La verdad detrás del brillo
por Marco A. Vega
Texto de referencia: Mateo 16:13-20
Justo recién terminaba de predicar en una iglesia cuando una pareja se le acercó a mi esposa y le dijeron: ¿De seguro usted pasa riéndose todo el tiempo con un esposo tan simpático? Es que es tan agradable y bueno escucharlo, ¿verdad?
Yo en ese momento me acerqué a mi esposa y ella no sabía que contestar. Me miró con cara de tribulación y angustia, fue como ver la cara de la esposa de Lot cuando volteó para ver atrás, por que se encontraba entre el dilema de lo que ella sabía que yo era y lo que ellos pensaban. ¿Diría la verdad de su amargado esposo? ¿O simplemente seguiría el juego de la apariencia?
Yo me sentí como Adán después de la «manzana», ¡completamente desnudo! Como David frente a Natán, «completamente avergonzado». Como José con la noticia de María, «completamente confundido». Como Jacob frente a la escalera, «completamente confrontado». Como David frente a Betsabè «completamente impresionado».
¿Quién dice la gente que soy yo? Quizá el simpático, el siervo de Dios, el buen esposo, el hombre especial, el amigo, el predicador con poder y tantos otros adjetivos especiales. La pregunta es: ¿Qué dicen los que en realidad me conocen de mí? ¿Quién dicen ellos que yo soy? Quizás el perfeccionista, el malhumorado, el peleón, el prepotente, el «todolosabe» y otros tantos adjetivos especiales.
La verdad detrás del brillo es la verdad detrás de la gran apariencia. No es lo bien que predique o lo especial del mensaje. Es la integridad de la persona lo que determina quién en realidad es el está al frente.