“Así haga Dios a Abner y aun le añada, si como ha jurado Jehová a David, no haga yo así con él, trasladando el reino de la casa de Saúl, y confirmando el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Beerseba” (2 S. 3:9–10).
Introducción
En Mahanaim, (2:8), Abner general del ejército de Saúl, proclamó a Is-boset, hijo de Saúl como rey de la casa de Saúl, que incluía los territorios de Galaad, Gesuri, Jezreel, Efraín, Benjamín y todo Israel (2:9).
Is-boset tenía cuarenta años de edad y reinó sobre la casa de Israel dos años (2:10). Solamente los de la casa de Judá siguieron a David (2:10). La capital de la casa de Judá, fue Hebrón, y desde allí David reinó siete años y cuatro meses (2:11).
En una incursión militar en Gabaón, Abner acompañado con los siervos de Is-boset (2:12), se encontró con el general Joab y los siervos de David (2:13). Allí se enfrentaron en duelo doce de cada casa, y los siervos de David vencieron a los siervos de Saúl (2:14–17). Ese duelo llevó a una reñida batalla que perdió la casa de Saúl.
Joab, Abisai y Asael eran hermanos, hijos de Sarvia la hermana del ungido (2:18). Asael persiguió a Abner, y el segundo los reconoció y le trató de disuadir en su empeño, pero Asael persistió en su propósito (2:20–22). Abner entonces le hirió con el regatón de la lanza por la quinta costilla, dándole muerte (2:23). Por su parte Joab y Abisai continuaron persiguiendo a Abner (2:24). Los de la tribu de Benjamín le hicieron un cerco de protección a Abner (2:25).
Abner le habló a Joab para que detuviera a sus hombres de la persecución (2:26), y Joab tocó el cuerno y los siervos de David no persiguieron más a los siervos de Saúl (2:28).
En esta batalla la casa de Saúl tuvo de baja trescientos benjaminitas (2:31) y la casa de David tuvo veinte bajas incluyendo a Asael (2:30–31). En 2 Samuel 3:1 leemos: “Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, pero David se iba fortaleciendo, y la casa de Saúl se iba debilitando”.
La lucha entre la visión y la tradición, la visión y lo antiguo, la visión y el conformismo, la visión y el miedo, la visión y lo acostumbrado, la visión y el pasado… será una “larga guerra”. Pero la visión se irá fortaleciendo, mientras todo lo contrario se irá debilitando.
En 2 Samuel 3:2–5 se nos da un ligero cuadro de la procreación del ungido. No es de extrañar que en su época, y con una vida de beduino, David se haya casado con seis mujeres. De Ahinoam jezreelita, le nació Amnón, de Abigail de Carmel, le nació Quileab, de Maaca de Gesur; le nació Absalón, de Haguit, le nació Adonías; de Abitai, le nació Sefatías y de Egla, le nació Itream.
El ungido es una persona visionaria. Su visión es fecunda. De su visión nacen proyectos y misiones. Desde luego no podemos confundir la misión con la visión, ni los proyectos con la visión. La visión se desarrolla con la misión, con la visión y de la misión nacen proyectos, ya que estos suplen la necesidades de la misión y la misión actualiza la visión. Pero el ungido tiene que tener cuidado con los muchos proyectos en que se envuelve o lo quieren envolver, que a la larga pueden afectar su propia visión.
- La causa
“…y dijo Is-boset a Abner: ¿Por qué te has llegado a la concubina de mi padre?” (3:7).
La guerra entre la casa de Saúl y la casa de David acrecentaba, y “Abner se esforzaba por la casa de Saúl” (3:6). Los Abner son líderes equivocados, que se esfuerzan en hacer las cosas. Su fidelidad a las tradiciones los lleva a luchar a capa y espada por la mismas. Abner luchaba por una tradición muerta y por un ideal del pasado.
Is-boset atacó verbalmente a Abner acusándole de que se había allegado a Rizpa, hija de Aja, concubina de Saúl (3:7). Las concubinas de un rey muerto pertenecían a su heredero al trono. Al Abner allegarse a Rizpa, Is-boset lo tomó como una pretensión al trono, demostrando con esto su inseguridad personal.
Is-boset al igual que su padre Saúl, era un rey inseguro. Desde luego, su posición ante Dios era ilegítima. Solo David era un rey aprobado por Dios y por ende, legítimo. Los que están en posición por la voluntad de Dios son líderes legítimos, los que están en posición por su propia voluntad o por derechos humanos son líderes espiritualmente ilegítimos.
- El enojo
“Y se enojó Abner en gran manera…” (3:8).
Con enojo Abner responde a Is-boset defendiéndose de lo que parece ser una difamación y un ataque contra su carácter. Notemos su reacción: “¿Soy yo cabeza de perro que pertenezca a Judá? Yo he hecho hoy misericordia con la casa de Saúl tu padre, con sus hermanos y con sus amigos, y no te he entregado en mano de David, ¿y tú me haces hoy cargo del pecado de esta mujer?” (3:8).
La expresión “cabeza de perro que pertenezca a Judá”, alude al desprecio que la casa de Saúl sentía por la tribu de Judá. Is-boset trató a Abner con desprecio.
No obstante Abner protegió a Is-boset, a los hermanos de Saúl y a sus amigos. Is-boset llegó a rey porque Abner lo hizo rey. Los que ponen pueden quitar pero cuando Dios pone nadie puede quitar.
