por Apuntes Pastorales
Los Salmos gozan de frescura permanente, una virtud de la literatura poética. Es un texto que nunca pierde su carácter pertinente, pues responde al clamor de los seres humanos de todas las generaciones. Va mas allá de lo que uno pueda pensar, o decir. Los Salmos son un compendio de la Biblia completa en un solo libro.
Apuntes Pastorales sostuvo un rico encuentro (entrevista) con el Dr. Samuel Pagán, de origen puertorriqueño, ministro ordenado de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) y profesor de Biblia y Literatura Hebrea en el Seminario Evangélico de Puerto Rico. En la entrevista compartió su contagioso entusiasmo por el estudio de los Salmos, que es también el tema central del libro que recientemente publicó.
AP – ¿Cuál es la importancia de leer los Salmos?
SP – Salmos es, con la posible excepción de los evangelios, el libro de la Biblia más leído. Es el más citado por Jesús en el Nuevo Testamento. Es el más citado por los padres de la Iglesia. En la Reforma protestante fue el libro del Antiguo Testamento más utilizado. En el descubrimiento de los rollos del Mar Muerto, los Salmos estuvieron representados de manera óptima. También en los sermones de Juan Wesley, en los himnos de Susana Wesley, en los discursos y tratados de Calvino, los Salmos ocupan un lugar sobresaliente.
Existen dos razones para que el libro de los Salmos ocupe un lugar de protagonismo en la enseñanza de la Iglesia. En primer lugar, por la pertinencia teológica que posee. Los Salmos son la oración de un pueblo que reaccionaba a las realidades de la vida. Esa riqueza de experiencias de vida de todo un pueblo nos mueve a identificamos rápidamente con el contenido de este precioso libro. Goza, también, de una amplia diversidad de temas humanos; unos alaban a Dios por el contentamiento, otros, por la boda o la felicidad, pero también encontramos salmos que hablan de la enfermedad, de las crisis, de las guerras, de los dolores. La segunda razón de gran significado es el uso que Jesús le dio en la cruz del Calvario.
Además, los Salmos poseen una belleza poética tan importante como su aplicación teológica. En un momento de mal rato uno comienza a leer el salmo que declara: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré?», o de pronto, se encuentra con el Salmo 23 en una situación de angustia: «aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno», o puede llegar a encontrarse frente al salmo que sirvió de himno clave para la Reforma protestante: «Dios es nuestro amparo, nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación; por tanto no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del amado». Los Salmos constituyen un libro extraordinario, con virtud teológica y literaria, que ha contribuido de manera enorme a la historia de la humanidad y especialmente a la historia de la comunidad judía y, ciertamente, a la comunidad que conforma la Iglesia del Señor.
AP – Solemos leer los Salmos precisamente porque expresan en palabras conceptos que nos resulta difícil articular. ¿Cómo podemos profundizar en la riqueza que ofrece este libro?
SP – Acabo de escribir un libro titulado De lo profundo, Señor, a ti clamo. En él reservé toda una sección, de unas 125 páginas, únicamente para responder a esa pregunta. Existen muchos conceptos en los Salmos sobre los que debemos meditar. La expresión «no temas», por ejemplo, es fundamental. Para nosotros esta expresión significa: «tómalo con calma, sé prudente, no te preocupes». En la Biblia guarda un significado especial. No temas, en las Escrituras, siempre precede a un mensaje de salvación, de esperanza. Cada vez que uno lee la exhortación «no temas», como en: «no temas, porque yo te redimí, te puse nombre mío eres tú», o «no temas, porque yo estoy contigo donde quiera que vayas» observa que seguidamente se justifica con un mensaje de esperanza.
La palabra «torá» en hebreo indica algo más que una ley jurídica; se refiere a una enseñanza divina. Por esto, el inicio del salterio declara: «Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos» El primer tema sobresaliente es cómo ser feliz. El primer salmo afirma que es bienaventurado el que sigue las enseñanzas divinas. Y el Salmo 150 culmina afirmando que es feliz el que alaba al Señor. Es decir, los Salmos presentan las dos facetas de la vida que desafían nuestra personalidad. Por un lado, se nos ha llamado a seguir las enseñanzas divinas y, por otro lado, a alabar al señor a tiempo y fuera de tiempo.
AP – No es usual escuchar prédicas sobre los Salmos. ¿Qué razones daría para motivar a un pastor a incluir los Salmos en la dieta que ofrece a su congregación, domingo tras domingo?
