Tomar la cruz hace que nuestro rendimiento espiritual empiece. La vida pecaminosa envuelve un conjunto muy amplio: Van desde las faltas o vicios pequeños hasta el peor de todos, que es la blasfemia contra el espíritu.
En estos pecados, nuestra mente actúa como filtro, y en ella se almacenan muchos residuos de maldad. Nuestro crecimiento espiritual es lo que agrada al Padre. Si guardamos sus mandamientos Él es glorificado. Los mandamientos del Antiguo Testamento han pasado en el Nuevo a tener un significado en el espíritu. Por ejemplo: es fácil decir hoy “yo no mato” pero si tenemos envidia en el corazón estamos matando también.
En los tiempos de Jesús les era muy difícil reconocer que Jesús era Dios, porque el vino escondiendo su divinidad y por lo tanto la fe era la puerta para entrar en Él. Dios creó al ser humano para que de su fruto, recibiese la trinidad adoración y exaltación por toda la eternidad. A cada uno de nosotros en el momento de nuestra conversión (de corazón) cuando confesamos verbalmente aquí, allí en Gloria se está ligando nuestra confesión con la eternidad.
Si el Pastor no habla de la necesidad de buscar la santidad, los recién convertidos permanecerán en el primer nivel de la salvación y en esa posición el Diablo puede atraerlos fácilmente. Los que se desarrollan es porque buscan con ansia la Santidad. El desespero de los que buscan la santidad puede ser juzgado por el resto, como un fanatismo. Pero el resultado de los que se esfuerzan es fácil verlo.
En el paraíso es donde mayor número de cristianos van a ir. El motivo es porque no tienen el interés de buscar más luz, no tienen motivación y se conforman con el “patio de niños pequeños” para estar entretenidos.
Jesús le dijo a la samaritana: “si tú conocieras el don” eso quiere decir que no lo conocía a Jesús, aun teniéndolo delante. Jesús es el gozo de la salvación, y ahí está el agua abundante que saciará a aquellos que la beban, Dios particularmente a unos pocos les revela que se santifiquen y tengan celo por sus cosas, y se sacrifiquen para morar en ellos. Hay hijos que viven en tanta presión para estar en un reino superior, que llegan incluso a enfermar. Esto es de muy pocos. Hoy a nivel nuestro, Jesús no es un ser interesado, Él no puede ser conocido ni tratado en la línea natural. Solo puede ser conocido por el espíritu. Para tenerlo a Él debemos perder todo lo demás.
La mayoría de los creyentes se presentan bajo sus propias escuelas, pero no le conocen a Él. Cristo solo acepta los discípulos de su escuela y a estos se les conoce porque su fe está creciendo y se extiende a otros. Sin fe nadie puede agradar a Dios. La salvación está limitada a ese paso solamente, pero después está toda la abundancia del cielo. En el nacimiento nuevo el crea un santuario dentro, ya que él no puede morar en el alma y mucho menos en la carne. Por la ley no puede ser conocido lo espiritual. Hoy Él está abriendo sellos a los que se están esforzando por la circuncisión del corazón y les abre los sentidos espirituales.
En cada país hay un espíritu que gobierna y hace que las mentalidades de la gente varíen, de una nación a otra. Para dejar de pertenecer a estos dominios tenemos que entrar y vivir solo en el santuario de Dios (que lo tenemos en nuestro corazón). Nuestros sentidos espirituales no son para dejarnos estáticos, sino para ejercerlos en el esfuerzo diario que necesitamos. La cobardía hoy sigue haciendo que la gente no se interese por Jesús. También la misma cobardía hace que muchos hoy perezcan hundidos en medio de pecados.
El celo correcto no es por las actividades de la congregación sino el que te empuja a circuncidar el corazón y ver a Dios. La salvación es por fe, pero su mantenimiento es carísimo. Todo el esfuerzo no tiene sentido, si no estamos llenos de gracia. Nuestro corazón debe luchar para agradar a Dios por encima de todas las cosas. Jesús es el Don y en el estamos saciados, solo si le conocemos. El secreto está en oír la trompeta de Dios.