Prestemos atención a esta interrogante: “¿y tú me haces hoy cargo del pecado de esta mujer?” (2:8). Hay que leer entre líneas lo que Abner desea decir: “No me acuses de haber pecado con esta mujer.” Sin vergüenza puede defender su integridad.
III. La decisión
“…si como ha jurado Jehová con David, no haga yo así con él” (3:9).
En ese momento la separación entre Abner e Is-boset tomó lugar. En sus palabras hirientes, malagradecidas y salpicadas de miedo Is-boset descubrió la deformación de su carácter ante Abner.
Primero, “Así haga Dios a Abner y aun le añada”. Abner comienza a ver todo espiritualmente. Sabe que tiene que moverse al lado de Dios si quiere ganar. Desea ver a Dios actuando en su vida. Empieza confesando la bendición sobre sí.
Segundo, “si como ha jurado Jehová a David”. Ahora entiende la palabra dicha por Jehová. Tiene una revelación de quién es el verdadero rey. Pudo distinguir entre posición por favoritismo y posición por ungimiento divino. Dios no alteraría su plan con David. Abner no quiere luchar contra Dios, rechazando y peleando contra el ungido.
Tercero, “no haga yo así con él”. Esto es una transición espiritual. Es dejar la carne y moverse al espíritu. Es renunciar a la casa de Saúl y pasarse a la casa de David.
Cuarto, “trasladando el reino de la casa de Saúl, y confirmando el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde dan a Beerseba” (3:10). Abner profetiza la reunión de ambos reinos de ambas casas y señala sus límites geográficos. La casa de Saúl acababa de perder a un gran general, que retiraría sus tropas y las pondría al servicio del ungido. Aun hablando así al rey Is-boset, Abner muestra que era temerario, valiente y atrevido. Su convicción la pone por encima de su seguridad personal.
- El pacto
“…Haz pacto conmigo…” (3:12).
Mediante mensajeros Abner le comunica al ungido su reconocimiento y su intención de paz. Le envío a decir: “¿De quién es la tierra?…Haz pacto conmigo, y he aquí que mi mano estará contigo para volver a ti todo Israel” (3:12).
El ungido contesta: “Bien; haré pacto contigo, mas una cosa te pido: No me vengas a ver sin que primero traigas a Mical la hija de Saúl, cuando vengas a verme” (3:13).
La presencia de Mical era importante para el ungido: (1) Saúl se la prometió como recompensa al este derrotar a Goliat. (2) Saúl le puso un precio por ella de cien prepucios filisteos y este se los trajo. (3) Mical era una princesa israelita, y al David reclamarla como su esposa le daba credibilidad social al trono. (4) Mical sería una señal de seriedad del pacto entre Abner y David.
David procedió entonces a enviar mensajeros a Is-boset diciendo: “Restitúyeme mi mujer Mical, la cual desposé conmigo por cien prepucios de filisteos” (3:14).
El ungido reclama lo que le pertenece. A Is-boset no le quedó otro remedio que quitarla Mical a su marido Paltiel, y devolvérsela al ungido (3:15). Su marido la lloró y la acompaño hasta Bahurim. Allí Abner le dijo: “Anda vuélvete” (3:16). Él se tuvo que regresar. Abner le cumplió lo prometido al ungido.
Por medio del pacto al ungido se le hace restitución. Lo que era suyo le tiene que ser devuelto. En el nuevo pacto con Cristo Jesús, todo lo que Dios dispuso para el ser humano le fue y le será devuelto y restituido.
Luego Abner emprendió una campaña a favor de David con los ancianos de Israel diciendo: “Hace ya tiempo procurabais que David fuese rey sobre vosotros. Ahora, pues, hacedlo porque Jehová ha hallado a David, diciendo: Por la mano de mi siervo David libraré a mi pueblo Israel de mano de los filisteos, y de mano de todos sus enemigos” (3:17, 18).
La idea de que David fuese rey de Israel gozaba ya de tiempo, la simpatía de los ancianos. Abner citó una profecía que señalaba la visión y la misión del ungido.
Luego Abner fue a los de Benjamín y los convenció sobre el reinado de David (3:19). Posteriormente en Hebrón trató diplomáticamente a David y le habló de lo que esperaba Israel y Benjamín (3:19). En Hebrón David le hizo banquete a Abner y a los veinte hombres o delegados que le acompañaron (3:20).
La historia termina con estas palabras de Abner: “Yo me levantaré e iré, y juntaré a mi señor el rey a todo Israel, para que hagan contigo pacto, y tú reines como lo desea tu corazón…” (3:21).
Conclusión
(1) Los Abner son líderes fieles pero equivocados que se esfuerzan en apoyar y defender las tradiciones. (2) Los Abner son líderes que cuando son maltratados por sus superiores malagradecidos, reaccionan por su integridad personal. (3) Los Abner son líderes que cuando entienden que están contra Dios en su celo equivocado dan la vuelta y se asocian con el plan de Dios. (4) Los Abner reconocen a la verdadera autoridad espiritual en el ungido, y si tienen que restituirle algo como demostración de su pacto lo harán.
Kittim, S. (2002). David el ungido – sermones de grandes personajes bíblicos : Kittim, Silva (187). Grand Rapids, Michigan, EE. UU. de A.: Editorial Portavoz.