Las ceremonias religiosas y los sacrificios personales (segunda parte)
por Alpha-Omega Ministries, Inc.
Texto bíblico: 1 Corintios 15.2934
Punto 2. (15.3032) Los creyentes y la resurrección: ¿Por qué debemos poner en riesgo nuestras vidas? El punto es bastante evidente: el creyente sufrirá persecución por parte del mundo. El creyente verdadero se separa y vive un estilo de vida diferente al del mundo, y él o ella debe ser testimonio vivo del Señor Jesucristo.
La vida y testimonio del creyente verdadero es diferente al del mundo. Él o ella no acepta las prácticas del mundo. Por esta razón, el mundo contradice, ridiculiza, abusa, y trata de callar y deshacerse del creyente, tanto como lo permita la ley, la ciudad o el lugar de trabajo.
¿Por qué un creyente pondría en riesgo su vida, posición, empleo, amigos, aceptación, si la resurrección es una farsa? Pablo usa su propia experiencia para dejar en claro este aspecto.
Si la resurrección no existiera, ¿por qué correría el riesgo para testificar, disfrutar y alegrase sobre la conversión de las personas? ¿Por qué buscaría alcanzar personas para Cristo y alegrarse por ellos? Arriesgar la vida de uno y exponerse a la persecución no valdría nada si la resurrección no existiera. Pablo dice «no pondría mi vida en peligro si no hay resurrección de los muertos.»
Si la resurrección fuera una mentira, ¿por qué el creyente sufriría amenazas, abusos, y maltratos? Este es el mismo argumento, excepto que Pablo realmente se refiere a las salvajes amenazas que había experimentado.
Si la resurrección no existiera, ¿por qué no comería, tomaría y viviría placenteramente? El creyente podría hacerlo ya que no habría nada después de la muerte. Esta vida sería todo lo que hay. Isaías 22.13; Lucas 12.1921; 1 Timoteo 5.6; 2 Pedro 2.1314
Puntos 3. (15.33) Decepción y mundanalidad: Recuerde que las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres
La frase «no erréis» [me planasthe] significa que no dejemos que nos engañen en tales doctrinas. Va a haber una resurrección de los muertos. «Ellos» (aquellos que niegan la resurrección) están equivocados. No deje que alguien lo guíe al error. Es una doctrina totalmente falsa y corrompe las buenas creencias.
La palabra «conversaciones» no significa sólo hablar sino también la comunión entre compañeros y conocidos.
El punto es que no deberíamos asociarnos con aquellos que se quedan en el error y en las falsas doctrinas. Si nos asociamos con ellos (aceptarlos como amigos y compañeros) nos influenciarán y corromperán nuestras costumbres y nos guiarán al pecado y al error.
Nuestros compañeros sí nos influencian. Si ellos no creen en la resurrección de los muertos, en la gloriosa vida venidera, entonces sus creencias, ideas, moralidades, discursos y comportamientos nos
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influenciarán
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guiarán a perdición
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debilitarán
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contaminarán
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llevarán por el camino equivocado
Lea Éxodo 23.2; Proverbios 4.14, 24.1; 1 Corintios 5.9, 5.11; 2 Corintios 6.14; 2 Timoteo 3.13; 2 Juan 1.10
Punto 4. (15.34) La resurrección: Vele y no peque porque algunos no conocen a Dios. Fíjese en tres aspectos:
La palabra «velad» [eknepsate] significa estar sobrio, levantarse de un estado de sueño o de ebriedad. Algunos en la iglesia de Corintio seguían a los falsos maestros. Era como si ellos estuvieran ebrios o si no tuvieran control de sus actos, como si estuvieran en un atontamiento. Necesitaban desesperadamente que los levantarán a la justicia para así no pecar. El negar la resurrección está totalmente mal; es un pecado. Sí va a haber una resurrección de los muertos. Negarla es como si uno se pusiera en un estado de ebriedad, de atontamiento, de irracionalidad de la mente.
La frase «algunos no conocen de Dios» se refiere a aquellos que están equivocados, las personas que no creen en la resurrección de los muertos.
La frase «lo digo para vergüenza vuestra» significa que la iglesia debería avergonzarse por permitir que el error esté en medio de ella. El hecho de que la iglesia de Corintio aceptara hombres que negaran las doctrinas cardenales era una vergüenza. La iglesia debería avergonzarse, ya que una persona que no cree en la resurrección de los muertos (una doctrina cardenal) no «conoce a Dios». Lea Isaías 1.16; 1 Corintios 15.34; Efesios 5.14; I Juan 2.1
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