Lo que la gente dice
por Alice Scott-Ferguson
Muchos padres sin pareja y algunos de sus hijos escribieron sus propias cartas en relación a sus experiencias.
He aquí porciones de ellas.
1. «La iglesia me ha parecido el lugar más deprimente que haya conocido. Me siento más sola allí de lo que me siento en casa.
Algunas veces encuentro a alguna persona para sentarnos juntas, pero la mayoría de las veces tengo que sentarme sola. Las personas parecen sentirse incómodas conmigo, como si tuvieran temor de decir alguna cosa impropia. Pero lo impropio es no decir absolutamente nada a gente que está sufriendo. ¿Es que a la gente no le importa el dolor de otros?
Luego de haber compartido mi motivo de oración por un divorcio indeseable en una reunión de oración, una señora me invitó a participar de un grupo llamado «Consoladores para Cristo». Me ministraron con oídos atentos, apoyo en oración y la Palabra de Dios.
Otros cristianos han estado dando dinero para un fondo para una beca, lo que ha permitido que mi hija pueda estudiar en una escuela cristiana.
Diez hermanos y hermanas de la iglesia se presentaron en mi casa, la noche anterior a una audiencia sobre la custodia de los hijos, para orar conmigo.
Al pensar en la forma como me ayudaron distintos cristianos, cualquier malentendido que haya habido respecto a mis necesidades ha desaparecido de mi memoria».
2. «Los padres sin pareja, que están divorciados, precisan de ayuda para soportar la presión creada por la paternidad y no que se los condene. Créanme, ya tenemos suficiente sentido de culpa por el resto de la vida.
Dos cristianos me dijeron que estaba pagando las consecuencias del pecado y que no estoy viviendo en el centro de la voluntad de Dios. Cuando les pedí un hombro donde pudiera recostarme, esto es lo que me dieron. Ya soy consciente de todo esto, y hubiera preferido un poco de compasión en lugar de sus frases estereotipadas, por más bien intencionados que parecían».
3. «No digan: Debemos juntarnos un día de estos. Más bien digan: ¿Estás libre esta noche? Fijen un horario. Me gustaría salir.
No me hablen simplemente el domingo. Llámenme durante la semana para decirme: Hola. ¿Precisas alguna cosa?
No digan: No sé cómo puedes arreglártelas. Realmente Dios es misericordioso. Digan más bien: Estoy libre el sábado de mañana o el jueves a la noche. Puedes dejar a los niños en casa esta noche».
4. «Como padre sin pareja, he comprobado que estas son las etapas que se dan en la iglesia:
- ¿Por qué no tiene pareja? Si la respuesta es el divorcio, ¿De quién fue la culpa?
- Relegación a un grupo de personas sin pareja, si es que hay uno. De otro modo, rara vez se nos incluye en salidas para parejas.
- Si eres una mujer divorciada, los hombres de la iglesia especialmente los diáconos te tratan como si fueses veneno, tratándote lo menos posible o ignorando tu presencia en la iglesia.
¿Por qué es que nosotros, los que nos llamamos fundamentalistas, no tenemos amor para los padres solitarios? Precisamos de misericordia y aceptación también».
5. «Cuando mi hijo sufrió un accidente de gravedad dos años atrás, me abrumó la ayuda que recibí. Uno de los pastores nos visitó casi a diario. Distintas personas enviaron flores y tarjetas. Muchos trajeron comida pronta. ¡Y cientos oraron! El nombre de mi hijo fue incluido en las oraciones dominicales por muchas semanas, ¡y eso tratándose de que es una iglesia de 2.000 miembros!
En contraste, cuando nuestro padre y esposo nos abandonó; más de un año atrás, no hubo llamadas o visitas de pastores ni de otros, ni hubo verdadero apoyo en oración. Hubo una excepción notable. Una amiga de la iglesia vino a quedarse en casa algún tiempo, cuando mi esposo se llevó sus cosas de la casa. Su visita fue de mucho significado para mí».
6. «Una clase de escuela dominical trabajó en nuestro jardín sacando todos los yuyos, convirtiéndolo en un hermoso lugar de césped.
Una adolescente de la iglesia vino a casa una tarde a la semana después de la escuela para cuidar a los pequeños.
Una clase de adultos de la escuela dominical organizó un fin de semana de camping, invitándonos a participar del mismo.
