Dios antes de la Eternidad era luz y Voz “sólo existía Él”. A si mismo se repartió en tres; Padre, Hijo y Espíritu. Son tres personas y los tres tienen rostro. El Padre y el Hijo llegan al “acuerdo” de ser Hijo y siervo a la vez. El Hijo decidió llegar al sometimiento de siervo sujeto, pero sin llegar a ser Dios. Jesús era la gran magnificencia y se dejó tocar por los hombres. Toda su vida fue un testimonio del lugar de servicio que debemos tomar nosotros. Los discípulos al ver a Jesús directamente recibieron de Él un llamado. El llamado no es solo a través de un método. Puede ser a través de imposición de manos o mediante la revelación a un apóstol. Tener un llamado no significa obligadamente ser un apóstol. Hay multitud de lugares o puestos de responsabilidad que sin un llamado es imposible llevarlos a cabo.
Alguien con llamado tiene la palabra en su corazón encarnada, mediante la fe.
“Si alguien predica su propia doctrina este busca su propia gloria”
Escudriñar las escrituras es un deber como cristiano, que nos ayuda a advertir todos los detalles. De traducirla del latín al castellano se encargaron dos monjes católicos (separados de la Iglesia Católica). Lo hicieron en una cárcel mientras cumplían condena, hacían la traducción en el secreto.
La sana doctrina te deja en libertad. Cuando uno deja de ser siervo, deja de ser libre. Un líder que no es siervo, deja de ser alguien en Dios. Siendo esclavos de Cristo disfrutaremos su verdadera libertad. Nada de lo divino es posible conseguirlo por dinero. El dinero o las riquezas son un suplemento para hacer posible la predicación del Evangelio. Para Zaqueo le alcanzó la salvación cuando se desprendió de su dinero. El joven rico no reaccionó de la misma manera. Su amor al dinero lo llevaron a la condenación.
Ser fieles a Dios es mucho más importante que serlo a cualquier hombre. Un creyente que menosprecia la orden de prohibición de mirar atrás no es digno de trabajar en su obra. Un creyente que ante todo no vive en humildad no es digno tampoco. Israel que es la higuera, nos está hablando de como corren los tiempos finales.
Los requisitos para ser una persona fiel son muy altos. Pedro habló en la carne (yo moriré por ti) y por esto mismo le negó tres veces. En la carne no podemos confesar fidelidad a Dios o al Pastor de la congregación. La duda me deja sin confesión en el Espíritu.
Tenemos que vigilar muy cerca las cosas que habla nuestra boca.
Pedro tuvo que ser lleno del Espíritu de Dios para poder prometerle a Dios desde su espíritu. No todo el que le dice al Señor Adonai, Adonai, entrará. Si lo hace desde la religión del alma será desechado de los reinos. Del alma salen los becerros. Todo lo que le decimos a Dios por la carne tiene muerte y condenación. A un espíritu hambriento no hay que decirle donde está la palabra de vida, sino que la discierne de lejos.
La letra mata cuando es palabrería. Por el espíritu puesto en el centro de las escrituras recibimos vida abundante. Todo lo que viene del cielo es gratis, salvación, gracia, palabra de revelación, etc. Pero si en mi hay menosprecio, el Padre mismo me lo demandará. Pedro se volvió inseparable de Jesús y por eso pudo pasar a prometerle fidelidad y a cumplirlo. Jesús se fió del Pedro transformado. Él quiere encontrar hermanos de una sola palabra, fe, confesión y fidelidad.
El Pastor es la “vieja Noemí” y la congregación es la Rut que busca esa protección divina que poseía su suegra. El cariño viene con el roce. Cuando dejamos de reunirnos en ese roce de amor, se levantarán aquellos rencillosos que buscan destruir.
Si tenemos que llorar, hemos de hacerlo con aquellos atribulados para que Dios conteste su oración. Dios nos de entendimiento para conocer los pasos que debemos dar.