La salvación: el gran regalo, Parte II
por Ministerios Alfa y Omega, Inc.
Sermón basado en 2 Pedro 1.14
Texto bíblico: 2 Pedro 1.14
Punto 2. (1.1) Justicia y fe: Jesucristo es el Mesías de la fe; es decir, es el Mesías quien nos ha hecho agradables ante Dios por medio de la fe.
A. La fe de Cristo es igualmente preciosa. La palabra «preciosa» [time] significa de gran honor, precio, valor y privilegio. La fe de Jesucristo es preciosa porque nos hace agradables y nos introduce a la propia presencia de Dios. Todos los creyentes han recibido la misma fe preciosa de Jesucristo. La palabra griega que Pedro utiliza para «igualmente preciosa» [isotimos] es una palabra poco común y es la única ocasión que se encuentra en el Nuevo Testamento. Además, tiene dos significados: «isos» quiere decir igual y «timos» honor (A.T. Robertson. Word Pictures In The New Testament [Imágenes de las palabras del Nuevo Testamento], Vol.6, p. 147). Debido a eso, por «igualmente preciosa» se entiende una fe igual, una fe que es como la de los demás. Es algo maravilloso, significa que a todos se nos ha dado la misma fe; todos tenemos el mismo valor, honor y privilegio ante Dios porque él no discrimina ni tiene favoritismos.
Dios nos ama a todos por igual, nos valora y nos da honor como lo hizo con Pedro, Santiago, Juan y Pablo. Esto quiere decir que la fe de Jesucristo elimina cualquier prejuicio y discriminación. Todos somos iguales ante Dios
el rico y el pobre
el de clase alta y el de clase baja
el bien alimentado y el hambriento
el libre y el prisionero
el religioso y el pagano
hombre o mujer
Si una persona ha obtenido la fe igualmente preciosa de Jesucristo, entonces, él o ella es agradable ante Dios sin importar quien sea. Esa persona recibe el privilegio más alto y preciado en todo el universo: vivir en la presencia de Dios por la eternidad.
B. La fe de Jesucristo se alcanza y no se gana. La palabra «alcanzada» [lachousin] significa una parte asegurada, recibida, dada. Ninguna persona merece ni puede ganar la preciosa fe de Cristo. Es un obsequio de Dios, un regalo gratis a todo aquel que cree en Jesucristo.
C. La fe se alcanza a través de la justicia de Cristo. ¿Qué es la justicia de Cristo? La justicia de Cristo significa que
1. Él es justo, el Hombre Perfecto e Ideal quien aboga por y cubre a todas las personas. El hombre no es perfecto sino imperfecto e injusto. Además, debido a su naturaleza, no puede vivir en la presencia de Dios porque Dios es perfecto y justo. Entonces, ¿cómo puede el hombre ser agradable a Dios y que se le permita vivir en Su presencia? Jesucristo es la respuesta porque él es la justicia de Dios. Es decir, Dios envió a su Hijo al mundo para vivir una vida perfecta, ideal y sin mancha. Jesucristo no pecó ni una vez. Por esa razón, se mantuvo ante Dios y ante el mundo como el Hombre Perfecto e Ideal, el Hombre Representativo, la Justicia sin mancha que puede abogar por cada persona. Cuando una persona cree realmente en Jesucristo, Dios toma la fe de esa persona y la cuenta como justicia. El hombre no es justo; todo el mundo sabe esto; sin embargo, Dios cuenta su fe y convicción como justicia. ¿Por qué haría algo así? Porque Dios ama mucho a su Hijo y al mundo. El amor de Dios es tan grande que tomará a todas aquellas personas que honran a Su Hijo al creer en Él, y contará la fe de esa persona como si fuera su justicia. En otras palabras, Jesucristo es la justicia de Dios. Él es único camino por el cual el hombre puede llegar a ser justo y agradable ante Dios. 2 Corintios 5.21; Hebreos 4.15, 7.2526; 1 Pedro 2.24, 3.18
2. Él cargó y murió por los pecados del hombre. No es suficiente que la justicia perfecta e ideal exista, porque todos ya somos pecadores.