SP – Yo creo que los Salmos son magníficos para estudiar temas teológicos de importancia. Por ejemplo, la importancia de la fidelidad, de la esperanza, de la liberación o de las sanidades. Una de las primeras referencias de sanidad es el Salmo 103 que declara que «él es el que sana todas nuestras dolencias». El salterio no debe ser utilizado únicamente por la mañana, en el hospital o para los confinados en la cárcel. En mi opinión, deberíamos saltar de la lectura común del salterio y convertirlo en un tema regular de nuestra predicación.
Un salmo muy popular y muy querido en la Biblia es el Salmo 19, que afirma «la ley del Señor es perfecta que convierte el alma, el testimonio del Señor es fiel que hace sabio al sencillo». Esa declaración es la segunda parte del Salmo; la primera parte afirma que la grandeza del Señor es tal que los cielos de los cielos no pueden contener su gloria. La primera parte alaba a Dios por su naturaleza y la segunda alaba a Dios por su ley, por su revelación especial. El maravillarnos por la belleza de su creación es tan importante como el zambullirnos en las profundidades de su Palabra, también contenida en los Salmos.
AP Si alguien quisiera comenzar a predicar sobre los Salmos, ¿dónde le recomendaría usted iniciar?
SP – Los estudios del salterio revelan diversidad de géneros en los Salmos. Existen los salmos de súplica, tanto individual como colectiva. No nos debe sorprender que el género más prominente de los Salmos sea este porque fueron escritos por seres humanos que libraban las mismas luchas que nosotros. El segundo género destacado de Salmos son los de alabanza, que también pueden ser agrupadas en individuales y colectivas. Otros constituyen himnos que refieren la grandeza del Señor, o cantan de la virtud de Dios al revelarse en la ley. Otros Salmos se caracterizan por la profunda sabiduría que contienen. De esta riqueza de géneros, yo le recomiendo a un predicador que comience con los salmos de gratitud y de súplicas. Estos son los Salmos con los que más fácilmente nos identificamos.
Debo añadir que, al igual que los cielos cuentan la gloria de Dios, los Salmos también exponen la gloria del Señor. El Dios de los Salmos es rey. La afirmación más teológica e importante del salterio es que el Señor reina. Me resulta muy fácil afirmarlo porque es un tema teológico muy común, pero alguien en dificultades, que está perdiendo una guerra, o perdiendo la vida frente a una enfermedad, se traslada a otra dimensión en esta declaración. Afirmar que el Señor reina es declarar que él ejerce poder sobre nuestra vida, control sobre lo que nos sucede. El corazón espiritual del salterio es la afirmación: «el Señor reina y la tierra se viste de su magnificencia». Seguramente esta es la razón por la que Jesús de Nazareth no recitó cualquier poesía en la cruz, sino que echó mano de los Salmos. Al igual que nosotros en tiempo de angustia, buscó refugio en las grandes declaraciones de este libro.
AP – ¿Cómo podemos realizar una lectura más inteligente de los Salmos?
SP – Primero, identifiquemos la estructura literaria del salmo. Cuando uno empieza a distinguir las diversas partes de un salmo, uno también identifica los diversos temas. Cada sección del salmo destaca un tema.
En segundo lugar, identifiquemos el género del salmo que estamos estudiando. Este puede ser de alabanza, de clamor, para una boda, o mesiánico Una vez que uno identifica la estructura, el género literario, y los grandes temas de ese salmo, ya está sobre el carril de la predicación.
Recomiendo a mis estudiantes que cuando empiecen a predicar los Salmos no los expongan verso por verso desde el primer día. Resulta más fácil comenzar enfocándonos en el salmo como un todo, y luego avanzar hacia las partes que la componen. No podemos usar en el estudio de un salmo el mismo método que utilizamos con las cartas del apóstol Pablo, pues los géneros literarios son distintos.
Un ejemplo de un salmo que no ha sido objeto de mucho estudio, por su extenso texto, es Salmo 119. No obstante, yo he visto jovencitos judíos de catorce y quince años recitar de memoria el salmo 119 en hebreo al celebrar su Bar Mitzvah. Este salmo está constituido en veintidós segmentos, cada uno de ellos comienza con una letra del alefato hebreo. La estructura, que sigue el orden del alfabeto, ayuda a la memorización. En el tiempo en que las computadoras ni la tecnología de hoy ni siquiera existían en la imaginación de la gente, esta clase de estructuras eran la clave para facilitar la memorización de la Palabra.
AP – ¿Podría ofrecerme algún ejemplo de un elemento cultural en algún salmo que le añade riqueza al texto?
