LA COINCIDENCIA DEL UNGIDO

“Guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos” (1 S. 26:11).

Introducción

¡Qué tremenda coincidencia! La historia relatada en 1 Samuel 26 enmarca parecidos a lo relatado en 1 Samuel 24. En ambos episodios el ungido pudo haber dado muerte al no ungido.

Las coincidencias son notables: (1) Saúl llevó consigo tres mil hombres (24:2; cp. 26:2). (2) Saúl estaba desprevenido (24:3; cp. 26:5). (3) A David le sugieren que de muerte a Saúl (24:4; cp. 26:8). (4) David respetó a Saúl como el ungido de Jehová (24:6; cp. 26:9). (5) David dejó señal a Saúl de que lo podía matar (24:4, 11; cp. 26:8, 12). (6) David le dirigió un pequeño discurso (24:9–15; cp. 26:18–20). (7) Saúl aparenta estar arrepentido (24:16–21; cp. 26:21–25).

Las acciones y el mensaje repetidos del ungido al no ungido, tendrán muchas veces reacciones emocionales del segundo, pero no un corazón genuinamente arrepentido. Saúl es un actor repitiendo las mismas escenas.

  1. La oportunidad

“…Saúl estaba tendido durmiendo…” (26:7).

Los de Zif ya habían tratado de entregar a David en el desierto (23:14–15, 19); y ahora aparecen de nuevo ante Saúl en Gabaa para infórmale que el ungido estaba escondido “en el collado del Haquila al oriente del desierto” (26:1).

De alguna manera el ungido tuvo la revelación de que Saúl lo perseguía (26:3) Por medio de dos espías descubrió donde estaba Saúl (26:4).

Al llegar a donde estaba Saúl, lo encontró durmiendo junto Abner su general, ambos descuidados (26:5). Tarde o temprano el no ungido y su persona clave se dormirán y serán vistas por el ungido.

Los dos espías enviados por David fueron sus valientes Ahimelec Heteo y su sobrino Abisai. A la invitación de que uno de los dos descendiera con él, Abisai se ofreció como voluntario (26:6).

Abisai le declaró: “Yo descenderé contigo” (26:6). El ungido siempre encontrará a un Abisai que será su escudero en misiones difíciles y de gran riesgo.

Cuando David y Abisai llegaron al campamento, Saúl estaba tendido en tierra y Abner y el ejército dormían a distancia. A la cabecera Saúl tenía su lanza clavada (26:7).

Al no ungido le llegará el momento cuando se dormirá y se desarmará. Tendrá su momento susceptible ante el ungido. El perseguidor puede llegar a ser exterminado fácilmente. Pero el ungido es una persona de integridad que no toma ventajas contra alguien desaventajado.

  1. La tentación

“…Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano…” (26:8).

Ya antes el ungido había escuchado un mensaje parecido que tenía el mismo tono, que buscaba el mismo resultado (24:4). El ungido tiene que cuidarse de esos mensajes que parecen tener el acento de Dios, pero están plagados de los borrones de la carne.

Los ungidos son personas tranquilas de espíritu. Saben actuar con calma ante las presiones psicológicas de los que están cerca de ellos y dan la apariencia de que se preocupan.

Luego Abisai le agrega a lo dicho: “ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré un segundo golpe”. Sobre este sobrino de David, que llegó a ser uno de sus generales y estuvo en la lista de los treinta valientes leemos: “Y Abisai hermano de Joab, hijo de Sarvia, fue el principal de los treinta. Este alzó su lanza contra trescientos, a quienes mató, y ganó renombre con los tres.” (2 S. 23:18).

Abisai era un líder excepcional, valiente y destacado, que por su jefe haría cualquier cosa. Si el ungido le permitía actuar, con esto buscaría adelantar el propósito de Dios.

III. La defensa

“…No le mates: porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?” (26:9).

El ungido le dio una orden: “no le mates”. En esas palabras demostró su autoridad. Los ungidos tienen que aprender a decir que no. El decir que “no” ayuda al ungido a honrar su posición.

El ungido le dio una razón: “¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?” Una vez más respetó la unción que tuvo Saúl y la posición que continuaba teniendo. Solo Dios podía juzgar al que había sido su ungido.

El ungido es misericordioso. Tenía toda la razón para matar a Saúl, este lo había difamado, había hablado mal de él, pero a pesar de todo no desea su mal.

El ungido es justo. Aplicar la justicia motivado por la venganza es ser injusto. David no quiso convertirse en juez de Saúl. Por el contrario, se constituyó en su defensa. Matar a Saúl en esa oportunidad y de esa manera era algo injusto.

El ungido es espiritual. No entendería porque Saúl lo perseguía y buscaba matarlo, pero en su corazón sabe que ese hombre con una telaraña de defectos, de manifestaciones carnales, de ataduras espirituales, fue ungido para ocupar la posición que tenía. El único que lo podía despedir de ese trabajo fue el que lo contrató. Saúl todavía estaba bajo contrato con Dios.

