Biblia

La administración en la iglesia

La administración en la iglesia

por Rogelio Nonini

Dios está obrando maravillas en nuestros días, nuestras iglesias están creciendo, el desafío es muy grande, pero también lo es la responsabilidad de organizarlas en forma tal que todo se haga decentemente y con orden. Cada día hay más personas, más recursos, más obras qué hacer, más necesidad de administrarlas bajo la dirección del Espíritu Santo. Este artículo provee principios bíblicos para la administración de la iglesia.

A fin de hablar un mismo idioma, al tratar este tema quisiera definir la administración en la Iglesia como el ordenamiento de todos los recursos de la congregación de tal manera que esta cumpla su misión.


Cuando hablamos de administración no sólo debemos pensar en la faz económica, sino también en los recursos materiales, humanos y espirituales. Somos administradores (1 Co. 4,1-2) del Evangelio y seremos fieles en la medida que usemos todos los recursos en forma sabia para lograr ese fin.


En esto hay dos peligros: 1) Ser tan organizados que no demos lugar a la obra del Espíritu Santo y, 2) que seamos tan místicos que dejemos todo a la dirección de Dios y procedamos sin planes. Esto, aparte de traer confusión, nos hará perder tiempo y recursos. Tendremos menos efectividad en nuestra misión como Iglesia. El secreto está en el equilibrio, en una administración guiada por el Espíritu Santo.


El ministerio del Señor Jesús y su administración


Generalmente definimos y enseñamos el ministerio espiritual del Señor de la siguiente forma (Mt 4.23–24): predicaba, enseñaba, liberaba y sanaba.


Algunos han visto y comentado una faz social: alimentó a los hambrientos y sanó a los enfermos. La sanidad y su ministerio de consolación se ven como una ayuda social que aliviaba física y emocionalmente a la gente. Por este artículo quiero ayudarlos a ver que Jesús tenía un equipo bien organizado y que respondía a una estrategia que incluía la administración de fondos económicos. Juan 12.6 nos habla de Judas como el tesorero del grupo. En Lucas 8.1–3 se nos menciona a algunas mujeres que los acompañaban y ayudaban con sus bienes.


¿Para qué se usaban esos bienes? Juan 4.8, para comprar alimentos. Lucas 9.5152, para pagar el alquiler para dormir en lugares donde no había discípulos. No olvidemos que eran 13 hombres fuertes, que trabajaban intensamente. ¿Cómo se alimentaban? ¿Cómo se vestían? Es evidente que lo hacían con las ofrendas en dinero y en especie que recibían. Pero ellos raramente estaban solos, el grupo era más grande y esto requería una buena administración.


Aunque los evangelios no lo dicen, es seguro que personas ricas, que recibieron sanidades dieron ofrendas bien generosas, las cuales debieron ser bien administradas.


La administración del equipo no sólo tenía que ver con el dinero sino también con los recursos humanos y con las necesidades. Así el Señor envió en una oportunidad a los doce a predicar (Mt 10.5–8) y en otra a setenta (Lc 10.1–2). Esto implica planes, ordenamiento, selección, recursos y más.


La iglesia primitiva y la administración


En Hechos 2.44–46 apreciamos que los apóstoles, llenos del Espíritu Santo, administraban el Evangelio de poder que el Señor les legó, recursos humanos y económicos. En Hechos 4.36–37, notamos que la Iglesia crecía llena de poder


y, en la medida que creció, se aumentó su caudal de recursos para administrar.


Hechos 6.1–7 nos presenta un problema administrativo. Algunas viudas no eran bien atendidas en la ayuda social y hubo quejas. No había mala voluntad sino falta de recursos humanos. Los apóstoles amplían el equipo y las funciones nombrando siete diáconos para canalizar la ayuda social; mientras, los apóstoles siguen con la parte profética.


Es importante que reparemos bien sobre Hechos 6.3: los diáconos encargados de este ministerio debían ser de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría. Para administrar los recursos materiales se requieren las mismas cualidades espirituales que para el ministerio espiritual. Es más, hay un don de administración, que es la capacidad que el Espíritu Santo da a una persona para, no sólo usar correctamente el dinero, sino para que cuente con la bendición de Dios de tal manera que los recursos alcancen para toda la obra de Dios (1 Co.l3.28).


El apóstol Pablo y la administración


Ya vimos en 1 Co. 4.1–2 que los ministros son administradores del Evangelio y que eso supone tener un sentido de organización, planificación y presupuestos para lograr los recursos para hacer la obra.


El libro de los Hechos nos cuenta (11.28-30) que Pablo llevó una ofrenda de ayuda. El sabía manejar los recursos del Señor. Era algo muy delicado. Y por eso escribe 2 Corintios 8.18–22. Sí, todo debe hacerse no sólo bien planeado sino también sin que dé lugar a dudas. El apóstol viajó por casi todo el mundo conocido. Lo hizo en barco, en carro, a caballo, a pie, etcétera. Pasó años fuera de su lugar habitual de residencia. ¿Cómo sufragó todo esto? En Hechos 18.1–3 se nos dice que trabajaba haciendo tiendas, en Filipenses 4.10, 15-–16 recibió ofrendas y en otras ocasiones la gente del lugar lo hospedaba pagando sus gastos.


