Las 10 claves para tener una familia estable

Por: Salvador Aragonés

Las leyes permisivas sobre el matrimonio y sobre la vida han conseguido en la cultura occidental debilitar en gran medida el matrimonio y la estabilidad de la familia al conceder enormes facilidades para el divorcio.

De ahí que son cada vez más los estudios sociológicos en el mundo y las comisiones de organismos internacionales como la ONU y la UNESCO que se ocupan de la familia que consideran un valor positivo el mantener la estabilidad de las familias.

Y es positivo en lo social y en lo económico (el coste del divorcio para los estados es alto por los gastos en ayudas a hijos, a familias monoparentales).
 
La estabilidad familiar evita casos de violencia. Además los niños crecen con una estabilidad emocional y afectiva superior en una familia estable que en una familia rota.

Por eso a ayudar a una familia estable se le llama también ayudar a la “familia sostenible” porque estas familias actúan como factor de seguridad y cohesión, en lo económico y en lo social,  en el seno de la sociedad.

En este sentido se han señalado algunos de los factores que contribuyen a esta estabilidad familiar o a esta familia sostenible, que resumiremos en diez:

1.- Una completa preparación de los novios hacia el matrimonio teniendo en cuenta que este no sirve para satisfacer necesidades sexuales o afectivas de los esposos, sino que exige la donación del uno al otro (amor), donde desaparece el yo para alcanzar al otro, y servirle y honrarle para siempre, “hasta que la muerte nos separe”. Hay que preparar el matrimonio como algo a muy largo plazo, sin miedo al tiempo. Los matrimonios que se unen en un sentido cortoplacista –“si no va bien ya lo arreglará el divorcio”—normalmente fracasan.

2.- No confundir el amor con un sentimiento intenso semejante al “flechazo” que se siente cuando se es novios. El amor no es un sentimiento que va y viene. El amor va calando en la vida del matrimonio, en las alegrías y en las penas.

Y cuando uno cree que el sentimiento se apaga, sigue trabajando por dentro el afán de entrega al otro para hacer más fecundo el amor, para que este tenga raíces más fuertes. ¿Cómo? Rechazando sentimientos pasajeros que pueden socavar o enflaquecer el amor.

Los que sólo entienden el amor como un flechazo, sienten la necesidad de cambiar de pareja a cada flechazo que llegue. Forman parejas inestables.

3.- El amor se consolida si está abierto a la vida, a los hijos. El amor busca perpetuarse en “los demás”, los hijos. Un amor o un matrimonio cerrado a la vida no puede durar porque allí el amor es ahogado por el egoísmo que es el enemigo número uno del amor. 

Esto no quiere decir que no debe existir una paternidad responsable, pero sin trampa ni cartón, como decía Pablo VI en la encíclica Humanae Vitae.

4.- La convivencia en un matrimonio ha de basarse en el diálogo, la confianza y el respeto permanentes. Pero un diálogo sincero, leal, verdadero. A la confianza se opone la sospecha, la deslealtad, la mentira.

Que haya una buena comunicación, no basada en técnicas comunicativas, sino en fomentar elcariño, el amor.

La confianza quiere decir que te fías de la otra persona, que vives con ella con lealtad. La confianza da tranquilidad y en ella se acrisolan los afectos y la familia vive de la “buena fe” de sus componentes. Tener confianza no significa “vivir en la luna”.

5.- En las familias tiene que haber unas reglas de convivencia y conviene trazarlas de manera clara, pero que nadie quede ahogado por estas reglas. Reglas demasiado estrictas  suelen ser conflictivas en la pareja y con los hijos. Ni demasiado rígidas ni demasiado laxas.  

6.- La familia para que sea estable necesita