La pureza de la Escritura
por Francis Turretin
En el siglo XVII se desató una controversia en cuanto a la confiabilidad de los manuscritos originales del hebreo y griego de las Escrituras. Se discutía si estos podían ser tomados como norma de fe y conducta por la especulación de que habían sido corrompidos por los copitas. Francis Turretin (1623 1687), pastor, teólogo y apologista argumenta a favor de la confiabilidad de las fuentes originales. Notablemente sus palabras son tan atinadas y frescas como si las dijera hoy.
Los textos originales del Nuevo Testamento y el Antiguo Testamento, ¿nos han llegado puros e incorruptos? Esta pregunta nos separa de los que hablan contra la pureza de las fuentes. Por «textos originales» no entendemos los autógrafos escritos por mano de Moisés, de los profetas y los apóstoles, que ciertamente no existen actualmente. Entendemos sus «apógrafos» o copias, transcripciones, así llamados porque nos presentan la Palabra de Dios en las mismas palabras de quienes las escribieron bajo la inspiración directa del Espíritu Santo.
El asunto en discusión no es si las fuentes son totalmente puras, de manera que no se les haya infiltrado alguna falla en muchos manuscritos, ya sea por el paso del tiempo, la falta de cuidado de los copistas, o por la malicia de los judíos o herejes. En este criterio coinciden tanto los que defienden la pureza de las fuentes como aquellos que no la admiten. Además, por las varias lecturas que Beza y Robert Stephanus han hecho cuidadosamente a los textos originales en griego (y los judíos en hebreo), las observaciones prueban claramente que hay variantes lo cual no es corrupción entre los manuscritos. Lo que se discute, entonces, es que, si los textos originales han sufrido tanta corrupción debido a la falta de cuidado de los copistas, ya no se les puede considerar como la base de juicio para la controversia y la regla a la cual deben atenerse todas las traducciones. Nosotros negamos tanto el asunto de la corrupción de las fuentes como la conclusión de que las fuentes no sean confiables.
Los siguientes argumentos comprueban por qué las fuentes no han sido corrompidas.
1) La providencia de Dios: Por Su voluntad, estos libros fueron escritos por inspiración (theopneustois) para la salvación de los hombres. Es Su voluntad que continúen hasta el fin del mundo para que otros puedan recibir de ellos las aguas de la salvación. Por lo tanto, él no puede permitir que los libros sean corrompidos tanto que no puedan llevar a cabo su propósito. Dios ha dejado registrado en las Escrituras su plan completo con respecto a la doctrina de la salvación, así que no esperamos nuevas revelaciones. Por otro lado, Dios ha prometido su presencia constante a la Iglesia. ¿Qué puede ser de mayor insulto a Dios que aseverar que él ha permitido que los libros que contienen esta doctrina han llegado a ser tan corruptos que no pueden servir como canon de la fe?
2) La fidelidad de la Iglesia Cristiana y la obra continua de preservación de los manuscritos: Ya que los cristianos han trabajado con gran ardor para mantener este depósito sagrado sin corrupción, no podemos creer que ellos mismos lo corrompieran o permitan a otros corromperlos.
3) La religión de los judíos, que han puesto gran cuidado y trabajo en los manuscritos, y que ha llegado aun a la superstición: Por ello Josefo dice que luego de los siglos nadie ha tenido el valor de agregar ni de quitar ni de cambiar nada de los libros peculiares de los judíos en ningún aspecto y que consideran un honor morir por las Escrituras. Philo, en su libro sobre la partida de los israelitas de Egipto va más allá, afirmando que «aun hasta ahora, por un espacio de más de dos mil años, no se ha cambiado ni siquiera una palabra en la ley de los hebreos y que cualquier judío preferiría morir cien muertes que llevar el sufrimiento de que la ley sea alterada en lo más mínimo». Cargaban su ridícula superstición con respecto al manuscrito sagrado a tal punto que si un libro de la ley corregido caía al suelo proclamaban un ayuno y expresaban su temor de que el universo entero regresaría a su caos original. Así tan lejos estaban de corromper los manuscritos.
4) El cuidado de los Masoretas: Este era no solo sobre versos y palabras, sino sobre letras individuales (que, junto con todas las variaciones de puntuación y escritura, no solo contaban sino que también anotaban, para que no pudiera haber base o siquiera sospecha de corrupción).
5) La multitud de copias: porque ya que los manuscritos fueron repartidos a diestra y siniestra, ¿cómo podrían haberse corrompido todos debido a la falta de cuidado de los bibliotecarios o a la maldad de sus enemigos? Agustín dice: «Ningún hombre prudente puede creer que los judíos no importa cuán perversos o malvados se les haya considerado lo podrían hacer, en copias tan numerosas y tan ampliamente difundidas». Vives dijo que esta debería ser la respuesta a quienes argumentan que «los manuscritos hebreos del Antiguo Testamento y los manuscritos griegos del Nuevo Testamento han sido falsificados y corrompidos de tal manera que es imposible encontrar la verdad en dichas fuentes».
6) Si las fuentes hubieran sido corrompidas, debe haber sido antes de la venida de Cristo o luego de ella: ninguno de los dos tiempos es verdad.
No puede haber sido antes: Considerando que Cristo saca a luz los aspectos en los que los líderes religiosos se han desviado de la doctrina por no considerar el espíritu de la Palabra, él no hubiera guardado silencio respecto al tema de la corrupción de las fuentes ni podría haber soportado el uso de ellas. ¿Le habrá parecido tan de poca importancia la salvación de Su pueblo que, a la vez de juzgar a los judíos basado en los libros de Moisés y los profetas e invitar a sus discípulos a que los lean y escudriñen, ni personalmente ni por medio de Sus apóstoles dio ni una sola palabra para denunciar que dichos libros habían sido adulterados? Si los libros ya hubieran sido corrompidos y falsificados antes de Cristo, todas las referencias del Señor acerca de ellos tendrían que haber mencionado tal problema.
No puede haber sido después: Las copias que circulaban entre cristianos hubieran hecho fútiles estos intentos y no existe la menor evidencia de tal corrupción. Si este hubiera sido el caso, ¿por qué los pasajes en que Cristo y los apóstoles citaron a Moisés y a los profetas son iguales ahora como entonces, y de ninguna manera corrompidos? ¿Por qué Orígenes y Jerónimo, estudiosos eminentes, tan explícitamente absuelven a los judíos de este crimen? Por lo tanto, si no hubo corrupción ni antes ni después de Cristo, nunca la hubo.
Un escrito auténtico es aquel que tiene abundantes evidencias para inspirar confianza, aquel que recibe el mayor crédito posible, del que podemos estar totalmente seguros de que ha venido del autor cuyo nombre lleva, uno cuyo contenido se ha escrito tal como el autor mismo deseaba.
Francis Turretin fue pastor y luego profesor de teología en Ginebra. En la historia de la Iglesia es conocido por ser apologista y defensor de la fe.
Tomado y adaptado de la revista Credenda Agenda. Usado con permiso.