La vida victoriosa
El ejército filisteo estaba listo para la batalla. David, apenas un muchacho, había viajado desde su casa hasta el frente de batalla para saber de sus hermanos y llevarles comida.
Allí oyó las amenazas contra Israel del famoso Goliat. El joven israelita se indignó: ¿Quién era este gigante para desafiar el ejército del Señor?
David sintió la dirección de Dios y obedeció. Entonces se produjo un enfrentamiento entre un gigante y un muchacho. Pero debido a que el Dios todopoderoso estuvo al lado del joven, Goliat y todo el ejército filisteo fueron derrotados.
Ésta es una historia sorprendente; rara vez oímos de milagros como éste. Pero nosotros, al igual que David, podemos vivir victoriosamente, aun en medio de circunstancias aterradoras. Primero, tenemos que entender al éxito desde la perspectiva del Señor: las metas deben alinearse con la Biblia; luego el Padre celestial nos dirige, y seguimos adelante con confianza.
Segundo, como David, se debe tener una idea clara de lo que se quiere lograr. Las metas deben ser lo suficientemente claras para ponerse por escrito en una o dos frases. Por ejemplo, la de David era liberar al pueblo de Dios de sus enemigos. Nuestras metas pueden ser grandes y para toda la vida, como el ser modelos de dependencia de Jesús para nuestros hijos. Otras metas, como tener una noche a la semana dedicada a la familia, son más fáciles de lograr.
Ya se trate de un problema como el de David o de una tarea más fácil, usted debe tener una vida con propósito. Pida dirección y propósito al Señor al poner por escrito sus metas, ya sean grandes o pequeñas. El mismo Dios que condujo a David a la victoria, desea dársela a usted también hoy.
Charles Stanley Ministerios En Contacto