Biblia

La derrota de Amán Ester 6:1–7:10

La derrota de Amán Ester 6:1–7:10

En Génesis 12:3, Dios le dijo a Abram: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré”. Amán debió tomar esto en cuenta antes de tramar la destrucción de los judíos y de hacer la horca para colgar a Mardoqueo. Su propia destrucción se acercaba.

EL REY PADECE DE INSOMNIO 6:1–3

Es posible que Amán durmiera bien parte de aquella noche. Su problema con Mardoqueo parecía estar resuelto y no tenía otra inquietud mayor. Ignoraba el hecho de que hay alguien que nunca duerme.

“HE AQUÍ, NO SE ADORMECERÁ NI DORMIRA EL

QUE GUARDA A ISRAEL” (SALMOS 121:4).

Por su parte, el rey pasó una noche intranquila. No pudo conciliar el sueño en toda ella (6:1a). Pidió a los que le atendían que le trajeran el libro de las memorias y crónicas para que se las leyeran (6:1b). El rey Asuero ya estaba en el duodécimo año de su reinado (3:7). De modo que había mucho que leer tan sólo de los acontecimientos de su período de gobierno. Entre las muchas crónicas registradas en las memorias, maravillosamente hallaron la historia de cómo Mardoqueo le había salvado la vida (6:2 y 2:21–23). El rey quiso saber qué honra o distinción se había dado a Mardoqueo por ello. Sus servidores y oficiales le contestaron que nada se había hecho con él (6:3).

¡PENSEMOS!
¿Qué promesa hizo Dios a Abram en Génesis 12:3? ¿Cómo se aplica eso a Amán? ¿Sigue vigente esa promesa en la actualidad? ¿Qué pasó con el rey aquella noche? ¿Qué detalle de gran interés hallaron en las memorias y crónicas del rey? ¿Cuáles son algunos atributos de Dios que ilustra este suceso? ¿Qué honra o distinción se había hecho a Mardoqueo?

COMIENZA LA CAÍDA DE AMÁN 6:4–13

El rey mismo no fue quien sugirió la honra que debía recibir Mardoqueo. Parece que en el momento de darse cuenta de la falta de recompensa para ese siervo, el rey escuchó movimientos en el patio exterior y preguntó: “¿Quién está en el patio?” (6:4a) Muy ansioso por acabar con su enemigo, Amán había llegado al patio exterior de la casa real para convencer al rey de que hiciese morir a Mardoqueo en la horca que le había preparado (6:4b).

Al darse cuenta el rey de que Amán estaba en el patio, le ordenó entrar (6:5). Es lógico que el rey quisiera obtener el consejo del principal príncipe en su reino, por lo que le preguntó:

“¿QUÉ SE HARÁ AL HOMBRE CUYA HONRA DESEA

EL REY?” (6:6a)

Amán estaba seguro de que era él a quien el rey quería honrar, y sugirió algo que él deseaba ardientemente. Contestó al rey que uno de los príncipes más nobles debía ir y vestir a tal hombre con el vestido real, montarle en el caballo en que el rey cabalgaba, ponerle la corona real, llevarle en el caballo por la plaza de la ciudad (6:6–9c), y hacer pregonar delante de él las siguientes palabras:

“ASÍ SE HARÁ AL VARÓN CUYA HONRA DESEA EL

REY” (6:9d).

Al rey le agradó la contestación de Amán, y le concedió el privilegio de tomar el vestido y el caballo y conducir a Mardoqueo a caballo por la plaza, y hacer pregonar delante de él: “Así se hará al varón cuya honra desea el rey” (6:10–11).

Mardoqueo volvió a la puerta real muy complacido, pero Amán se dio prisa para ir a su casa, lleno de pesadumbre y cubierta la cabeza (6:12). Después de contar a Zeres su mujer y a todos sus amigos lo que le había pasado, le dijeron:

“SI DE LA DESCENDENCIA DE LOS JUDÍOS ES ESE

MARDOQUEO DELANTE DE QUIEN HAS

COMENZADO A CAER, NO LO VENCERÁS,

SINO QUE CAERÁS POR CIERTO DELANTE DE ÉL”

(6:13).

