Intro.
La última vez hablamos del fruto de la palabra y sus efectos. En esta mañana, quisiera que reflexionemos sobre algunas características de la palabra.
Ilustración: Guillermo Wilberforce era un brillante joven de veinticuatro años cuando fue elegido miembro del Parlamento inglés (1870). Era muy despreocupado en asuntos de religión. Pero una vez durante un viaje, por invitación de su amigo el Rev. Isaac Milher, leyeron todo el Nuevo Testamento griego, idioma que ambos amigos conocían perfectamente, y esa simple y sola lectura revolucionó la vida de Wilberforce: fue un hombre nuevo, un digno senador cristiano y el abogado decidido de la abolición de la esclavitud.
a) ES VIVA. (Hebreos 4:12)
No es una palabra muerta y sin sentido.
No encontrarle vida a la palabra es una luz de alerta.
La palabra nos debe llevar a la reflexión y obediencia en nuestra vida.
b) EFICAZ. (Hebreos 4:12)
La palabra tiene grandes resultados.
Nunca vuelve vacía, siempre cumple el propósito.
Siempre da fruto.
La palabra cambió rotundamente al Etíope. (Hechos 8:26-30)
c) CORTANTE. (Hebreos: 4:12)
La palabra aceptada, leída, reflexionada y aplicada tiene efectos extraordinarios, corta:
Todo pecado.
Toda falsedad.
Todo engaño.
Todo lo dañino.
Conclusión:
Podemos confiar de manera absoluta en la palabra del Señor ya que ella:
Brinda vida.
Cumple su propósito
Y corta lo que no sirve