Me sorprenden mucho los diferentes llamamientos que Dios ha hecho en diferentes ocasiones y a diferentes individuos. Casi todos siguen un esquema idéntico: la presentación de Dios, el llamamiento específico, la objeción de parte del escogido, las señales de Dios y la respuesta. Analicemos bajo estos cinco puntos el llamamiento de Moisés:
1. LA PRESENTACIÓN DE DIOS.
En Éxodo 3:6 Dios se presente como el padre de Abraham, Isaac y Jacob. Recordemos que Moisés era el hijo de la hija del Faraón, era un príncipe egipcio y seguramente estos nombres no tenían mucho valor para él, por lo menos hasta los 40 años de su vida, ya que desde ese momento comenzó a ver las injusticias que se estaban cometiendo con el pueblo hebreo (Éxodo 2:11, 12). Sacrificó su posición para vivir en el exilio, como un simple fugitivo a quien querían matar.
Entonces Dios se presenta a Moisés y él se da cuenta de que el único Dios verdadero es el de los hebreos, no de los egipcios; se da cuenta de que el Dios de su pueblo natal estaba con los débiles, con los pobres, con los oprimidos, con el proletariado, con la chusma.
2. DIOS LLAMA Y ENVÍA A MOISÉS.
Éxodo 3:7-10 informa que se le da a Moisés una misión: liberar a Israel de Egipto, aunque no se veía como una tarea fácil. Imagínense, sacar a todos los que estaban haciendo el trabajo duro para los egipcios, sacar a sus esposas, a sus hijos y a su ganado, pero Moisés tenía que hacerlo (Éxodo 12:37, 38). ¿Cuántas veces nosotros también nos sentimos inútiles de cumplir con nuestro ministerio? Creemos que será imposible hacerlo bien y comenzamos a poner objeciones, tal como Moisés comenzó a hacerlo.
3. LAS OBJECIONES DE MOISÉS.
Fíjense en la primera objeción (Éxodo 3:11). Gedeón dijo algo similar: ¿Cómo podré salvar a Israel? Mi familia es la más pobre y yo el menor de todos (Jueces 6:15).
Quizá podríamos decir que Moisés tenía en parte razón, porque él no había compartido los sufrimientos ni los duros trabajos que habían hecho los hebreos, pero él no se conforma con dar solamente aquella objeción.
Éxodo 3:13, 14. En una segunda objeción Moisés comienza a dudar que Dios fuera real y verdadero. Entonces Dios comienza a dar algunos delineamientos a partir del versículo 15, para que sepa las acciones que debía tomar.
El primer paso era reunir a todos los ancianos y líderes del pueblo y explicarles el apoyo que Dios ofrecía para la liberación de la esclavitud, y darles una tierra que fluía leche y miel.
El segundo paso era iniciar un proceso de reclamaciones ante el rey, para pedir tres días de permiso y hacer un culto a Dios. Claro que la intención era salir definitivamente de Egipto. Dios no quería reformas, él quería un cambio radical, él sabía que el Faraón no iba a caer en una trampa tan obvia, pero al menos era un comienzo.
El tercer paso era aplicar medidas de fuerza para obligar al Faraón a dejarles salir de Egipto. Dios estaba dispuesto a usar una mano fuerte y prodigios diversos para presionar al rey.
El último paso sería el despojo a los egipcios, es decir, ya no se contentarían con el simple permiso para salir de Egipto, sino que debían salir con mucha riqueza, en otras palabras, una justa liquidación y finiquito de sus haberes por tantos años de trabajo. Sin embargo, Moisés duda y presenta una tercera objeción.
4. LAS SEÑALES DE DIOS.
Éxodo 4:1. Dios tiene que valerse de algunas señales: primero la vara que se convertiría en serpiente, segundo que su mano al meter en su seno se volvía leprosa y que al volverla a meter salía limpia y tercero que las aguas del río se convertirían en sangre. Algo parecido sucedió con Gedeón (Jueces 6:36-40).
A pesar de todo esto Moisés presenta una cuarta objeción en Éxodo 4:10. Cualquiera puede imaginarse que un hombre que creció en el palacio del Faraón tendría una educación suficiente como para hablar en cualquier momento y en forma precisa, pero Moisés cree que no puede hacerlo.
Podemos deducir que allí no radicaba el problema mayor, ya que más adelante se puede ver que él sí pudo hablar con capacidad y en forma precisa, clara y firme. Su duda mayor era si en realidad él estaba en la capacidad de sacar a un pueblo entero de la opresión en que vivían. De ahí que presenta una quinta y última objeción a Dios en Éxodo 4:13, 14a.
Se puede notar que Moisés ya no tenía argumentos o pretextos para objetar el llamamiento específico que Dios le estaba haciendo. Por último le dice: “Manda al que debes enviar”. La consecuencia fue que Dios se enojó. Ojalá que ninguno de nosotros llegue hasta ese extremo de hacer enojar a Dios.
Vemos posteriormente que Dios en su ira no descarta a Moisés sino que más bien le ofrece un ayudante: Aarón. Ésta es la triste realidad de un hombre llamado por Dios que no tenía una ayuda idónea como compañera. Finalmente Moisés acepto el llamamiento de Dios.
5. LA RESPUESTA DE MOISÉS.
En Éxodo 4:18 vemos que Moisés toma la iniciativa de regresar a Egipto, para saber en qué situación estaba su pueblo, seguramente quería comprobar además, si Dios en efecto estaba diciéndole la verdad.
Sabemos que luego se dio una acción interminable de prodigios, plagas y señales contra el Faraón y contra Egipto, hasta la liberación total de Israel. En definitiva, Moisés se enfrentó como muchos hoy en día, con un llamamiento irresistible.
¿Qué de nosotros? Con seguridad Dios se ha presentado de una manera viva y desafiante en nuestra vida, para llamarnos a una misión o ministerio específico, pero igual que Moisés quizá hemos puesto demasiadas objeciones para no obedecer.
¿Por qué yo precisamente? ¿Qué les diré a los que me envías? ¿Con qué poder iré para que me escuchen y sepan que yo soy llamado por ti? Además, no puedo expresarme bien, no tengo una ayuda idónea, es preferible que llames a otra persona y no a mí. Quizá nuestra lista de objeciones es interminable y tal vez ya hemos hecho enojar a Dios.
Sin embargo, con seguridad él nos ha dado suficientes señales para confirmar nuestro llamamiento, a pesar de eso seguimos dudando y no queremos dar una respuesta inmediata. Mientras tanto la gente sigue esperando su liberación, de aquella esclavitud ocasionada por el enemigo.
Jesús dijo muy claramente: “Yo he venido para dar buenas nuevas a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor”. (Lucas 4:18- 19).
Si nosotros no estamos considerando nuestro llamamiento como un reto actual, debemos empezar por ser obedientes al Señor y trabajar en el área en la cual él me está llamando. Solo de esta manera estaremos obedeciendo el llamamiento irresistible de parte de Dios hacia cada uno de nosotros.
Fuente: www.centraldesermones.com