La responsabilidad va primero
por Justo Zamora
Hay quienes, cuando han hecho mal o dañado algo, piensan que por el solo hecho de pedir perdón todo está resuelto. Necesitamos practicar y enseñar que somos responsables delante de Dios para vivir correctamente, en obediencia a la Palabra …
-Señor,
usted rompió el faro-, le dije al conductor del auto que
estaba adelante quién por «echarse para
atrás» sin cuidado rompió una de la luces
delanteras de mi automovil.
Entonces, en tono vago, me dijo:
-Le doy el teléfono de mi
compañía de seguros. Vaya y hable con ellos,
¿Acaso piensa que yo le voy a pagar algo?-.
Y así se lavó las manos tirándo su responsabilidad
al «tarro de la basura»
La compañía de seguros proveyó un escapismo mental
para él pero, en la práctica, no resuelvía el
problema de mi luz delantera quebrada. Ahora me encontraba con una luz
menos, a riesgo de que un agente de policía me llamara la
atención, con la necesidad de gastar de mi dinero para arreglar
la rotura o gastar de mi tiempo para ir a la compañía de
seguros de este señor y previamente pasar por la estación
policial a hacer la denuncia, sin la cual el seguro no funciona. Y todo
porque en la esquina del semáforo, mientras esperábamos
la luz verde, un señor no quiso mantener frenado su
vehículo.
Sólo unos días antes había estado pensando
escribir una carta al diario que leo todos los días,
refiriéndome a la irresponsabilidad y la injusticia que devienen
por un concepto incorrecto de responsabilidad.
La responsabilidad. ¡Qué virtud! ¡Qué
bendición encontramos con hombres responsables, que cumplen su
palabra, y que uno no tiene que andar corriendo detrás de ellos!
A la misma vez, ¡cuánto dolor y dificultades son causados
por la irresponsabilidad!
La responsabilidad es una moneda de dos caras: el cumplir correcta y
debidamente y el asumir la responsabilidad por mis pensamientos y
actos, así como también las consecuencias. La
mayoría tiene problemas en las dos áreas: prometen y no
cumplen, y cuando se equivocan no quieren pagar o arreglar las
consecuencias,
Los cristianos debemos ser los primeros en asumir responsabilidad.
Recuerdo cierta vez que mi mecánico tardó tiempo extra en
arreglar mi automóvil. Cuando le pregunté qué le
había pasado, me contó que después de haber puesto
una pieza nueva en cierto lugar, la rompió por accidente, Tuvo
que desarmar todo y cambiar pieza, contándole tiempo como
también dinero. Enseguida pensé en lo que
significaría en la cuenta total del arreglo, sin embargo, cuando
termino su trabajo, no me cobró ni un centavo de más y me
dijo: fue mi culpa.
Por años he conseguido trabajo para muchos cristianos que me han
compartido su necesidad, pero ahora me cuesta recomendar a hermanos
debido a las tantas situaciones en que no han cumplido. En esta misma
semana dos personas me reclamaron por trabajos que un creyente que
recomendó debería haber terminado hace ya un año.
En aquel entonces me preguntaron a mí, como pastor, si lo
recomendaría para ese trabajo. Lamentablemente dije que si. El
quedó mal en su testimonio y yo en la recomendación.
El salmo 15 (vers.4) declara la verdad de cumplir la palabra aunque
me sea difícil: el que cumple sus promesas aunque vaya mal
(versión popular). El cristiano no debe ser un hombre de
conveniencia a la oportunidad sino de cumplir su palabra. Mi palabra
debe valer, ser una garantía aun cuando me cueste cumplirla.
Para eso debemos pensar antes de hablar. Como Jesús dijo, que
nuestro si sea si y nuestro no, no. Si nos hemos ir
rápido, como dice Proverbios, a pedir que la persona nos suelte
de nuestra responsabilidad.
Sin embargo, es la persona quien tiene que soltarnos de la
responsabilidad y no nosotros. Hay quienes, cuando han hecho mal o
dañado algo, piensan que por el solo hecho de pedir
perdón todo está resuelto. Necesitamos practicar y
enseñar que somos responsables delante de Dios para vivir
correctamente, en obediencia a la Palabra. Y cuando nos hemos
equivocado, somos responsables de resolver la situación. Parte
del sed perfectos es hacer lo perfecto. Sé que por ser pecador
no voy a hacer todo en forma perfecta, pero cuando me doy cuenta,
necesito cambiar lo imperfecto por lo correcto. Aprender a cumplir y a
terminar con nosotros deberes. ¡Y creo que el resultado
será que muchos más se darán cuenta de que somos
hijos de un Padre perfecto!
® Apuntes Pastorales, Volumen VII número 2, todos los
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