Biblia

La voz de Dios

La voz de Dios

Probablemente, Elí y Samuel estaban haciendo su turno, es decir durmiendo en el tabernáculo, para mantener encendida la lámpara.  Dormían en pequeñas habitaciones cerca de este lugar especial de la presencia de Dios. Fue entonces que Samuel escuchó una voz que pronunciaba su nombre. Se sentó en su pequeño camastro, y respondió: “¿Sí?,” pero nadie respondió.

Uno no puede saber por la Biblia si la voz de Dios es audible, o si se “escucha” por otros medios. Cuando Saulo (llamado después Pablo) estaba en el camino a Damasco, escuchó la voz de Jesús resucitado que le hablaba en una visión, y el sonido pudo ser percibido por sus acompañantes. Fue algo audible.

En Génesis 6, Dios le habló a Noé para darle instrucciones específicas. Podemos suponer que la voz fue audible, es decir, escuchó las palabras con sus oídos, pero el Señor pudo haberle “hablado” a su mente. No podemos estar seguros de eso. La voz de Dios a Daniel le sonó como un trueno, pero siglos antes le habló a Elías con un “sonido apacible y delicado.” En el caso de Samuel, Dios le habló de una manera que oyó literalmente su voz. Le habló con la voz normal de un hebreo, por lo que el niño pensó que era Elí quien lo llamaba desde la otra habitación.

Elí probablemente pensó que Samuel había estado soñando, y lo envió de vuelta a la cama.

Y el SEÑOR volvió a llamar:
—¡Samuel!
Samuel se levantó, fue a Elí y dijo:
—Heme aquí. ¿Para qué me has llamado?
Elí respondió:
—Hijo mío, yo no te he llamado. Vuelve a acostarte.
Samuel todavía no conocía al SEÑOR, ni la palabra del SEÑOR le había sido aún revelada (1 Samuel 3:6, 7).

La última oración es el comentario clarificador del cronista para el lector, quien ya sabía que Samuel era un poderoso profeta de Dios. Es la forma que tiene el autor de la narración para decir que esto sucedió antes de que el Señor iniciara una relación personal con el muchacho. Recuerde esto, ya que será parte importante de la historia, a medida que se desarrolle. A propósito, en el Antiguo Testamento, el tener una relación personal con el Señor de la manera como aparece en el Nuevo Testamento y la presencia interior del Espíritu Santo era un privilegio raro y realmente grande. ¡Pienso que nosotros tomamos hoy en día este privilegio de manera muy liviana!

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2010 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.