Los domingos fueron difíciles para mí. Aprecié las invitaciones que me extendieron para almorzar en casa de otros, especialmente los domingos, por ser un día que se pasa en familia».
7. «Nunca le digan a una mujer divorciada o viuda que tiene la suerte de tener a Dios como su esposo y que es afortunada al tener hijos.
Una mujer me dijo que Dios podía quitarme todo deseo de querer salir a cenar afuera. ¿Y quién con treinta y cinco años de edad, quiere que se le diga que jamás podrá tener la compañía de otro hombre, mientras que las personas que te dicen eso tienen quien las abrace, las ame, con quien disfrutar tanto buenos momentos como responsabilidades juntos?»
8. «Un domingo el pastor pidió que padres e hijos, esposos y esposas se levantaran de sus asientos y si no estaban sentados juntos que fueran a reunirse con los otros. Me encontraba en el coro; de repente me encontré sentada sola, ya que mi hija estaba con su padre ese día. No puedo describir el dolor que sentí en aquel momento. Luego una hermana querida vio mi dolor, dejó su familia y vino hasta donde yo estaba. Todo lo que hizo fue abrazarme y decirme Te amo. Y me mantuvo en sus brazos, hasta que todo ese dolor salió y fue quitado por el Señor. Alabo al Señor por personas como ella».
9. «Un domingo, no hace mucho tiempo atrás, era la fecha en que hubiera conmemorado mi doce aniversario matrimonial. Me costó seguir el mensaje. La esposa del pastor, al finalizar el servicio llegó hasta mí y preguntó:
¿Cómo estás, Mabel? Normalmente hubiese dicho, Bien, bien, tapando todo. Pero ese día no pude.
En realidad, hoy no estoy bien, le contesté. Y ella me dijo:
Oh, vamos. Sonríe y dime que eres maravillosa. No les diré lo que sentí que hubiese querido decirle en aquel momento. Pensé: A ti no te interesa cómo me siento. No interesa que esté sufriendo. Sólo quieres escuchar de mí para tu propio bien que soy maravillosa».
10. «En los últimos seis años ningún hombre cristiano se ha ofrecido a pasar tiempo con mi hijo para jugar a la pelota, enseñarle a pescar, cazar, acampar, darle la perspectiva de un hombre, mostrarle cómo ser un esposo y padre él mismo algún día. Tuve que acudir a una organización secular para que pudieran satisfacer esa necesidad en su vida.
Lo que también duele es esa actitud imperceptible de que los padres sin pareja (especialmente las mujeres) son inmorales, peligrosas y debe evitárselas. He visto a los hombres de la iglesia conversando y hasta haciendo bromas con mujeres casadas, sin embargo, apenas me murmuran un Buenos días. Sería bueno que se nos tratara como a cualquier otra mujer en la iglesia, a pesar del hecho de no estar casada sin peligro»
11. «Mi padre murió en la guerra cuando yo tenía cinco años de edad, y mi madre nos crió a los tres hijos ella sola. Creo de todo corazón que la mayor contribución que la iglesia podría hacer a los padres sin pareja es la de que alguien del sexo del padre ausente adopte al niño por algunos períodos de tiempo (un fin de semana al mes, tal vez, o una noche). La iglesia le falló a mi hermano en esto y no debe olvidarse que las niñas pequeñas también precisan padres».
12. «Algunas personas queridas en mi iglesia han ministrado maravillosamente. Una amiga lleva a mis hijos de compras para comprarme un regalo de cumpleaños o del Día de la Madre».
13. «Lamentablemente tengo que decir que he recibido más apoyo de mis amigos inconversos que de la iglesia, y estos han sido muy cariñosos con mi hija. Por lo general, los cristianos son muy cerrados cuando se trata de preocuparse por los padres sin pareja. Los cristianos pueden ser muy prejuiciosos».
14. «Mi padre nos dejó antes de que yo cumpliera los dos años. Cuando ya era adolescente, ya había hecho muchas cosas de las que no podía enorgullecerme. Sin embargo, dos de mis amigos en el secundario trataron de ayudarme. A medida que abrieron sus familias para conmigo, decidí que quería compartir su fe. Así conocí a Cristo.
¿Qué es lo que la iglesia puede hacer para ayudar a los padres sin pareja? Tratar de alcanzar a sus hijos. Permítanles que vean familias fuertemente constituidas. Denles esperanza».
Los Temas de Apuntes Pastorales, volumen II, número 6. Todos los derechos reservados