Las Adversidades de José Génesis 37:1–41:36

Las Escrituras nos exhortan a estar gozosos cuando pasemos por diversas pruebas. La razón que se da es que la prueba de nuestra fe produce paciencia. Es bien conocida la paciencia de Job, pero según esa regla, también José debe haber sido un hombre paciente en extremo.

DESPRECIADO POR SUS HERMANOS 37:1–36

Sus aflicciones comenzaron en su propio hogar. Era el hijo predilecto de su padre, pero sus hermanos lo despreciaban. El apacentaba ovejas con ellos, e informaba a Jacob de su mala conducta. José soñó que veía a sus hermanos arrodillados delante de él y tuvo la ocurrencia de contárselo. En su último sueño, aun sus padres aparecían inclinándose a él. Sus sueños no ayudaron en nada a mejorar las relaciones entre él y sus hermanos (37:1–11).

Y AUN LE ABORRECIERON MAS

A CAUSA DE LOS SUEÑOS

Y SUS PALABRAS

Un día, su padre Israel lo envió para ver cómo estaban sus hermanos. Viajó del valle de Hebrón a Siquem donde apacentaban las ovejas. Le costó encontrarlos, pero con la ayuda de un hombre se orientó. Sus hermanos lo vieron de lejos y comenzaron a conspirar contra él para darle muerte. Gracias a la intervención de Rubén no lo hicieron, pero lo echaron en una cisterna para que muriera. Rubén quería librarlo para que volviera a su padre (37:12–24). El hecho de que se sentaran a comer tan pronto como hubieron echado a José en la cisterna, es una evidencia clara de su brutalidad. Mientras comían, vieron que unos comerciantes ismaelitas venían de Galaad con dirección a Egipto, y decidieron vender a José como esclavo a cambio de veinte piezas de plata (37:25–28).

Rubén no estaba presente cuando se hizo la transacción. Cuando regresó a la cisterna y vio que su hermano había desaparecido, rasgó sus vestidos en señal de duelo. Los hermanos tomaron la túnica de José, mataron a un cabrito, tiñeron la túnica con su sangre, y la enviaron a Jacob, quien creyó que alguna mala bestia lo había devorado. El patriarca estuvo inconsolable por muchos días. Es triste observar la hipocresía de sus hijos. Los mismos que habían perpetrado la mala jugada, ahora procuraban consolarlo (37:29–35).

Por su parte, el joven (José tenía diecisiete años cuando sucedieron estos eventos 37:2) fue adquirido en Egipto por Potifar, capitán de la guardia de Faraón (37:36).

¡PENSEMOS!
La túnica de diversos colores que Jacob hizo para José habla de predilección del padre. ¿Cree que Jacob hizo bien al mostrar esa preferencia? Los sueños de José fueron proféticas proque se cumplieron al pie de la letra. ¿Le parece que hizo bien en contarlos a sus hermanos? Es posible que José los provocara en forma indebida. ¿Cómo califica la reacción de ellos? ¿Qué lecciones prácticas se desprenden para ayudarnos en la crianza de nuestros hijos?

LA PENOSA EXPERIENCIA DE JUDA CON TAMAR 38:1–30

Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir en Adulam, que estaba situado a unos veinticuatro kilómetros al noroeste de Hebrón. Allí tomó a una mujer cananea y tuvo tres hijos con ella (38:1–5).

El mayor, Er, cuya esposa era Tamar, fue tan malo que Jehová le quitó la vida. Tamar quedó viuda, y fue dada a Onán para que procurara levantar descendencia a su hermano, pero cuando éste se llegaba a ella, “vertía en tierra por no dar descendencia a su hermano”. Lo que hacía desagradó al Señor y también le quitó la vida (38:6–10).

El matrimonio de una viuda con el hermano del difunto se llama “levirato”. Era una práctica común en aquel entonces, y después se incorporó a la ley mosaica (Deuteronomio 25:5–10). Judá dijo a Tamar que regresara a la casa de su padre mientras crecía Sela, su hijo menor y cuñado de ella. Sin embargo, no fue entregada a él por mujer cuando el chico creció. Tamar urdió un plan. Se disfrazó de ramera y se puso a la orilla del camino por donde sabía que Judá pasaría para trasquilar sus ovejas. El tuvo relación sexual con ella, sin saber de quién se trataba, de la cual nacieron gemelos. Uno de ellos se llamó Fares, y su nombre se encuentra en la genealogía de nuestro Señor Jesucristo (Mateo 1:3).

Judá cometió dos errores. No cumplió la promesa de dársela a Sela (38:11) y adulteró con ella. Sólo por gracia no fueron apedreados hasta la muerte (Levítico 20:12).

DIOS PUEDE MANIFESTAR SU GRACIA

EN FORMA SOBERANA

PERO JAMAS APRUEBA EL ADULTERIO

JOSE RESISTE LA TENTACION 39:1–23

Dios enalteció a José delante de los ojos de Potifar, capitán de la guardia egipcia y lo nombró mayordomo de su casa. Potifar entregó en poder de José todas sus posesiones.

JEHOVA BENDIJO LA CASA DEL EGIPCIO

A CAUSA DE JOSE

José era un joven bien parecido. La mujer de Potifar se enamoró de él y le pidió que durmiera con ella. José resistió con éxito la tentación. Dijo a la mujer: “¿Cómo, pues haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (39:1–9). Un día, ella lo asió por su ropa. Él huyó, pero sus vestidos quedaron en manos de ella. La mujer los usó como evidencia para acusarlo delante de Potifar, quien lógicamente se enfureció y lo echó “en la cárcel donde estaban los presos del rey” (39:10–20).

