La medicina que los niños necesitan
por Sam Doherty
Imagínate que en el mundo hay una enfermedad mortal que ataca a los niños. Miles mueren cada día. Imagínate que tú tienes la cura a esa terrible enfermedad. ¿Qué harías? ¿Dejarías que murieran? Claro que no. Ahora ya no lo imagines porque eso realmente está ocurriendo.
Segundo artículo de la serie: La medicina para ellos
Suceden tantas cosas espantosas entre nuestros niños hoy, cosas como drogas, crímenes, violencia, pornografía, enseñanzas falsas, ocultismo, alcoholismo y videos malsanos. La única solución y defensa frente a estas es Jesucristo y su salvación. Jesucristo puede fortalecer a tus niños y capacitarlos para que vivan para él y resistan la tentación y el mal.
Me parece que el diablo está atacando a nuestros niños hoy de manera muy particular. Creo que ninguna generación previa de niños ha tenido que enfrentar el mal y las tentaciones como hoy en día. Es como si el diablo tuviera un plan para destruir a nuestros niños. Él ve su valor y su potencial, aun cuando nosotros no lo vemos.
Me recuerda la historia del padre que pidió al Señor Jesús que sanara a su hijo quien estaba poseído por un demonio (Marcos 9:2024). Le dijo al Señor Jesús que su hijo había estado en esta condición y con este problema desde su niñez, y que vez tras vez los demonios habían intentado «matarlo» (vs 22). Yo creo que esta es la meta del diablo para nuestros niños hoy: destruirlos. Necesitamos estar conscientes de esto. Pero también tenemos que darnos cuenta que Dios ha provisto un camino de salvación y salida para nuestros niños mediante Jesucristo, y que es nuestra responsabilidad mostrarles y enseñarles este camino de salvación.
El problema se complica y la necesidad de evangelización aumenta por el hecho de que en muchos países (sobre todo en Europa) los niños tienen poco trasfondo del evangelio, o incluso carecen completamente de él, y casi no conocen las verdades bíblicas. Esto no siempre fue así en países como Inglaterra donde generaciones anteriores recibieron mucha enseñanza bíblica. Los campos estaban «blancos para la siega». Pero hoy no es así. Si levantamos la vista, vemos una escena de devastación espiritual. En vez de campos blancos para la siega vemos hectáreas de espinos, zarzas y maleza. Y nosotros que evangelizamos a niños en una situación como esta prácticamente tenemos que empezar desde el comienzo.
La solución de Dios para nuestros niños
Supongamos que todos los niños en su comunidad o en su país tuvieran una enfermedad que nadie podría curar, y que en consecuencia, se empezaran a morir uno por uno. Supongamos, además, que de alguna manera, tú eres el único que descubre la cura y el remedio para esa enfermedad. ¿Qué harías? ¿Te quedarías en casa con los brazos cruzados mientras los niños en tu derredor sufrían y morían? Claro que no. Irías a tantos niños como te fuera posible y les dirías cuál es la cura y los animarías a que la usaran. Estoy seguro que también reclutarías a otros adultos y compartirías con ellos tu descubrimiento. Así tu ayuda podría multiplicarse y muchos niños más se verían curados.
Este es tan sólo un ejemplo. Pero creo que es un ejemplo bueno y descriptivo de la situación actual. Hemos visto sobre la base de la Palabra de Dios las necesidades y los problemas que tienen los niños. Estas necesidades y estos problemas son mucho más serios que una enfermedad física, y podrían llevar a consecuencias mucho más graves. Pero Dios y su Palabra nos han dado la respuesta. Sabemos sobre la base de la Biblia que la respuesta a las necesidades de los niños y la cura para sus problemas están en el evangelio de nuestro Señor Jesucristo y en la reacción de ellos. ¿No deberíamos llevar esta respuesta, esta solución a los niños que tanto la necesitan? ¿No es este un estímulo e incentivo para que evangelicemos a los niños?
Y deberíamos ayudar a otros adultos a comprender esto para que juntos podamos alcanzar a muchísimos niños más. Entonces podremos regocijarnos al ver que Dios el Espíritu Santo obra en los corazones de niños y niñas y los lleva a Jesucristo.
Existe la posibilidad de que los niños se pierdan para siempre
Pero la situación es, o puede ser, mucho peor que la que he mencionado. Ya hemos visto que todo niño (que no ha confiado en Cristo) está espiritualmente muerto, posee una naturaleza pecaminosa y está fuera del reino de Dios. Esto es tan cierto para un niño pequeño como para un niño de 8 ó 10 ó 12 años.
Sin embargo, la Biblia también enseña que una persona que desobedece la voz de Dios, y desecha la salvación que él provee está bajo el juicio y la ira de Dios (Juan 3:18,19,36; Efesios 5:6), y que si se muere en esa condición, se perderá para siempre. Este es un principio general a lo largo de la Palabra de Dios de modo que también debe aplicarse a niños que tengan la edad suficiente como para entender el evangelio, y para rechazar la voz de Dios. De acuerdo a las Escrituras todos aquellos que conscientemente han elegido «preferir las tinieblas a la luz» (Juan 3:19) serán juzgados por Dios. Aquel que tiene la oportunidad y la «capacidad» para creer, pero elige no hacerlo «no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios» (Juan 3:36).
No podemos hacer caso omiso de una enseñanza tan clara de la Palabra de Dios; y tenemos que darnos cuenta que los niños no quedan excluidos siempre y cuando tengan la edad suficiente para entender el evangelio, y rechacen lo que Dios les dice. No podemos permitir que nos gobiernen la tradición o los sentimientos, sino lo que claramente enseña la Palabra de Dios, y no debemos tomar en cuenta nuestras emociones al respecto.
En Apocalipsis 20:1214 leemos en cuanto al Gran Trono Blanco del Juicio de Dios: «Vi también a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono… Los muertos fueron juzgados… conforme a lo que estaba escrito en los libros… La muerte y el infierno fueron arrojados al lago de fuego… Aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida era arrojado al lago de fuego.» Juan usa las palabras «mikros» y «megas»: pequeños y grandes. Mientras las dos palabras se refieren principalmente al rango o la importancia estoy seguro que también podrían referirse a tamaño y edad. Los niños que han alcanzado la edad suficiente para entender y que no son salvos, serán juzgados.
Si un niño tiene la edad suficiente para saber que ha pecado ante Dios, y para entender que Jesucristo murió por su pecado, y si conscientemente rechaza el camino de la salvación, entonces ese niño está bajo el juicio de Dios, y si muriera en esa condición estaría perdido para siempre.
Creemos que existe la posibilidad de que los niños se pierdan para siempre. ¿Acaso no es lógico creer que si un niño puede ser salvo para siempre si confía en Cristo, también puede perderse para siempre si no confía en Cristo?
¿A qué edad es posible? No lo sabemos. La Biblia no nos lo dice. Pero con seguridad es mucho antes de los 14 ó 15 años. Y sin embargo es esta edad la que muchos tienen en mente cuando piensan en la edad de responsabilidad. Sólo Dios conoce los corazones de los niños y sólo él sabe quienes tienen edad suficiente para entender y rechazar. Eso no nos compete a nosotros. Tenemos el mandato (Marcos 16:15) de evangelizar a todos los niños. Luego podemos dejar las consecuencias en manos de Dios. Él hará lo que es mejor y correcto. PERO ES NECESARIO QUE OIGAN EL EVANGELIO.
Tomado y adaptado del libro ¿Por qué evangelizar a los niños?, Sam Doherty, Desarrollo Cristiano Internacional, 2002, pp. 4953