Cuando decidimos seguir a Dios y hacer Su voluntad, nunca falta quién o qué nos obstaculice tal propósito. Muchas sutiles tentaciones nos asaltan para que hagamos concesiones y nos conformemos con menos de todo lo que Dios manda. Moisés no fue la exceptión. Tanto el faraón como Israel se opusieron a su ministerio. Nosotros hoy también oiremos voces semejantes. Enfrentaremos oposición y tentaciones, ya sea por parte del mundo o por parte del pueblo de Dios. La decisión de seguir fielmente Su voluntad para nuestra vida nunca será fácil de cumplir.
Dios habiá preparado el terreno para que Su pueblo fuera librado de Egipto. El cambio de faraón trajo consigo duras cargas para Israel. La opresión aumentó a tal grado que el nuevo faraón ordenó eliminar a todos los varones recién nacidos de entre los israelitas.
Cuando llegó la hora de la liberación, Dios llamó a Su siervo, a quien habriá de utilizar para darle la libertad a Israel. La misión que Moisés debía realizar era difícil. El lo sabía; de ahí que no quisiera aceptarla en un principio.
A pesar de la imposibilidad de la misión desde el punto de vista humano, Dios prometió, juntamente con el llamado, Su presencia para hacer posible el cumplimiento de este ministerio. De esta manera, el terreno, el libertador y la misión estaban listos para comenzar a presenciar el acontecimiento más grande de la historia de Israel.
Cuando Moisés y Aarón volvieron a presentarse delante del faraón, la cuestión en juego era la misma de antes: “¿Quién es Jehová para que yo le obedezca?” En adelante, por medio de una serie de manifestaciones del poder de Dios, el faraón llegaría a reconocer Quién es Jehová. El carácter sobrenatural de las evidencias demostraría la autoridad tanto de Dios como de Su mensajero.
Pese a tal demostración del poder y la autoridad de Jehová, el faraón rechazó a Su enviado y su mensaje. El corazón del faraón se endurecía. Su reino, al igual que su familia, sufrirían las consecuencias de su incredulidad.
JEHOVA CONTESTA LA PREGUNTA DEL
FARAON
“¿QUIEN ES JEHOVA
PARA QUE YO LE OBEDEZCA?”
LA VARA CONVERTIDA EN CULEBRA 7:8–13
Primeramente Dios demostró Su poder y autoridad al darle a Aarón la habilidad de convertir su vara en culebra. Sin embargo, el faraón no se impresionó con esto ya que sus magos pudieron hacer lo mismo. No reconoció la señal de superioridad que siguió a este acontecimiento: la vara de Aarón devoró las imitaciones de los magos. Aunque ellos pudieron imitar la señal, su poder fue inferior al de Jehová. Tal como Dios lo había advertido, el faraón se obstinó y se negó a escuchar.
EL PODER DE DIOS CONVIERTE
UNA VARA EN UNA SERPIENTE
LA SERPIENTE DE DIOS DEVORO
TODAS LAS IMITACIONES
¡PENSEMOS! |
Los magos del faraón tenían poder. Lograron imitar el milagro de Moisés hecho por el poder de Dios. Satanás puede también manifestar mucho poder; puede convencer a quienes rechazen someterse a la autoridad de Dios. No obstante, Dios demuestra que la imitación sobrenatural de Satanás es inferior a Su poder divino. |
¿En qué formas se utiliza la imitación sobrenatural de Satanás para decepcionar al hombre de hoy? ¿Cómo nos podemos proteger del peligro de su engaño? |
LA PRIMERA PLAGA: SANGRE 7:14–25
Dios envió una primera plaga sobre el pueblo del faraón por su rechazo hacia Moisés, Su mensajero. Las aguas del río Nilo se convirtieron en sangre.
En Egipto, toda la vida del país dependía del Nilo. Este río se consideraba como “fuente de vida”. Dios les hizo ver Su poder sobre la vida misma al convertir las aguas en sangre. Era imposible que la vida continuara mucho tiempo sin el agua.
Una vez más, los magos pudieron imitar la señal divina. Sin embargo, el faraón no tomó en cuenta el hecho de que no pudieron anular lo que Dios había hecho. El pueblo tuvo que seguir sufriendo debido a la falta de agua. Nuevamente el faraón se negó a reconocer la autoridad de Dios; con el corazón endurecido se rebusó a escuchar, tal como Dios lo había dicho.
