Biblia

Justicia y misión

Justicia y misión

por Esteban Voth

El potencial transformador de dos términos esenciales en la teología del Antiguo Testamento.

El concepto de misión en la poesía hebrea abarca todos los ámbitos de la vida. La misión no se entendía en términos fragmentarios, sino en términos integrales. En este sentido, una comprensión adecuada de justicia cobra importancia. La construcción de una realidad de vida y esperanza no puede llevarse a cabo sin la presencia real de una justicia bíblica. La justicia bíblica es una justicia relacional que contempla las necesidades de cada situación. (1) Al ser relacional, la justicia bíblica busca el shalom (bienestar integral) de la persona. (2) Esta es la clase de justicia que el poeta articula al construir una realidad diferente.

 

Concepto multifacético

El poeta hebreo afirma la justicia de diferentes maneras. En primer lugar, establece que la justicia es una prioridad divina. Dios, en su preocupación por el ser humano, declara su interés por la justicia. El poeta declara esto de la siguiente manera: «El Señor ama la justicia y el derecho; llena está la tierra de su amor» (33.5 – nvi (3)). Este amor por la justicia tiene una consecuencia pedagógica: «Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino» (25.9). Además de ser pedagógica, es poderosa, amplia y abarcadora: «Tu justicia es como las altas montañas; tus juicios, como el gran océano» (36.6). También es una justicia que protege: «Porque el Señor ama la justicia y no abandona a quienes le son fieles. El Señor los protegerá para siempre, pero acabará con la descendencia de los malvados» (37.28).

 

La justicia de Dios, al igual que su soberanía, no está limitada ni circunscrita a una región geográfica ni tampoco a un determinado pueblo. La justicia de Dios tiene alcances globales. «Que se diga entre las naciones: “¡El Señor es rey!” Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido. Él juzga a los pueblos con equidad … ¡Canten delante del Señor, que ya viene! ¡Viene ya para juzgar la tierra! Y juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con fidelidad» (96.10, 13). La universalidad de la justicia de Dios, que de por sí es una realidad misionológica fundamental, también se expresa en el contexto de la alabanza: «Tu alabanza, oh Dios, como tu nombre, llega a los confines de la tierra; tu derecha está llena de justicia. Por causa de tus justas decisiones el monte Sión se alegra y las aldeas de Judá se regocijan» (48.10–11).

 

Las diversas maneras en que el poeta hebreo expresa la justicia de Dios hace que el concepto y la realidad de dicha justicia sea realmente algo muy rico que es necesario compartir con las naciones. La justicia divina, ofrecida a las naciones y no restringida a un pueblo, representa un mensaje de esperanza muy importante. No obstante, la poesía hebrea no es ingenua y reconoce que la justicia bíblica requiere que sea abrazada e implementada por los que ocupan posiciones de liderazgo, ya sea en cargos políticos o religiosos. En este sentido, el Salmo 72 expresa una visión y un desafío, que analizaremos a continuación.

 

Gobiernos justos

El autor del Salmo 72 articula una propuesta concreta acerca de la justicia que involucra a la persona del rey. La realeza, en el mundo hebreo, ejerce el poder en diversas áreas de la vida. En un sentido, simboliza el poder aquí en la tierra. Para el poeta existe una realidad ineludible en la que justicia, shalom y esperanza no son viables, a menos que los que ostentan el poder político obren a favor de ellas. Y esto solo puede ocurrir si los que están en el poder se someten al señorío absoluto del Dios creador y dueño de todo poder. Por esto, el poeta dirige todas sus plegarias y súplicas a Dios en favor del rey (símbolo del poder político y religioso).

 

El poeta comienza rogando que Dios le otorgue su justicia al rey: «Oh Dios, otorga tu justicia al rey» (72.1). El es consciente del importante papel que juega el rey en todo el proceso legal y jurídico de su reino. La posibilidad de que existiera justicia en la sociedad del cercano oriente antiguo dependía primordialmente de las actitudes y decisiones del rey. Por esta razón se eleva un clamor hacia Dios, quien es dueño de la verdadera justicia, para que esa justicia divina se manifieste en la persona del rey. Es por demás interesante notar el paralelo que el poeta traza entre el hacer justicia y el verdadero shalom (paz, bienestar integral): «Brindarán los montes bienestar al pueblo, y fruto de justicia las colinas … Que en sus días florezca la justicia, y que haya gran prosperidad hasta que la luna deje de existir» (72.3, 7). La realidad que define esta poesía plantea que el bienestar integral de cualquier grupo humano y la prosperidad que pueda alcanzar dependen inexorablemente de la práctica de la justicia. Dicho de otra manera, el verdadero shalom no puede existir si no se practica y se nutre la justicia. (4) El mensaje misionológico presente aquí es que existe la posibilidad de un liderazgo político permeado por la justicia bíblica, porque Dios es capaz de otorgarle esa justicia al rey. Esa justicia cuenta con la posibilidad de alcanzar a todas las naciones y así proveer a los pueblos una esperanza genuina de vida. La propuesta del poeta es, sin lugar a duda, «contracorriente».

