Intro:
En momentos en los que la iglesia se veía expuesta a la intromisión de muchas doctrinas erróneas, una de las misiones esenciales era evitar que causaran daño al interior de los creyentes. Esa fue la labor que el apóstol Pablo, dice, le correspondía a Timoteo. Las doctrinas que estaban incursionando eran extrañas y distanciaba al puedo del Dios de poder y de gloria en el cual habían creído.
Texto: 1 Timoteo 1:1-7.
a) La misión de Timoteo: cuidar a los creyentes de doctrinas extrañas (v. 3).
Las doctrinas extrañas nos conducen al error (v, 3 b).
Las doctrinas extrañas nos conducen a propagar el error (v. 3 b).
Las doctrinas extrañas amenazan con distanciarnos de Dios (v. 3 b).
Es necesario permanecer alerta frente a las doctrinas extrañas.
b) La misión de Timoteo: promover el Plan de Dios (v. 4).
El Plan de Dios se ve entorpecido por el falso conocimiento (v. 4 a).
El Plan de Dios se ve entorpecido por discusiones que no conducen a nada (v. 4 b).
El Plan de Dios se ve entorpecido por quienes distorsionan la verdad (v. 4 b).
El Plan de Dios se sustenta en la fe (v. 4 b).
c) La misión de Timoteo: defender la verdadera fe en el creyente (vv.5-7).
El amor se manifiesta en el corazón limpio (v. 5 a).
El amor se manifiesta en una conciencia limpia (v. 5 b).
El amor se manifiesta en una fe no fingida (v. 5 c).
Quienes no guardan el amor siguen vanas discusiones (v. 6).
Quienes no guardan el amor se encuentran sumidos en la ignorancia de la fe (v. 7).
Conclusión:
Al igual que en el primer siglo, hoy abundan doctrinas erradas que antes que contribuir, destruyen. Cada quien pareciera que defiende su propia convicción teológica y no concibe que—a la luz de las Escrituras—se pueda estar equivocado.
Como cristianos tenemos la obligación fundamental de velar por la sana doctrina, es decir, aquella que está enmarcada en lo que dicen las Escrituras y nada más.