mentira y el engaño, sea en la familia, con los hijos, con el cónyuge, con los vecinos, con los amigos o con los compañeros. La mentira nos conduce al engaño, a la oscuridad y a la muerte. Son pasos que se van dando, que paulatinamente nos van destruyendo y destruyendo a los demás, entrando en una dinámica que progresivamente nos irá hundiendo, como cualquier esfuerzo que hacemos una vez que hemos caído en un pantano. La única salida es la verdad y el amor. El Señor nos alcanza en su fuerte brazo la verdad y el amor. Hemos de asirnos confiadamente a Él, que ha venido a salvarnos del marasmo pestilente en que nos veníamos hundiendo. Él es nuestro Salvador. Para eso lo ha enviado Dios Padre y Él no ha escatimado ningún esfuerzo por Salvarnos. Incluso ha dado su vida por nosotros. Tontos seríamos si nos desprendemos de Él para volver al sofoco y al ahogo, sin embargo están las fuerzas del mal, que tratarán de lastrarnos y jalarnos nuevamente a este camino de perdición, por eso ora el Señor al Padre y hemos de unirnos con Él suplicando que no nos deje, que nos preserve, porque solo con su ayuda venceremos al mal, a la tentación, a la mentira y a la muerte. No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.

Oremos:

Padre Santo, no nos desampares; no permitas que nos alejemos de Ti. Ayúdanos a sacudirnos de toda tentación facilista, engañosa, de toda treta del demonio que nos ofrece un paraíso sin esfuerzo, sobre el sufrimiento y engaño a los demás…Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos…Amén.

Roguemos al Señor…

Te lo pedimos Señor.

(Añade tus oraciones por las intenciones que desees, para que todos los que pasemos por aquí tengamos oportunidad de unirnos a tus plegarias)

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