La última invitación

Estudios Biblicos | Sermones Cristianos

(Apocalipsis22:12-21) v. 20

INTRODUCCIÓN:

El versículo 20 este un texto corto, pero muy largo en su contenido. Es la última invitación que encontramos en la Biblia y el penúltimo versículo de ella. Se trata de la más importante de todas las invitaciones anteriores, por cuanto nos habla del acontecimiento más grande de todos los siglos: la segunda venida de Cristo. En sus dieciséis palabras, este verso contiene la última promesa y la última oración que aparece en la Biblia. Hay en el texto una poderosa promesa del retorno de nuestro salvador Jesucristo.

En estas sentidas palabras de Juan podemos escuchar todavía el grito del corazón de todos los santos de Dios a través de las edades. Hay un intenso deseo por la pronta venida del Señor de manera que podamos salir de este mundo lleno de tanto sufrimiento, para irnos al cielo donde no habrá ninguna de estas cosas. Nunca había sido tan anhelada la segunda venida de Cristo como se plantea ahora. El escenario mundial no podía ser mejor. Nunca había sido tan anhelada la segunda venida de Cristo como se plantea ahora. El escenario mundial no podía ser mejor. De modo, pues, que la oración de Juan debe ser la de todo creyente fiel. Porque no hay esperanza que supere el inminente retorno del Señor. Ninguna otra promesa en la Biblia puede ser comparada con esta.

Y tan anhelada es la segunda venida que en este mismo pasaje, tanto el Espíritu como la Esposa (la iglesia), también su unen en semejante invitación: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (v. 17). Que todos digamos también hoy “ven”, mientras estudiamos hoy la más importante de todas las invitaciones. Cuál es el mensaje de esta “última invitación” de la Biblia.

I. EN ESTA ÚLTIMA INVITACIÓN NOS ENCONTRAMOS CON UN JESÚS TRASCENDENTE v. 13, 16

Cuando Cristo vino por primera vez estuvo limitado por el tiempo (apenas 33 años), y por el espacio (no caminó más de 200 kms). Fue limitado en lo económico y también fue limitado en las obras que hizo. Pero ahora, en su segunda venida se nos revela como el “alfa y el omega, el principio y el fin”. La primera y la última letra del alfabeto griego. Nuestra A y nuestra Z. Esto confirma que ahora Jesús no tiene límites. El trascendió lo temporal y recuperó aquella gloria que tuvo con el Padre antes que el mundo fuese. Con esto Juan nos revela que Cristo es antes que toda la creación y que continuará existiendo después que la actual creación sea destruida. Por lo tanto él es el Eterno Dios que siempre ha sido, que es y que será. Nadie mejor que Juan para haber conocido al Salvador. Pero la visión que ahora tiene de él trasciende todo lo terrenal y se levanta hasta lo eterno. Así lo vio ahora (1:8, 17; 2:8; 21:6), y así vendrá. En este texto nos encontramos con el último “yo soy” de Jesús. Como parte del linaje de David, él es el real Mesías y el Hijo del Hombre en su descendencia como la “raíz de David”. Pero también Cristo es “la estrella resplandeciente de la mañana”. Como “estrella”, Jesús posee luz propia, por lo tanto ilumina, atrae y llena todo. Él es la “la luz del mundo”. Él mismo se define como el “sol de justicia”, así también lo vio Juan (Apc. 1:16).