LOS MAGOS PUDIERON IMITAR
LA CONVERSION DEL AGUA EN SANGRE
PERO NO PUDIERON FRENAR
LA PLAGA CREADA POR DIOS
LA SEGUNDA PLAGA: RANAS 8:1–15
Una semana más tarde, Moisés regresó para pedirle al faraón que dejara ir a Israel, el pueblo de Dios, para que le sirviera. Le advirtió que de rehusarse, Dios enviaría una plaga de ranas a invadir todo el territorio egipcio. Habría ranas por doquier, en las casas, en el campo, en las cocinas…¡hasta en las recámaras de palacio!
Muchos consideran que esta invasión representó un ataque en contra de una deidad egipcia con cabeza de rana. El faraón no accedió a la petición y la plaga invadió Egipto.
Otra vez, los magos pudieron imitar la plaga, pero no pudieron contrarrestarla. Sólo consiguieron añadir más ranas a la población ya existente. El faraón, entonces, llamó a Moisés y Aarón para que retiraran la plaga. Prometió dejarles salir conforme a lo que Dios había demandado.
Moisés permitió que fuera el faraón mismo quien pusiera fecha a la eliminación de las ranas de su territorio como demostración de que Jehová es el Dios verdadero y, en ese momento, el causante de esa situación. Una vez resuelto el problema, el faraón se arrepintió de su promesa y no les dejó salir de sus tierras.
LOS MAGOS IMITARON LA CREACION DE RANAS
MAS NO PUDIERON ACABAR
CON LAS QUE DIOS MANDO
LA TERCERA PLAGA: PIOJOS 8:16–19
Como el faraón no quiso someterse a la autoridad de Jehová, Dios envió otra plaga. “Todo el polvo de la tierra se volvió piojos…” La versión Reina Valera (1977) de la Biblia sugiere que pudo haberse tratado de “mosquitos”. Estos insectos picaban y eran sumamente molestos. Lo invadieron todo; no había dónde escaparse de ellos.
Los magos del faraón trataron de imitar esta plaga pero ya no pudieron hacerlo. Ya habían tenido suficiente; estaban convencidos. Dieron testimonio ante el faraón de que el asunto era obra “del dedo de Dios”. Se dieron cuenta de que este Dios era distinto a los suyos. Sin embargo, el faraón en su terquedad, rechazó la evidencia.
“DEDO DE DIOS ES ESTE”
LA CUARTA PLAGA: MOSCAS 8:20–32
Dios envió una multitud de moscas. En todo el Cercano Oriente las moscas eran consideradas sobrenaturales. Los egipcios adoraban a un “señor de las moscas” llamado Baalzebub. El tipo de mosca que los eruditos opinan ser la que apareció aquí (tábano) representaba a Ra, uno de los principales dioses de los egipcios. Así que, Dios demostró Su superioridad sobre los dioses egipcios mediante las plagas.
Dios controlaba tanto el tiempo como el lugar que infestaban las plagas. Determinaba también adónde iban; permanecieron en todas partes, excepto en Gosén, lugar donde habitaba el pueblo de Israel. Dios controlaba asimismo el momento en que invadían. Anunció el día de su llegada y de su salida.
“…QUE SEPAS QUE YO SOY JEHOVA…”
Después de tal demostración del poder de Jehová, el faraón intentó negociar con Moisés. Ofreció concederles un día feriado para que adorasen a Jehová, pero con tal de que lo hicieran “en la tierra” (8:26–27). Dios exigía que salieran de las tierras de Egipto para adorarle. No podrían agradarle de ninguna otra manera. No podían adorar en Egipto y obedecer a Dios a la vez. Además, hacerlo allí sería ofensivo para los egipcios. Las condiciones de Dios no estaban sujetas a negociación.
A pesar de todo, el faraón trató de obtener otra concesión. Les permitiría ir al desierto, siempre y cuando no se alejaran mucho (8:28). Pero Moisés no podía aceptar esta propuesta porque las instrucciones de Dios eran, que se alejaran de Egipto hasta una distancia de tres días de camino. Para ofrecer sacrificios aceptables a Jehová, les era indispensable cumplir Sus órdenes al pie de la letra.