¡PENSEMOS!
¿A quién pidió consejo el rey acerca de la honra que debía darse a Mardoqueo? ¿Por qué estaba allí Amán? ¿Por qué se puso contento Amán con la pregunta del rey? ¿ Cuál fue la contestación del príncipe? ¿Cuál fue el resultado? ¿Qué le dijeron Zeres su mujer y sus consejeros cuando Amán regresó a casa apesadumbrado?

EL FIN DE AMÁN 6:14–7:10

Aún estaban hablando de ese asunto cuando los eunucos del rey llegaron apresurados para llevar a Amán al banquete que la reina Ester había preparado. ¿Quién sabe cuáles eran los pensamientos de Amán cuando llegaron para llevarlo al banquete? El día anterior se había jactado de su invitación (5:12), pero seguramente después de la humillación que recibió delante de su enemigo, no estaba pensando en cosas alegres. Parece que ni el rey ni Amán tenían conocimiento de la relación que había entre Mardoqueo y Ester. Por instrucciones de Mardoqueo, ella no había revelado su origen nacional (2:20). Es evidente que ella no le declaró al rey la relación que existía entre ella y Mardoqueo sino hasta después de la muerte de Amán (8:1). Así las cosas, el rey y Amán llegaron al segundo banquete sin saber que la reina era judía.

Una vez más, el rey pidió a la reina Ester que le declarara su petición y su demanda y le dijo que le sería concedida hasta la mitad de su reino (7:2). Como petición, Ester rogó por la preservación de su vida, y la demanda que hizo fue por la vida de su pueblo (7:3). Añadió que tanto ella como su pueblo habían sido “vendidos… para ser destruidos… y exterminados” (7:4a). Declaró que ella podría aceptar que fuesen vendidos como siervos, pero que la muerte de toda esa gente le haría un daño irreparable al rey (7:4).

El rey quiso saber quién era y dónde estaba el que había ensoberbecido su corazón para hacer esto (7:5). En el primer banquete, Ester había pospuesto su acción (5:8), pero en éste, estaba bien decidida, e inmediatamente le contestó al rey:

“EL ENEMIGO Y ADVERSARIO ES ESTE MALVADO

AMÁN” (7:6a).

No se sabe si la reina y Mardoqueo habían conversado antes del banquete, pero parece que ella tenía conocimiento de la humillación que sufrió Amán delante de Mardoqueo esa misma mañana (6:10–11) porque de otra manera hubiera sido muy arriesgado usar términos tan despectivos para referirse al príncipe más honrado del rey (3:1–2). Amán no se defendió, sino que se turbó delante del rey y de la reina (7:6b).

EL REY SE ENFURECE 7:7–8

El rey se encendió en ira, y se levantó del banquete, y se fue al huerto del palacio (7:7a). Amán se quedó para suplicarle a la reina Ester por su vida; porque percibió que el rey estaba resuelto a hacerle mal (7:7b).

Cuando volvió el rey al aposento del banquete, Amán había caído sobre el lecho en que estaba Ester (7:8a). El rey le acusó de querer violar a la reina en su propia casa (7:8b). Al oir aquellas palabras de parte del rey, sus siervos cubrieron el rostro de Amán (7:8c).

Harbona, uno de los eunucos del rey, le contó al rey que en la casa de Amán había una horca de cincuenta codos de altura que el malvado había preparado para Mardoqueo, y el rey dio orden de colgar en ella a Amán (7:9). Lo hicieron, y entonces se apaciguó la ira del rey (7:10).

¡PENSEMOS!
¿Qué dijo el rey Asuero a la reina Ester mientras bebían vino en el segundo banquete? ¿Cómo contestó ella? ¿Qué dijo el rey al saber que ella y su pueblo habían sido vendidos para ser destruidos y exterminados? ¿Qué palabras usó la reina para identificar al culpable? ¿Qué hizo el rey después de la revelación que Ester había dado? ¿Qué vio el rey después de volver al aposento del banquete? ¿Qué acusación lanzó en contra de Amán? ¿Cuál fue el fin de Amán? ¿Qué lecciones prácticas saca usted de estos acontecimientos?

Collins, A. (1997). Estudios Bı́blicos ELA: La soberanı́a divina en acción (Esdras y Ester) (69). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.