II. EN ESTA ÚLTIMA INVITACIÓN JESÚS TRAERÁ CONSIGO LOS GALARDONES v. 12

¿Puede imaginarse los regalos que traerá Jesús para premiar a sus hijos? El texto nos dice que Jesús vendrá para “recompensar a cada uno según sus obras”. Lo bueno del Señor que viene cargado de los regalos, es que a él le pertenece “la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Sal. 24). El hecho que Jesús sea el dueño de todo lo “visible e invisible” nos da una enorme seguridad respecto a esta premiación. Un día cada creyente estará delante del tribunal de Cristo para ser juzgado según sus obras (2 Cor. 5:10, 11). Este propósito de la segunda venida nos habla de un Dios que está interesado por ti, valorando tu esfuerzo, motivándote a servir, haciéndote saber que habrá recompensas y un pago por tu trabajo en Su Reino, pues él no es injusto para olvidar su obra (He. 6:10). Ningún trabajo para el Señor es en vano. Al final de la jornada tendrás tu recompensa. Dios tiene reservado para ti una gran sorpresa (1 Cor. 2:9). Si usted valora los regalos, sobre todo aquellos que son dados por esos seres a quien tanto amamos, deberá saber que lo que el Señor le dará en aquel día por su servicio, simplemente es invaluable desde el punto de vista humano. Pablo describió el galardón como una “corona de justicia”.

III. EN ESTA ÚLTIMA INVITACIÓN HAY UN DESTINO ETERNO PARA EL PECADOR v. 15

Si bien es cierto que habrá una recompensa para los justos, también habrá una sentencia eterna para los que hacen lo malo. Jesucristo vendrá ahora como juez. Para su segunda venida, el tiempo de la gracia habrá pasado. El pecado y los pecadores serán llevados al juicio del Gran Trono Blanco. De una cosa usted tiene que estar seguro, no es lo mismo comparecer ante el “tribunal de Cristo” que compadecer ante “el Gran Trono Blanco”. Este versículo forma parte de la gran lista de los que un día estarán delante del Gran Juez, el Señor Jesucristo. Los que serán juzgados por sus pecados no redimidos no tendrán derecho al “árbol de la vida”, ni mucho menos entrarán “por las puertas a la ciudad”, la Nueva Jerusalén. La idea que los pecadores estén fuera, no es una referencia a que estarán alrededor de la ciudad, deambulando, como si queriendo entrar. Es una referencia que los tales estarán en el castigo eterno, cuya más gráfica descripción es el lago de fuego y azufre que arde para siempre (cap. 20:15). Así como hay galardones para los buenos, habrá un castigo para los malos. Esto forma parte de la justicia divina.

IV. EN ESTA ÚLTIMA INVITACIÓN HAY UNA BIENAVENTURANZA PARA LOS FIELES v. 14

Esta es la última de las bienaventuranzas, de un total de siete que nos presenta el libro de Apocalipsis. Contrario a los pecadores, “que no vienen a la luz para que sus obras no sean reprendidas”, el creyente verdadero ha lavado sus ropas para tener un doble derecho: acceso al “árbol de la vida” y amplia entrada a la ciudad celestial. Es el hombre y la mujer que han encontrado en la sangre de Cristo la fuente para lavar todos sus pecados. Hay en esta bienaventuranza algo extraordinario. Por un lado el acto de “lavar las ropas” en la sangre del Cordero, y por otra el derecho de comer del “árbol de la vida”. ¿Y quién este “árbol de la vida” si no Cristo mismo? Así que Cristo no solo ha logrado nuestra redención, sino que también nos ha dado la vida eterna. A Adán no se le permitió el acceso a ese árbol cuando pecó contra Dios. Pero ahora nosotros somos bienaventurados, pues con la segunda venida, y cuando ya estemos hechos a su semejanza, se nos dará a comer del “árbol de la vida”.