Sin embargo, después de la discusión, esta vez el faraón pidió que oraran a Dios para que cesara la plaga de las moscas. Mas cuando éstas fueron retiradas, cambió de parecer y de nuevo se negó a dejarles en libertad.
LA QUINTA PLAGA: MUERTE DEL GANADO 9:1–7
Ante la nueva negativa del faraón, Dios envió una plaga que atacó exclusivamente al ganado de los egipcios. Esta plaga resulta especialmente significativa si tomamos en cuenta que las vacas se consideraban sagradas. Jehová demostraba con esto Su superioridad ante las deidades egipcias.
Una vez más se observó el absoluto control de Dios sobre la plaga, que distinguió entre el ganado de los egipcios y el de los israelitas. Israel quedó excento de dañs. No obstante, pese a las sobrenaturales señales, el faraón rehusó someterse a Dios.
TODO EL GANADO EGIPCIO MURIO
NI UNO DEL DE LOS ISRAELITAS FUE AFECTADO
LA SEXTA PLAGA: LLAGAS 9:8–12
Dios asoló a los egipcios y sus animales con llagas. A pesar de que la plaga se esparció sobre todo el reino, acarreando un continuo dolor para el pueblo, el faraón siguió firme en su posición. No permitió que Israel saliera para rendirle culto a Jehová.
LA SEPTIMA PLAGA: GRANIZO 9:13–35
Dios volvió a manifestar Su poder delante del faraón y su pueblo. Esta vez una tormenta de granizo azotó su territorio. Cabe mencionar que se les avisó con anterioridad para que quienes reconocieran la autoridad de Dios quedaran a salvo. En efecto, el granizo solamente afectó a quienes rechazaron la autoridad de Jehová. Aquellos que respetaron la Palabra de Dios guardaron sus animales y se albergaron en sus casas. Pero muchos fueron los que no creyeron en Su Palabra y sufrieron una gran pérdida.
La severidad de este juicio fue un factor determinante para que el faraón se arrepintiera. Le pidió a Moisés que detuviera la tormenta y prometió dejar salir a los israelitas. Moisés aceptó su palabra, aunque sabía que éste cambiaría de parecer como lo había hecho anteriormente; de cualquier manera, el granizo cesó. Al pasar la tormenta, el faraón volvió a cancelar su permiso.
LA OCTAVA PLAGA: LANGOSTAS 10:1–20
Dios envió una demostración más de Su poder. Los egipcios tenían la creencia de que sus cosechas eran favorecidas por sus dioses. Por eso, cuando Jehová envió una plaga de langostas para devorar todas sus cosechas, El les demostró de nueva cuenta Su superioridad.
Cuando Moisés proclamó la llegada de esta invasión, nadie lo tomó a la ligera. Los funcionarios del gobierno del faraón comenzaron a presionarlo para que dejara salir a los israelitas, antes de que todo Egipto fuera completamente destruído. Ante esta presión, el faraón mandó llamar a Moisés. Ofreció dejarles salir si era tan sólo una delegación la que salía de sus tierras. Podrían ir los hombres; no así las mujeres ni los niños. Empero, Dios demandaba que todo el pueblo participara en la adoración.
El faraón estaba dispuesto a someterse a Jehová, pero sólo parcialmente. Para Moisés una sumisión a medias no era sumisión. Dios demanda de una entrega absoluta; o todo, o nada. Ante la actitud del faraón, Dios desató la plaga.
Después de ver la destrucción causada por las langostas, el faraón volvió a pedir la ayuda de Moisés; y aunque Moisés detuvo la plaga, el faraón se negó de nueva cuenta a dejarlos ir.
LA NOVENA PLAGA: TINIEBLAS 10:21–29
Dios envió otro juicio. Vino sobre Egipto una gran oscuridad. La densidad de las tinieblas era tal, que superaba a cualquiera que se hubiera experimentado jamás (10:21–23). La oscuridad que envolvió a los egipcios fue total; no se veía nada. Esta situación duró tres días, demostrando así la superioridad de Jehová sobre la divinidad egipcia representada por el sol.