La administración también tenía un lugar importante en el ministerio del apóstol Pablo.


Nuestras iglesias hoy y la administración


La necesidad e importancia de la administración en nuestros días se debe, no sólo a la necesidad de orden local, sino también a las exigencias de nuestros gobiernos.


Toda iglesia es considerada por el Estado como una entidad de bien público sin fines de lucro. Esto implica que cada Iglesia (o denominación) debe tener sus estatutos que la rigen, aprobados por la Inspección de Justicia de la Nación, ante la cual deben presentar las actas de las asambleas anuales y el balance aprobado por la asamblea en el cual se refleja el movimiento económico de la entidad.


También debe tener su fichero de culto, o sea, el certificado del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, por el cual le autorizan a funcionar como lugar de culto y reunión. Todo esto debe hacernos pensar en la importancia de tener todo en orden para ser un motivo de buen testimonio, pero también para lograr excensiones en O.S.N., I. V.A., impuestos municipales, etcétera.


Aspectos prácticos


1. Es importante que la iglesia nombre una Comisión Administrativa para que se haga cargo de toda la parte material, económica y social de la Iglesia. Pueden ser diáconos o como quieran llamarles. Debe haber un tesorero, un secretario de finanzas y algunos otros cargos que la iglesia considere necesarios. Es importante que sea presidida por el pastor o encargado de la obra, quien a su vez será el nexo con la parte pastoral o responsables de la obra espiritual de la iglesia.


2. Es importante tener un Libro de Actas para registrar todas las decisiones de la Comisión Administrativa y uno de Tesorería para registrar el movimiento económico de la iglesia.


3. Si la evolución del dinero es mucha es recomendable abrir una cuenta bancaria con 3 firmas habilitadas pudiendo hacer retiros con dos.


4. Todo gasto debe ser autorizado por la Comisión Administrativa, menos los llamados gastos fijos (luz, gas, teléfono, sueldos, etc.) y los imprevistos de poco monto.


5. Todo pago debe efectuarse contra entrega de recibo y toda ofrenda o donación debe registrarse en el momento para evitar olvidos y problemas con los ingresos. Para ofrendas especiales se recomienda el extender recibos.


6. El manejo del dinero debe hacerse con tal claridad que la congregación ofrende con gozo y con la confianza que su ofrenda a Dios está siendo usada con sabiduría y honestidad.


7. Es importante hacer un presupuesto general en el cual se contemplen todas las necesidades económicas de la iglesia para cumplir con los planes previstos. El presupuesto debería incluir:


  • a) Sueldos y cargas sociales
  • b) Gastos para evangelización
  • c) Gastos para educación cristiana
  • d) Gastos fijos (luz, gas, teléfono, etc.)
  • e) Gastos de mantenimiento
  • f) Gastos de oficina
  • g) Planes de construcción
  • h) Fondos para misiones
  • i) Promoción y literatura
  • j) Viáticos
  • k) Otros

Cada mes la Comisión debe informar sobre los ingresos y sobre la forma en cómo se usó el dinero. De esta manera los miembros sabrán si se cambió el presupuesto del mes y tomarán las medidas necesarias para lograrlo. Anualmente se presentará un balance general y los planes para el año siguiente.


El Consejo Pastoral debe planear las metas de la iglesia, la estrategia y los recursos que necesitará. Estos datos deben ser pasados a la Comisión Administrativa para que elabore el presupuesto anual que se presentará a la Iglesia.


8. La experiencia que tengo en este ministerio indica que Dios honra la administración que se hace como un ministerio, que es observado correctamente y realizado con fe. También la experiencia indica que la Iglesia ofrenda más generosamente cuando hay planes y obras que son realmente de Dios y no obras faraónicas que algunos hacen para alimentar su orgullo.


9. La administración económica va paralela a la espiritual. Ambas deben complementarse para realizar la obra de Dios. Por eso debemos insistir en el carácter cristiano de los administradores. Judas se descalificó porque no fue fiel (Jn 1 2.6). Fidelidad significa manejar los fondos de la iglesia bajo la dirección del Espíritu Santo. El dinero es del Señor y él debe administrarlo a través de nosotros.


Dios está obrando maravillas en nuestros días, nuestras iglesias están creciendo, el desafío es muy grande, pero también lo es la responsabilidad de organizarlas en forma tal que todo se haga decentemente y con orden. Cada día hay más personas, más recursos, más obras qué hacer, más necesidad de administrarlas bajo la dirección del Espíritu Santo.


© Apuntes Pastorales, edición de marzo a mayo de 1985. Volumen III – Número 5 y 6