¡PENSEMOS!
Póngase en el lugar de José. ¿Cuáles hubieran sido sus reacciones frente al aparente abandono de parte de Dios? ¿Qué podemos hacer nosotros para estar preparados para resistir la tentación? Lea cuidadosamente Santiago 4:7–10 y 1 Pedro 5:6–11 y apunte todas sus observaciones con respecto a la tentación.

JOSE EN LA CARCEL 39:20–41:36

Es evidente que Dios no había abandonado a José. Sólo que tenía un ministerio diferente para él. En la cárcel también le dio gracia ante los ojos del jefe de los presos, y éste le entregó el cuidado de todos ellos (39:21–23).

JEHOVA ESTABA CON JOSE Y PROSPERABA

TODO LO QUE EL HACIA

José interpreta los sueños del copero y del panadero 40:1–23

Faraón se enojó con su copero y panadero particulares debido a faltas cometidas contra él, que era el rey de Egipto. Fueron enviados a la misma prisión donde estaba José y puestos bajo su cuidado. Cierta noche, ambos tuvieron sueños, y José los vio tristes el día siguiente. Al enterarse de que el motivo eran sus sueños, les dijo: “¿No son de Dios las interpretaciones?” (40:1–8). El ejemplo de José de ensalzar a Jehová en toda circunstancia es algo sumamente bello. Tenía años ya de estar fuera del calor del hogar, y había sufrido muchos contratiempos, pero aun así, engrandece a su Dios delante de estos hombres.

Les pidió que le contaran lo que habían visto e interpretó correctamente ambos sueños. Les informó que el jefe de los coperos sería restituido a su cargo en el término de tres días y le pidió a éste que no se olvidara de él cuando estuviera delante del rey, para que intercediera por él y lo sacara de la cárcel (40:9–15).

Viendo que el jefe de los coperos recibió una interpretación favorable, el jefe de los panaderos también le contó su sueño. Desafortunadamente, para él no resultó para bien, porque José le dijo que sería ahorcado. Ambos sucesos se llevaron a cabo tal como José había dicho (40:16–22).

“Y EL JEFE DE LOS COPEROS NO SE

ACORDO DE JOSE, SINO QUE SE LE OLVIDO”.

¿QUE PASO CON DIOS? ¿DONDE ESTABA EL?

José interpreta el sueño de Faraón 41:1–36

Todavía transcurrieron dos años después de aquellos eventos, mismos que José pasó en la cárcel. Un día Faraón tuvo un sueño y despertó sobresaltado. Volvió a dormirse pero recurrió el mismo sueño. Al día siguiente su espíritu estaba muy agitado. Llamó a los magos y sabios de su reino para averiguar lo que significaba, pero ninguno pudo interpretarlo (41:1–8).

Fue entonces cuando el jefe de los coperos se acordó de José, y contó al rey lo que le había sucedido a él y el jefe de los panaderos en la cárcel y cómo José les había dado la interpretación acertada (41:9–13).

Faraón mandó traer a José apresuradamente. Antes de presentarse delante del rey, José se afeitó y cambió de vestidos. Los egipcios tenían la costumbre de rasurarse bien. De modo que José hizo bien en tomar esa precaución, aunque tuvo que hacerlo de prisa.

Cuando se presentó delante de Faraón, éste le contó que había tenido un sueño, que no había quien se lo interpretase, y que había oído que él podía hacerlo. La respuesta de José es clásica (41:14–16).

“NO ESTA EN MI; DIOS SERA

EL QUE DE RESPUESTA PROPICIA A FARAON”.

El resumen de los sueños fue así. El rey había visto a siete vacas flacas devorar a siete vacas gordas así como a siete espigas menudas que devoraban a siete espigas llenas y hermosas (41:17–24). José le dijo al rey que los sueños eran uno solo, y una vez más ensalzó a Dios.

“DIOS HA MOSTRADO A FARAON

LO QUE VA A HACER”.

Su interpretación fue la siguiente. Las siete vacas gordas y las siete espigas llenas y hermosas representaban siete años de gran abundancia. Las siete vacas flacas y las siete espigas menudas representaban siete años de hambre tan aguda, que la gente no se acordaría de la abundancia previa. La repetición del sueño quería decir que las cosas ocurrirían con certeza y prontitud (41:25:–32).

Además de dar la interpretación correcta, José propuso una sugerencia muy acertada. Aconsejó al rey que colocara a un hombre prudente y sabio como mayordomo sobre todo el país que se encargara de almacenar provisiones durante los buenos años para que hubiese suficiente durante la hambruna. También recomendó el nombramiento de gobernadores que guardaran en ciudades estratégicas la quinta parte de lo que se recogiera durante los siete años de opulencia (41:33–36).

¡PENSEMOS!
El buen consejo de José fue tan inspirado como la interpretación de los sueños. ¿Hay alguna evidencia de que José tuviera en mente promover su propia causa? Es probable que se sintiera contento con sólo salir libre de la cárcel. Como un buen siervo de Dios, solo quería ser un instrumento en manos de su Señor. ¿Qué es lo que lo mueve a usted cuando sirve al Señor? Observe que en todas sus experiencias, José daba la gloria a Dios.

Collins, A. (1992). Estudios Bı́blicos ELA: Ası́ comenzó todo (Génesis) (101). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.