V. EN ESTA ÚLTIMA INVITACIÓN NOS ENCONTRAMOS CON EL DESEO DEL ESPÍRITU Y LA ESPOSA v.17

El Espíritues ciertamente el Espíritu Santo, y la esposa es la iglesia (comp. 21:2, 9). Por lo tanto, es el testimonio de la iglesia autorizado con el poder del Espíritu Santo que constituye el gran poder evangelizador del momento actual. Nadie más como el Espíritu Santo para interpretar los tiempos que vivimos y la necesidad urgente de llamar a los hombres a venir a Cristo para que sean salvos. Es algo extraordinario que sea el Espíritu y la Esposa, los que estén haciendo la invitación para que todos oigan del evangelio. Esta invitación, parecida a la de Isaías 55, nos dice que la salvación es gratuita para todos. Lo que le va a pasar al mundo cuando Cristo vuelva otra vez amerita este llamado. Note que aquí los que oyen y aceptan repiten la invitación a otros: El que oye diga: “¡Ven!” (v. 17b) Entonces la invitación es para los que están sedientos de esa vida eterna que él ofrece (Sal. 42:1): El que tiene sed, venga (v. 17c), es el requisito principal. Muchos tienen sed. Otros han llenado su sed con las cosas de este mundo. La invitación es sencilla, solo hay que acudir a la fuente: El que quiere, tome del agua de vida gratuitamente (v. 17d). Ya Jesús había dicho lo mismo previamente (Jn. 7:37). Así que la Biblia abre con una invitación de Dios buscando al hombre (Gn. 3:9), y cierra con otra invitación buscándole. Esta es una hermosa invitación que se hace a todas las generaciones hasta que Cristo venga. Los que reconocen su necesidad y se dan cuenta de que Cristo es el que provee salvación, son exhortados a venir mientras haya tiempo antes de que caiga el juicio y sea demasiado tarde.

VI. EN ESTA ÚLTIMA INVITACIÓN HAY UNA SERIA ADVERTENCIA PARA LOS QUE TUERCEN LA PALABRA v. 18, 19

Todos los que se atrevan a corromper o a cambiar la palabra de Dios, sea agregándole o quitándole, están condenados con la sentencia de estos textos. Hubo en aquellos tiempos como los hay ahora falsos profetas y maestros. No es un secreto de cómo puede torcerse las Escrituras para que digan lo que no debe decir o para apoyar lo que lo que no está en ella. La segunda venida de Cristo plantea un escenario de juicio también sobre lo que se haga con la palabra. Así que esta advertencia también es para aquellos que le han quitado o le han añadido a la palabra. ¿Cómo responderán los que han dudado de su inerrancia y de su inspiración al momento de su venida? Y si bien es cierto que Juan está hablando de las profecías que aparecen en su propio libro, hay en esta advertencia una aplicación a dejar que la Biblia diga lo que tiene que decir, pues “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16, 17). Será terrible el juicio para aquellos que desprecian este libro, y por lo mismo, niegan que es la inspirada palabra de Dios. Y es que rechazar la palabra equivale a rechazarlo a Dios. De modo, pues, quienes niegan sus promesas de bendición y quitan parte de su verdad, recibirán el juicio cuando Cristo vuelva otra vez.

VII. EN ESTA ÚLTIMA INVITACIÓN NOS ENCONTRAMOS CON LA MÁS GRANDE ESPERANZA DE TODO CREYENTE v. 20

La presente promesa también aparece en los versículos 7 y 12. En todas se destaca la palabra “pronto”. Ahora en la última parte el Señor nos dice: “Ciertamente vengo en breve”. ¿Cuál es el sentido de esta oración? ¿Por qué si el Señor ha dicho esto no ha aparecido todavía? Cuando Jesús usa la palabra “vengo en breve”, no está hablando de la rapidez de los tiempos. Lo que la palabra significa es que el viene “sin demora”. Viene exactamente como el Padre celestial lo ha programado. Ni más ni menos. Creo que hemos cometido un error cuando decimos “si el Señor se demora”, o cuando decimos que nosotros podemos acelerar su venida a través de la evangelización. Nadie puede ni retrasar ni adelantar su venida. La promesa es que regresará justo a tiempo. No hay arreglos de última hora para su regreso. El reloj eterno ni se atrasa ni se adelanta. Solo esperamos un poquito más según Hebreos 10:37. Cuando Juan llega al final de su libro él sabe lo que le espera y al resto de los hijos de Dios. Siendo ya anciano y desterrado en aquella isla, muchos recuerdos vendrían a su mente. Así que cuando oye decir a Jesús: “Ciertamente vengo en breve”, Juan exclamó: “¡Amén!”. Esta palabra significa ” así sea, hágase así”. Ante esta declaración digamos también: ¡Amén! “Si, ven, Señor Jesús”.