SP – Claro. Un buen ejemplo lo encontramos en la imagen de los cuernos. En los Salmos se habla mucho de los cuernos de la salvación, pero a veces no sabemos a qué se refiere esta frase. En la antigüedad las mesas del altar tenían una especie de elongación en las esquinas, una terminación en forma de cuerno. Cuando una persona era perseguida podía meterse al templo y tomarse de los cuernos del altar. Si conseguía agarrarse, sus perseguidores debían perdonarle la vida. Era un salvo conducto. De esa costumbre surge la expresión «el cuerno de la salvación».
En el Nuevo Testamento la imagen del cuerno simboliza poder y autoridad. Por eso, en el libro de Apocalipsis la bestia que viene del mar posee diez cuernos, lo cual significa poder absoluto. Si uno no entiende que en el Antiguo Testamento la imagen del cuerno es salvación, o en el Nuevo Testamento la imagen del cuerno es poder, se pierde la imagen teológica, especialmente en Latinoamérica donde los cuernos tienen una alusión a la infidelidad matrimonial.
AP – Usted ha leído los Salmos durante toda una vida. Los Salmos, sin embargo, lo siguen apasionando. ¿Por qué?
SP – Gozan de frescura permanente, una virtud de la literatura poética. Es un texto que nunca pierde su carácter pertinente, pues responde al clamor de los seres humanos de todas las generaciones. Va mas allá de lo que uno pueda pensar, o decir. Los Salmos son un compendio de la Biblia completa en un solo libro. Si quisiéramos buscar un salmo que fuera el más fiel reflejo del mensaje de la Palabra posiblemente escogería el 23. La primera afirmación «el Señor es mi pastor, nada me falta» abarca todo el salmo. El resto de los versículos simplemente explican el significado de esta primera idea. Este salmo es, a su vez, un compendio de todo el salterio y el salterio es un compendio de todo el Antiguo Testamento. Y el Antiguo Testamento nos da una imagen de toda la revelación de Dios.
AP – ¿Cuál es un salmo que lo entusiasma de forma especial?
SP – En mi opinión el Salmo 23 es el más popular, pero un salmo que me ha impresionado extraordinariamente es el 27: «El Señor es mi luz y mi salvación de quién temeré, el Señor es la fortaleza de mi vida, de quién he de atemorizarme». La referencia a la luz no se relacionada necesariamente a una iluminación física; posiblemente sea una referencia a la creación. Al afirmar que el Señor es su luz está declarando que es su creador. Para nosotros la luz es una imagen muy contemporánea pero esta es una afirmación teológica de la importancia de relacionarse con el Creador en el momento de crisis. El Salmista afirma que aquel que nos creó una vez aún conserva poder para volvernos a crear. Este mismo concepto sustenta la teología del apóstol Pablo cuando afirma que el que está en Cristo, es una nueva creación.
AP – Tendemos a referirnos, en términos genéricos, a los Salmos como creación de David, pero él no es el único autor, ¿verdad?
SP – Hablar de la autoría en la antigüedad no es pensar en los derechos de autor y las leyes que protegen la obra de una persona en nuestros tiempos. Existe en nosotros la tendencia a asociar una obra con una persona, aunque la persona haya sido solamente una de las muchas que contribuyeron a ella. Cuando uno habla del Pentateuco, por ejemplo, en seguida piensa en Moisés. Si piensa en los Proverbios piensa en Salomón, en las parábolas piensa en Jesús, o si en las cartas en Pablo. Cuando uno habla del Apocalipsis, piensa en Juan. Del mismo modo cuando pensamos en los Salmos, pensamos en David.
La tradición antigua dice que David era un poeta y un cantor y, por esto, debe haber compuesto algún salmo, pero muchos salmos fueron compuestos por personas cercanas a él. Hay Salmos de Jerutúm, de los hijos de Coré, de los hijos de Asaf, de Moisés, de Salomón y diversos otros autores. David es el autor en el sentido emocional y espiritual, pero seguramente un grupo de hombres y mujeres cooperaron en la elaboración de los Salmos. Son la oración del pueblo, los cánticos del pueblo, en los cuales, incluso, participaron algunos coros. «Alzaos puertas eternas, y entrará el rey de gloria». A esta exhortación alguien preguntaba, «¿quién es ese rey de gloria?» Otros contestaban: «El Señor, el valiente, el poderoso en batalla» Ese tipo de cántico debe haber sido escrito por varias personas, ya sea del entorno del rey David, o en otras épocas en que diferentes autores seguían expresando su pasión por el Dios que los había llamado.
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