Una vez más el faraón intentó someterse parcialmente a la autoridad de Dios (10:24–26). Esta vez accedió a que saliera todo el pueblo, pero dejando atrás sus posesiones. Sólo que Dios demandaba la adoración de Su pueblo con todas sus pertenencias, ya que de esa manera darían testimonio de que todo lo que poseían le pertenecía a Jehová. Tal testimonio estaría incomplete si ellos eran separados de sus pertenencias. Fue por está razón que Moisés rechazó la propuesta del faraón. Era necesario que llevaran consigo todo su ganado porque lo utilizaban en su adoración.
¡PENSEMOS! |
Varias veces, a causa de las plagas, el faraón estuvo dispuesto a hacer una concesión ante las demandas de Dios. Sin embargo, no accedió a someterse totalmente y reconocer la autoridad de Jehová. Siempre quiso imponer sus condiciones; siempre quiso mantener su propia autoridad al mismo tiempo. Dios no acepta esta clase de sumisión. El es Universalmente Soberano. Sus mandatos son absolutos; no se prestan a negociación. Exige una sumisión total a Su autoridad. |
Esta actitud del faraón presentó a su vez una tentación para el pueblo de Dios. Varias veces se les ocurrió rendirse, sin insistir en el cumplimiento absoluto de los planes de Dios para con ellos. Algunos se vieron tentados a aceptar las ofertas y “mejores” condiciones que les proponía el faraón. Pero Dios requirió de una obediencia total, tanto de parte del faraón como de parte de ellos. |
La enseñanza anterior nos presenta dos lecciones importantes: En primer lugar, en nuestras vidas, como en el caso del faraón. Dios exige una sumisión absoluta, no a medias. El quiere nuestra dedicación total. En segundo lugar, surge la tentación de ser complaciente con el mundo y no cumplir con todas las ordenanzas de Dios para nuestras vidas. Al comprender la voluntad de Dios para con nosotros, no debemos conformarnos con menos, Hemos de buscar el cumplimiento cabal de lo que Dios nos indica. |
Repase de nuevo estos dos principios en relación con su propia vida. ¿Con qué situación o decisión en su vida se identifican estas dos lecciones? ¿Qué desea Dios que usted haga? Decídase ahora mismo a no conformarse con menos de lo que el cumplimiento cabal de la voluntad de Dios implica en este caso. ¿Qué pasos debe dar para asegurar el cumplimiento de Su voluntad? |
El corazón del faraón volvió a endurecerse (10:27–29). Con esta negativa, la terquedad del faraón llegó al colmo. No sólo se negó a dejarles salir, sino que rehusó permitir que Moisés se presentara delante de él en el futuro. Este rechazo resultó en una confrontación final entre Jehová y el faraón.
Antes de partir, Moisés le advirtió al faraón que habría una demostración más del poder de Jehová que acarrearía graves consecuencias para Egipto. En breve, el faraón habría de recibir una respuesta definitiva a su pregunta. Comprendería entonces “Quién es Jehová”.
¡PENSEMOS! |
A través de este estudio se ha manifestado una muestra de la soberanía de Dios aun en medio de una tierra pagana. El poder de Dios no se limita a Israel o a donde Su pueblo sale victorioso. Jehová es soberano en todo el universo. Su designio es absoluto; no hay poder divino ni humano que pueda detener Su mano. |
Asimismo, se observa la presencia de una oposición hacia Dios, Su plan y Su pueblo. No faltan quienes tratan de obstaculizar Su plan divino. De cualquier manera, Dios puede vencer cualquier oposición. No tenemos por qué temer a quienes se oponen a Su obra, siempre y cuando confiemos en El. |
Considere su propia vida hoy, ¿qué desea Dios que usted haga para servirle y glorificarle? No faltará quién o qué se oponga a este plan. ¿Qué clase de oposición ha experimentado en su intento de lograr lo que Dios quiere de usted? |
¿Qué bases hay para asegurarle la obtención de lo que Dios quiere, conforme a lo que hemos visto en este estudio? ¿Qué pasos debe dar ahora para cumplir con la voluntad de Dios? |
Porter, R. (1986). Estudios Bı́blicos ELA: Comprados por Dios (Exodo) (27). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.