CONCLUSIÓN:

Mi amado hermano si usted no entiende mucho toda la simbología que le fue revela a Juan en este libro, no se preocupe. Si todavía no está muy seguro en cuál de las distintas escuelas escatológicas ubicarse, no se preocupe. Si le parece que hay asuntos en este último libro que no logra entender, no se preocupe. Lo que si debe preocuparle y prepararse, fue con lo que Juan nos deja ver en este último capítulo.

Hay centenares de invitaciones en la Biblia, pero esta última es la cumbre de todas. Usted podrá rechazar otras invitaciones, y no habrá perdido mucho, pero si usted rechaza esta “última invitación”, usted lo habrá perdido todo. Jesús dijo que vendría en breve. ¿Le espera usted como le espera Juan? ¿Anhela usted su regreso?

Felipe estaba siendo separado y preparado para conocer a un funcionario; a muchos de nosotros Dios no puede hacernos conocer funcionarios, porque en vez de entregarles el Evangelio del Reino, le pedimos trabajo; en vez de hablarles una palabra de parte de Dios empezamos a ver si podemos colocar a alguno de nuestra familia. Por eso Dios a veces no nos abre la puerta a personas importantes, porque nuestro corazón no está cambiado. Pero cada uno de nosotros, estamos asignados por el Padre a un lugar que no es casual, y Dios nos sacará de allí cuando hagamos lo que el diseñó. Claro que podemos irnos, salir del mismo, pero no será con la bendición y promoción de Dios, será porque nosotros nos quisimos ir, por nuestra voluntad y muchas veces sin haber terminado el trabajo asignado. Había una muchacha que había sido llevada cautiva por los Sirios, los cuales habían vencido al pueblo de Israel; y siendo llevada allí tuvo que trabajar de doméstica en la casa del General del ejército de Siria, llamado Naamán. (2 Reyes 5).

Ella podría haber llorado de noche y de día eternamente por la desgracia de haber sido sacada de su pueblo, separada de sus afectos, de su tierra. Pero cuando reaccionó y se dio cuenta que había un propósito por el cual había padecido y por lo cual estaba en esa casa, decide decirle a su señora que en su tierra habiá un profeta de Dios, que era el único que le podía sanar de la lepra a su marido. Y cuando ella vence sus temores y hace esto, Naamán va a Israel y busca a ese profeta recibiendo su sanidad. Ahora, ¿será que después del tremendo milagro recibido por el capitán Naamán, Dios, dejaría sin recompensa a esta jovencita? Pudiera ser que el capitán y su señora ni lo pensasen, pero Dios no la dejaría sin recompensa. ¿Será que habrá continuadotrabajando como doméstica en aquella casa? Cuando nosotros, en la condición que estamos, con la situación que tengamos y en la tierra en la que el Señor nos puso, hablemos la palabra, va ha venir liberación sobre nuestros problemas, va ha venir liberación sobre nuestra situación. Pero somos nosostros quienes debemos decidir: o hablamos, insistiendo a las personas con el mensaje, a tiempo y fuera de tiempo o nos quedándonos en la misma situación en que estamos. Por misericordia, porque Dios bueno y generoso muchas situaciones nuestras se resuelven pero Dios quiere darnos más, pero no salimos de las mismas porque no podemos ser promovidos, porque viene el ángel y no lo oímos, viene la voz de los siervos y no la oímos, viene el Espíritu Santo y no lo oímos, y así estamos y creemos que tenemos que ocuparnos nosotros de nuestros problemas. Si nosotros nos ocupáramos de la Esposa de Dios, Dios se ocupa de nuestros problemas. O le damos todo o mas vale no le damos nada, o hacemos todo o mas vale no hacemos nada.