Ya hemos transgredido la ley de Dios; ya nos hemos rebelado en contra del Padre para vivir a nuestra manera en lugar de la de Dios. Por eso, el castigo por la rebelión y la traición (el haber pecado en contra de Dios) tiene que ser saldado. Tenemos que morir o alguien más tiene que hacerlo por nosotros. Ese alguien tiene que ser el Hombre Perfecto e Ideal ya que la perfección es lo único agradable ante Dios. Esto es justo lo que Jesucristo hizo; él murió por nuestros pecados, llevó la pena y castigo por nuestros pecados. Además, fue agradable ante Dios porque él era el Hombre Perfecto e Ideal. Ahora, estamos completamente libres de pecado porque somos justos para Dios. Todos sabemos que no somos justos, pero así nos ve Dios a través de la muerte de Jesucristo. ¿Cuándo hace esto Dios? Cuando creemos realmente en su Hijo, Dios cuenta la muerte de Cristo como pago de nuestros pecados; por tanto, Él es capaz de vernos libre de pecado, como justos ante Él. Esta es la justicia de Jesucristo; de esta forma nos volvemos agradables ante Dios. Isaías 53.46; Romanos 5.6, 5.89; 1 Corintios 5.7; 2 Corintios 5.21; Hebreos 7.2627, 9.1314, 9.2526, 9.28, 10.12, 14; 1 Pedro 2.24, 3.18
Punto 3. (1.2) El conocimiento de gracia y paz: Jesucristo es el Mesías de gracia y paz. No hay regalo más extraordinario que la gracia y la paz. Fíjese en tres aspectos importantes:
A. La gracia [charis] quiere decir el favor y las bendiciones no merecidas provenientes de Dios. Las palabras «no merecidas» son la clave para entender mejor lo que es la gracia. Los hombres no merecen el favor, la aprobación y bendiciones de Dios. Dios es demasiado grande y el hombre es demasiado pequeño como para recibir algo de Él. Dios es perfecto y el hombre no lo es; por eso, no puede esperar nada de Dios. El hombre ha reaccionado en contra del Padre. El hombre ha
rechazado a Dios
rebelado en contra de Dios
ignorado a Dios
abandonado a Dios
maldecido a Dios
desobedecido a Dios
negado a Dios
cuestionado a Dios
pecado en contra de Dios
El hombre no merece nada del Padre mas que juicio, condenación y castigo. Sin embargo, Dios es amor absoluto y perfecto. Por lo tanto, Dios hace posible que el hombre experimente Su gracia, especialmente el favor y la bendición de la salvación, la cual es en su Hijo Jesucristo. Romanos 3.24; 2 Corintios 8.9; Efesios 1.7, 2.7; Filipenses 4.19; 1 Timoteo 1.14
B. Paz [eirene] significa estar amarrado, ligado, entrelazado con Dios y con los demás. Quiere decir que uno está seguro, confiado y libre de temores en el amor y cuidado de Dios. Significa tener un sentido, una conciencia, un conocimiento que Dios
proveerá
guiará
fortalecerá
sustentará
liberará
alentará
salvará
dará una vida real ahora y en la eternidad
Una persona puede experimentar una paz verdadera siempre y cuando llegue a conocer a Jesucristo. Solo Cristo puede traer paz al corazón humano, la clase de paz que libera y asegura el alma humana. Salmos 4.8; Juan 14.27, 16.33; Romanos 5.1, 8.6; Gálatas 5.2223
C. Jesucristo multiplica la gracia y la paz. Él obsequia gracia y paz en abundancia al creyente genuino. Cada creyente siempre rebosará de gozo, favores, bendiciones y de la paz de Dios en su propio espíritu, con el de Dios y con el de otras personas.
¿Cómo puede una persona estar rebosando siempre de la gracia y paz de Dios? A través del conocimiento de Dios y del Señor Jesucristo. Tenemos que conocer a Dios para recibir su gracia y paz. ¿Qué significa conocer a Dios? La palabra «conocimiento» [epignosei] quiere decir un entendimiento «lleno, personal, preciso y correcto» (The Amplified New Testament [El Nuevo Testamento ampliado])
– Significa conocer a Cristo personalmente; como lo hacemos con cualquier otra persona: al andar y hablar con él.
– Quiere decir entender a Cristo completamente; toda su persona, como él es.
– Significa ser preciso y correcto en lo que conocemos acerca de él.
Si una persona conoce a Jesucristo completa, personal, precisa y correctamente, entonces esa persona ve a Cristo como su Salvador y Señor, como el Hijo de Dios que vino al mundo para salvarlo. La persona no percibe a Cristo como un hombre común, como un gran líder religioso que fundó el cristianismo, sino como su Señor y Salvador personal. El creyente experimenta a Cristo porque viene hasta a Él, le pide que lo salve y que sea el Señor de su vida. Le entrega a Cristo todo lo que él es y tiene, y se rodea totalmente por Cristo como su Señor. De esta forma, llega a conocerlo y, día a día, la persona experimenta el desbordamiento de la gracia y paz del Señor. Isaías 43.10; Juan 7.1617, 17.3; Filipenses 3.8, 3.10
Usado con permiso,
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