 

Alcance del término

En las estructuras de poder latinoamericanas, y en la sociedad en general, la prosperidad no depende de la práctica de la justicia sino todo lo contrario. En términos generales, es la injusticia la que lleva a la prosperidad. La opresión injusta de los «sin voz, sin rostro y sin poder» genera la riqueza ilícita de los que ostentan el poder. La realidad que propone el poeta es una realidad «al revés», y ese mundo al revés es precisamente la «buena nueva» proclamada con fe a todas las sociedades del mundo.

 

Asimismo, en este poema, al igual que en toda la revelación bíblica, la justicia se entiende primordialmente como la preocupación, protección y rehabilitación de los pobres, desprotegidos y desposeídos que representan lo más vulnerable de la sociedad. Una vez más, el verdadero shalom no puede convertirse en una realidad concreta a menos que el que ocupa la posición de autoridad «haga justicia» a los pobres. El poeta lo expresa de la siguiente manera: «El rey hará justicia a los pobres del pueblo y salvará a los necesitados, ¡él aplastará a los opresores! … Él librará al indigente que pide auxilio, y al pobre que no tiene quien lo ayude. Se compadecerá del desvalido y del necesitado, y a los menesterosos les salvará la vida. Los librará de la opresión y la violencia, porque considera valiosa su vida» (72.4, 12–14). El poeta, a través de su arte, establece cuál es la verdadera responsabilidad del rey. La monarquía debe tener como prioridad la ayuda al débil y al pobre, es decir, que los marginados sean tratados con justicia.

El argumento detrás de la declaración poética es que la monarquía posee el poder y, por tanto, la responsabilidad de aliviar el sufrimiento de los débiles y marginados. Paul Lehmann ha escrito: «La justicia es el eslabón crítico entre el poder de la responsabilidad y la responsabilidad del poder, porque la justicia es la acción justa de Dios que corrige lo que no está bien en el mundo». (5) En este sentido, el rey, que representa a Dios aquí en la tierra y que ostenta el poder, tiene la sagrada responsabilidad de asegurar que la justicia cale todos los ámbitos de la vida humana. Por lo tanto, la poesía construye una realidad diferente a la impuesta por la cultura dominante, porque exige, pretende y cree que el poder debe hacer justicia.

Llamado a la vida

Mientras que en la cultura dominante el poder se caracteriza por corrupción, injusticia y deshumanización, el poeta articula teológicamente una alternativa que alcanza consecuencias universales. Estas consecuencias tienen que ver con la realidad de la justicia y proveen una esperanza de vida a un mundo que está empecinado en propuestas de muerte. De esta manera, afirmando la justicia, la poesía proclama un mensaje que llama a la vida. Esta vida forma parte del desafío misionológico presente en la poesía hebrea.El autor, se doctoró en Biblia Hebrea e Historia del Cercano Oriente Antiguo, y por muchos años sirvió como decano académico del Instituto Bíblico Buenos Aires (IBBA) y profesor de Antiguo Testamento. En ese tiempo también pastoreó una iglesia evangélica e ininterrumpidamente ocupó cargos en la Asociación de Seminarios e Instituciones Teológicas (ASIT). Fue decano y director ejecutivo de Bethel Seminary West en San Diego, California. Actualmente se desempeña como director de los consultores de traducción a nivel mundial en las Sociedades Bíblicas Unidas.

Preguntas para estudiar el texto en grupo:

 

1.     ¿Cómo se entendía el concepto de misión en la poesía hebrea?

2.     Según el autor, ¿de qué manera se vinculan los conceptos de misión y justicia en la poesía hebrea?

3.     Hoy en día, ¿de qué manera conseguimos vincular ambos conceptos en el ejercicio de nuestro llamado?

4.     ¿Cómo define el autor el concepto de justicia bíblica desde la perspectiva de los poetas bíblicos?

5.     Desde la perspectiva de Salmo 72, ¿cuál es la única manera de vivir el verdadero Shalom?

 

(1) Consulte el excelente análisis de J. L. Mays en su libro, «Justice, Perspectives from the Prophetic Tradition», Interpretation 37/1, 1983, pp. 5–17.(2) Para una perspectiva liberadora en cuanto al significado de shalom vea W. Brueggemann, Living Toward a Vision, Biblical Reflections on Shalom, United Church Press, Nueva York, 1982.

(3) Siempre que no se indique lo contrario, todas las citas de este artículo han sido tomadas de la Nueva Versión Internacional

(4) Vea las ideas expresadas al respecto en Patrick Miller, hijo, «Power, Justice and Peace: An Exegesis of Psalm 72», Faith and Mission 4/1, 1986, p. 67.

(5) P. Lehmann, «The Metaphorical Reciprocity Between Theology and Law», The Journal of Law and Religion 3,1985, p. 189.

Se tomó de «La misión en los Salmos», Bases bíblicas de la misión, perspectivas latinoamericanas, René Padilla, editor, Nueva Creación. Todos los derechos reservados. Se usa con permiso del autor.