El Espíritu Santo fue quién le dijo a Felipe: andá, síguelo, juntatea él. ¡Sube al carro, corre! Él quiere que insistamos, Él quiere que nos peguemos a las personas porque si no nos pegamos nosotros, se les pega el Diablo, el polvo de este mundo, las costumbres de este mundo, la idolatría de este mundo. Dice que Felipe fue obediente y fue, y cuando fue, oyó. Tal vez están hablando cosas en sus casas, hay personas que están siendo visitados por curanderos, por mensajeros de Satanás. Y a veces decimos ¿ por qué están así? ¿Por que? si tu no estás al lado para escucharles y para responderles será tu lugar ocupado por el error y la mentira. Dice que cuando Felipe se acercó al carro, oyó que estaba leyendo Isaías, y le pudo preguntar si entendía lo que leía. ¿Cuántas personas asisten a las iglesias de tantas religiones y no entienden lo que les predican y leen? Por eso Dios nos necesita para que les expliquemos. Jesús, dice la palabra que estuvo haciendo bienes, sanando, predicando pero también: enseñando lo que la gente no entiendía. En el versículo 31, el Etiópe le abre el corazón a Felipe, sobre algo que solamente el Espíritu Santo había oído, y le dice ¿Cómo voy a entender si no hay nadie que me enseñe? ¿Saben cuántos están esperando ser visitados por maestros?, por eso el diablo les manda a los falsos maestros. Porque la gente que es de Dios, las almas que le pertenecen a Jesucristo desde antes de la fundación del mundo, se están preguntando si habrá alguien que les enseñe, y nadie va a sus casas a golpear sus puertas para decirles: Yo quiero enseñarte la Biblia.

La puerta abierta en Etiopía el eunuco le rogó a Felipe que subiese y se sentase a su lado. Un funcionario, un administrador de los tesoros de un reino, como en aquel tiempo era y como hoy sucede también de que tantas personas importantes, de autoridad, están pidiendo que alguíen les enseñe sobre la Palabra. Y a quienes les enseñen les abren las puertas, y los hacen sentar a su lado. Por eso tantos falsos maestros están ocupando los lugares que tendríamos que ocupar tu y yo. Porque ellos se nos adelantaron, tomaron ventaja, mientras nosotros fuimos considerados, tratando de no ofender, de no perturbar, de no incomodar, de no insistir, ellos avanzaron y hoy están sentados al lado de las Autoridades, de las personas claves en los gobiernos, de aquellas personas importantes en la ciudad. Volviendo a Etiopía, fijense, que si un alto funcionario, como el eunuco, no conociá a nadie en su país que le enseñase las escrituras, sería porque no lo había. Este hombre humilde, tampoco sabía que Dios lo estaba por utilizar para ser la puerta de Etiopía a fin de que por él entrase el conocimiento de Dios a aquella tierra, ¡aleluya!

¡Cuántos tendrá Dios en los pueblos, en las ciudades, en las fábricas, en las empresas que necesitan de un Felipe, de oído abierto y obediente al Espíritu, para que se transformen en “puertas” que dejen pasar el conocimiento de Dios y su palabra. Si su palabra hoy, nos habla, nos activa, nos desata, entonces abramos nuestros oídos a la voz del envió; no dudemos cuando nos envían y conjeturemos a nuestro parecer que es lo mejor. Vayamos y acerquemosno a las personas que Dios nos haga encontrar en nuestro camino, juntemosno a ellas, enseñemosle lo que sabemos, discípulemosla y Dios nos tendrá en cuenta para mayores misiones, mayores milagros, mayores favores, porque seremos para él Hijos de oídos abiertos y corazónes confiables.

Pidamosle a Dios perdón si hemos desechado al que nos enviaba, desobedeciéndo al mensaje; y volvamos, como felipe, a disponernos como instrumentos útiles, a fin de ganar para Cristo las almas que están, como el eunuco preguntándose acerca de la Palabra, sin que encuentren a los que concen la Verdad, para enseñarles.

Fuente: www.centraldesermones.com