  1. La prueba

“Se llevó, pues David la lanza y la vasija…” (26:12).

Abisai fue instruido por David para tomar la lanza y la vasija que pertenecía a Saúl y luego lo invitó a retirarse. Leemos: “… y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos” (26:12).

Saúl y sus hombres estaban bajo la anestesia de Dios. Dios les dio “un profundo sueño”. Eso demuestra que el director de todo este drama lo era Dios. Él es el que cambia el escenario. Él da sueños a algunos como a Jacob (Gn. 28:10–17); José el patriarca (Gn. 37:5, 9); Faraón (Gn. 41:1; cp. 41:25–32); Nabucodonosor (Dn 2:1, 27–36); José el carpintero (Mt. 1:20–21). Le quita el sueño a otros como Nabucodonosor (Dn. 2:1) y la esposa de Poncio Pilato (Mt. 27:19).

Este episodio de David y Saúl en el capítulo 26 tiene ciertos parecido con el capítulo 24: (1) En ambos Saúl reconoce su voz y lo llama “hijo mío David” (26:17; cp. 24:16). (2) En ambos David fue tentado por alguien para dar muerte a Saúl (26:8; cp. 24:4). (3) En ambos David tomó algo de Saúl como prueba de sus encuentros con él (26:12; cp. 24:4). (4) En ambos David defendió a Saúl porque era “el ungido de Jehová” (26:9; cp. 24:6). (5) En ambos David defendió su inocencia de mal hacia Saúl (26:18; cp. 24:11). (6) En ambos David se comparó a una pulga (26:20; cp. 24:14). (7) En ambos David es visto por Saúl con un futuro brillante (26:25; cp. 24:20).

Abner era el principal general de Saúl pero en este episodio David lo hace lucir mal ante Saúl (26:14–16). Abner era responsable por la seguridad personal de Saúl. Tenía que cuidarlo a capa y espada.

En el capítulo 26:21 leemos del aparente arrepentimiento de Saúl: “Entonces dijo Saúl: He pecado, vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, porque mi vida ha sido estimada preciosa hoy a tus ojos. He aquí yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera”. Saúl era un artista juzgando al arrepentido. Ya antes hizo un simulacro: “Y alzo Saúl su voz y lloró” (24:16).

David conocía la ley espiritual de siembre y cosecha (2 Co. 9:6; Gá. 6:7). En 26:24 leemos: “Y he aquí, como tu vida ha sido estimada preciosa hoy a mis ojos, así sea mi vida a los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción”. Haciendo bien a otros, Dios nos hará bien a nosotros.

  1. La profecía

“…Bendito eres tú, hijo mío David, sin duda emprenderás tú cosas grandes, y prevalecerás…” (26:25).

Saúl sin desearlo, sin programarlo, sin premeditación…estaba profetizándole al ungido:

Primero, le declara: “bendito eres tú”. El no ungido testifica que el ungido es y está bendecido. El mundo tiene que admitir tarde o temprano que los ungidos tienen una posición de bendición.

Segundo, le declara: “sin duda emprenderás tú cosas grandes”. Dios le reveló a Saúl la visión del ungido. Los ungidos hacen y harán “cosas grandes”.

Tercero, le declara: “y prevalecerás”. Aquí le habla de sus futuras victorias. Saúl tenía ante sí a un triunfador. Aunque estaba con esmero y paciencia sembrando para su futuro. Los ungidos se capacitan y preparan en la escuela del desierto para el momento que Dios los usara. Su futuro se determina por su esfuerzo en el presente.

Leemos: “Entonces David se fue por su camino, y Saúl se volvió a su lugar” (26:25). En 24:22 se leía: “Entonces David juró a Saúl. Y se fue Saúl a su casa y David y sus hombres subieron al lugar fuerte”.

El ungido conoce “su camino” y nada ni nadie le apartará de ese camino. Caminará por donde Dios lo autorice. Por su parte Saúl a “su lugar” o a “su casa”. Saúl tenía “casa”, el ungido tenía el “desierto”. Es mejor el desierto con la presencia de Dios, que una casa con la ausencia de Dios. Para el ungido el desierto implicaba un retiro con Dios.

Conclusión

(1) El ungido tendrá la oportunidad de eliminar a Saúl, pero dejará todo en la manos de Dios. (2) El ungido se cuidará de aquellos asociados que le transmiten mensajes carnales. (3) El ungido ante la tentación de la venganzas se mostrará misericordioso, justo y espiritual. (4) El ungido haciendo bien a sus enemigos sembrará bien ante Dios. (5) El ungido un día tendrá que escuchar del no ungido profecía de bendición.

Kittim, S. (2002). David el ungido – sermones de grandes personajes bíblicos : Kittim, Silva (156). Grand Rapids, Michigan, EE. UU. de A.: Editorial Portavoz.